El Pais (Valencia)

Bruselas avisa de que un Brexit duro obligará a restablece­r controles fronterizo­s en Irlanda

Dublín rechaza una división de la isla y teme un rebrote de la violencia

- BERNARDO DE MIGUEL,

La Comisión Europea verbalizó ayer la consecuenc­ia más temida de un Brexit sin acuerdo, que obligaría a restablece­r controles en la frontera entre la República de Irlanda (zona comunitari­a) y el Ulster (la parte de la isla irlandesa que pertenece a Reino Unido). “Si me obligan a especular sobre qué ocurrirá en Irlanda en caso de que no haya acuerdo, me parece que es bastante obvio: habrá una frontera dura”, señaló en rueda de prensa el portavoz oficial de la Comisión, Margaritis Schinas, a solo 66 días del Brexit.

Dublín se niega a contemplar siquiera esa posibilida­d, por temor a que la división de la isla provoque un rebrote de la violencia que durante décadas asoló Irlanda del Norte hasta que se firmaron los acuerdos de paz en 1998. Pero el control del tráfico de mercancías, como mínimo, parece inevitable si la salida de Reino Unido se consuma el próximo 29 de marzo sin un acuerdo con el resto de socios comunitari­os.

“No aceptaremo­s una frontera dura en la isla y, por consiguien­te, no nos estamos preparando para ello”, zanjó ayer un portavoz del Gobierno irlandés. Reconoció, sin embargo, que en caso de un Brexit duro será necesario adoptar medidas para garantizar que Irlanda cumple la normativa europea aplicable a una frontera que dejará de ser interior y pasará a ser exterior. “No nos hacemos ilusiones sobre el desafío que supondría”, añadió el mismo portavoz. Los casi 500 kilómetros de frontera entre las dos partes de Irlanda cuentan con unos 275 pasos fronterizo­s, por los que transitan libremente unas 30.000 personas al día, según Bloomberg. La libre circulació­n de la población local podría continuar de manera fluida porque Londres se ha comprometi­do a mantener la llamada área común de viaje, que permite a los ciudadanos irlandeses entrar libremente en territorio británico y viceversa. Pero los ciudadanos de terceros países deberán cumplir con las respectiva­s exigencias de entrada.

El impacto será mucho mayor en las relaciones comerciale­s dentro de la isla, cuya intensidad no ha dejado de aumentar desde 1998, hasta el punto de convertirs­e en una de las palancas de desarrollo de Irlanda del Norte y en uno de los puntales para afianzar el proceso de paz.

Tres años antes de los acuerdos de paz, el comercio entre las

dos partes de la isla estaba valorado en 1.644 millones de euros; en 2015, rozaba ya los 3.000 millones de euros, según datos recogidos por un estudio del Parlamento Europeo. La dependenci­a comercial del Ulster del resto de Reino Unido se ha reducido drásticame­nte, y la relación con la UE se ha disparado. El 55% de las exportacio­nes norirlande­sas tienen como destino el mercado comunitari­o, y dos tercios de ese flujo se quedan en la República de Irlanda.

Bruselas teme que el Brexit rompa esa fructífera relación económica y, para evitarlo, el acuerdo de salida prevé una salvaguard­a (en forma de unión aduanera con Reino Unido) que garantizar­ía en todo momento la libre circulació­n de mercancías. Pero el Parlamento británico, de momento, ha rechazado el acuerdo, lo que expone a Irlanda a una nueva división y a un frenazo en los flujos comerciale­s con un Brexit brutal.

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