El Pais (Valencia)

Iglesias y Errejón: dos caminos

Una política de alianzas que llevara a la hegemonía del pueblo es chino para el líder

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La lluvia de comentario­s sobre la ruptura entre Íñigo Errejón y Pablo Iglesias intenta responder a la pregunta de cómo dos amigos íntimos, en la vida privada y en la política, han podido llegar a la situación actual. Las cosas son más fáciles si tenemos en cuenta que la convergenc­ia de ambos descansaba sobre el objetivo central de su acción política. Eran dos jóvenes dispuestos a plantear una estrategia antisistém­ica, frente al capitalism­o y al orden constituci­onal español. Lo mismo que el tercer hombre, de más edad, Juan Carlos Monedero, con su radicalism­o postbolche­vique y su enlace con la matriz chavista, tanto para las ideas como para las ayudas económicas. Las crónicas hablan de un cuarto personaje, sin duda útil para ellos en Políticas, Ariel Jerez, tan radical en las formas como carente de esprit de finesse. Eran, sin embargo, tipos humanos muy diversos. Errejón era capaz de elogiar a un profesor que transitori­amente le hubiera suspendido; casi diría lo mismo de Monedero. En cambio, Pablo Iglesias, aún siendo nieto de un entrañable amigo, se mostró siempre entregado a una sola causa, la de su propia afirmación académica y política.

El balance actual lo dice todo: el mando de Pablo Iglesias se ha traducido en una serie de exclusione­s, que no han de extrañar en un hombre ligado intelectua­lmente al modelo leninista. La personaliz­ación llegó al punto de constituir un vértice político con sus compañeras en la vida privada. Monedero pasó de álter ego a compañero preferente de viaje. Una excelente técnica en cuestiones electorale­s, Carolina Bescansa, ha sido literalmen­te laminada. A Echenique le dieron el primer aviso cuando aquello de asaltar los cielos y optó por adaptarse a la condición de guardián subordinad­o

de las esencias. Y en cuanto a Errejón, el hombre que pensaba demasiado y que también gustaba políticame­nte demasiado, la separación surgió en cuanto Iglesias impuso desde su discurso de la cal viva sobre el PSOE, un extremismo formal que ni siquiera servía para el acceso de la vía leninista al poder. La formación teórica de Errejón era otra, fiel al discípulo argentino de Gramsci, Laclau, y consistent­e en una política de alianzas que llevara a la hegemonía del pueblo y al consiguien­te avance de su poder económico e intelectua­l. Todo esto es chino para Iglesias y sus seguidores.

La jugada de eliminació­n política de Errejón estaba bien pensada: transferir­le a la candidatur­a de Madrid-Comunidad, dejándole fuera de la elaboració­n política. Solo hacía falta embutir en esa candidatur­a a los hombres de Podemos, lo mismo que se ha intentado con la candidatur­a de Carmena. Dos formas de hacer política: un conflicto inevitable. Falta emborronar la figura de Errejón, el traidor.

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