Los cuatro frentes abiertos en el conflicto sirio
áreas del país a medida que han tomado el control las tropas de El Asad. La alianza HTS se ha hecho finalmente con el control de Idlib, lo que ha finiquitado la entente entre Ankara, Moscú y Damasco por la que las tropas turcas quedaban a cargo de expulsar a los grupos terroristas. Este acuerdo frenó una ofensiva de El Asad y evitó una nueva ola de refugiados sirios a territorio turco.
Turquía propone evacuar a las milicias de facciones aliadas vencidas por los yihadistas más al norte, donde podrían sumarse a la lucha contra los milicianos kurdos. Mientras, las tropas sirias, junto con la aviación rusa, prosiguen los bombardeos y ofensivas terrestres contra las posiciones de HTS en la periferia de Idlib.
Los kurdos. Las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS, alianza con más de 40.000 combatientes árabes y kurdos liderados por estos últimos, con las YPG como milicia dominante) controlan un 25% del territorio nacional, en el norte. La retirada de las tropas de EE UU ha provocado un vuelco en las alianzas locales. Los kurdos rechazan la creación de una zona segura de 30 kilómetros en la frontera bajo supervisión de Turquía, su enemigo, como quieren Ankara y Washington. En paralelo, negocia ya un plan alternativo con Damasco en caso de que una apresurada retirada estadounidense les deje expuestos a las fuerzas turcas.
Las tropas de Ankara invadieron el enclave kurdo de Afrin en marzo de 2018 para truncar la aspiración de un Kurdistán independiente. Las organizaciones internacionales acusan a los kurdos de dificultar el retorno de las poblaciones árabes a las localidades que han liberado del ISIS, y a los turcos de arabizar las zonas arrebatadas a los kurdos con el trasvase de milicianos y civiles afines.
La lucha contra los restos del ISIS. Tanto la coalición internacional como las FDS aseguran que prosigue la lucha para erradicar al ISIS en la rivera occidental del Éufrates, donde unos 6.000 combatientes kurdos y árabes amparados por la aviación de la coalición se enfrentan a 3.000 yihadistas resistentes del autoproclamado califato. El ISIS está arrinconado en un 0,5% del territorio, cuando en su apogeo en 2014 llegó a ocupar más del 40%. Pero aún da coletazos. La semana pasada, el ISIS se atribuyó un atentado suicida en el que murieron cuatro estadounidenses —dos eran soldados— y 15 civiles. Mientras, al este del Éufrates lideran los combates las fuerzas especiales sirias con apoyo de la aviación rusa y de asesores de milicias proiraníes. Lo hacen en las zonas colindantes con Abu Kamal, antiguo centro neurálgico del ISIS, donde se atrincheran unos 3.500 combatientes.
Una eventual retirada de Estados Unidos de las regiones occidentales del Éufrates supondría una oportunidad para que Damasco y sus aliados colmen el vacío que dejen sus tropas y recuperar los yacimientos de hidrocarburos más importantes del país. De materializarse las negociaciones de Damasco con las fuerzas kurdas, el Ejército regular sirio podría bloquear la expansión turca y pasar a controlar el 90% del territorio.
La tensión en los Altos del Golán. En los últimos años, el Ejército israelí asegura haber realizado miles de ataques contra objetivos iraníes —su archienemigo regional— y de su aliado libanés Hezbolá en Siria. El lunes lanzó una andanada de más de 30 misiles de crucero contra las bases militares de Teherán en torno a Damasco.
Irán reitera su intención de quedarse en Siria, aunque ha reducido el número de milicianos en el frente sur (unos 20.000 combatientes) tras las presiones ejercidas por Rusia. La milicia libanesa Hezbolá también ha replegado parte de sus efectivos en Siria (llegaron a superar los 8.000), pero la tensión con Israel aumenta en la frontera sur del Líbano.