El Pais (Valencia)

Claudio habría sonreído

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Con su aspecto de lobo de mar entre las letras globales, Claudio López Lamadrid no habría dejado ayer de sonreír. El jurado, antes de anunciarlo en la sobremesa, le habría confiado ya el secreto de que Patricio Pron había ganado el Premio Alfaguara de Novela.

Pero hace ya casi dos semanas que el director editorial de Penguin Random House se fue, dejando un rastro asombrado de huérfanos letraherid­os y una inevitable tristeza en las celebracio­nes de los premios que vendrán. Por eso, durante la comida y la entrega del premio, atravesó entre los platos la dolorosa brisa de su ausencia despeinada y aguda, exquisita y atenta, con ojo avizor y olfato de gran descubrido­r de talento.

Aun así, López Lamadrid se hizo presente desde el primer momento. Sobre todo desde que Núria Cabutí, consejera delegada del grupo, declarara que se dedicaba esta entrega del galardón a su nombre. Lo corroboró Patricio Pron, quien recordó el apoyo que siempre le ofreció como una firma fija de su tribu literaria. Si de alguna manera habría que definirla, diríamos que durante años cuajó un abanico de enorme calidad ecléctica, sin importar en qué puntos cardinales se hallara. / JESÚS RUIZ MANTILLA

de la vida: “El error de juicio de mi mujer nos ha llevado hasta aquí y espero que lo mantenga”, sonríe.

Autor de seis libros de cuentos y siete novelas, Pron ha trabajado esta vez con el apoyo de una beca Leonardo de la Fundación BBVA. Y con las cosas claras. “Por la dificultad del tema y la pluralidad de perspectiv­as, no podía ser otra cosa. He leído ensayos sobre algoritmos, condicione­s de soltería en distintos países, estadístic­as, proyectos de transforma­ción de la pareja. La investigac­ión que hay detrás le daba una dimensión que excedía la del cuento”, asegura el también colaborado­r de este diario y crítico de su suplemento Babelia, cuya faceta periodísti­ca le ha dado “el músculo” para saber adaptarse a las historias.

Pron dedica el premio a los periodista­s asesinados en México, a sus compañeros de EL PAÍS y a los profesiona­les que han perdido su trabajo por la crisis, pero, sobre todo, al editor de Literatura Random House, Claudio López de Lamadrid, fallecido el día 11. “El negocio editorial genera más perplejida­des que certezas”, dice el novelista. “Como autor, no pienso mucho en ello y nunca lo he hecho, porque siempre he contado con la fortuna de tener grandes editores que se ocupaban de esto por mí, como Claudio. Fue el principal valedor de mi trabajo en España y quien me animó a presentarm­e a este premio. Su muerte es una desgracia para todos, pero, sobre todo, para sus lectores. Lo bueno es que ahí queda su catálogo”.

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