El Pais (Valencia)

Con Serena, el drama está garantizad­o

Williams sufre una derrota increíble ante Pliskova y se queda sin su 24º grande

- ALEJANDRO CIRIZA,

Serena Williams siempre, hasta el final. En la victoria o en la derrota, da igual. Gane o pierda, juegue en la arena de París, la hierba de Wimbledon o los cementos de Melbourne y Nueva York, la estadounid­ense garantiza drama y emociones a flor de piel. Siempre. En un sentido u otro. Si no amenaza a una juez de línea —“voy a hacerte tragar la puta bola…”, en el US Open 2009—, se come a besos y consuela a una rival. O abraza bondadosam­ente a un periodista que la anima tras sufrir una lesión, o

Mbien sorprende con un tutú rompedor, o arruina la eclosión de una veinteañer­a como Naomi Osaka alegando sexismo por parte del árbitro. Cómo olvidar, tampoco, su discurso reivindica­tivo y comprometi­do, su extensísim­a ristra de triunfos y alguna que otra derrota dolorosa, porque también las ha habido.

Gane o pierda, de la mano de Williams viene siempre un componente dramático. Y ayer no fue una excepción. Perdió en los cuartos de final de Melbourne contra Karolina Pliskova (4-6, 6-4 y 5-7, en 2h 10m), lo que hasta ahí encaja uchos aficionado­s descubrier­on a Stefanos Tsitsipas en la final que disputó contra Rafael en el Conde de Godó del año pasado. En esa ocasión el griego sufrió una derrota bastante clara, pero cuando se cruzaron de nuevo en Toronto al cabo de unos pocos meses la progresión que había experiment­ado fue una prueba más de que estamos ante un tenista llamado a ocupar los primeros puestos en muy poco tiempo.

La capacidad de mejorar es, a mi entender, uno de los factores más determinan­tes a la hora de valorar la calidad de un tenista, y de cualquier persona en cualquier ámbito. Yo pienso que la facultad de seguir aprendiend­o y de adaptarse es el verdadero talento de los más destacados.

Y Stefanos parece estar demostrand­o que es uno de ellos. En el presente torneo con la normalidad, pese a ser toda una sorpresa. Perdió, pero es Serena y su aderezo, y ella no podía perder de una forma rutinaria o intrascend­ente.

Contra la checa, citada por un puesto en la final con Osaka, la norteameri­cana dejó una de las derrotas más espectacul­ares que se recuerdan, con todos los elementos de una novela made in su tenis ha seguido evoluciona­ndo claramente. El hecho de estar en la semifinal de un Grand Slam es buena prueba de ello. Ha superado partidos muy ajustados contra tenistas muy difíciles, sobre todo los dos últimos contra Roberto Bautista y Roger Federer. En el último caso, es verdad que el suizo tuvo un poco de mala suerte al no anotarse ninguna bola de break de las 12 que tuvo, pero también lo es que Stefanos supo aguantar la presión en los momentos más complicado­s del encuentro.

Afrontó los momentos de máxima tensión con tranquilid­ad y, sobre todo, estuvo dispuesto a dar un plus para vencer a su rival, algo de lo que no todo el mundo es capaz. En ese partido, en particular, subió más a la red y elevó además la velocidad media de sus dos servicios. Su saque es, de hecho, uno de sus mejores golpes. En los Williams: euforia, suspense, una heroína que estaba rendida y al final salió del apuro, y otra vencida y lastimada. Lágrimas en el epílogo, en la soledad del vestuario. Puro drama. Nada de gritos, shows ni mal perder. Eso sí, vaya derrota. Una que no se olvidará nunca, con un desenlace inolvidabl­e, por emocionant­e e inverosími­l. Lo tenía Serena en la mano, últimos partidos ha hecho una media de 20 aces. Tiene, además, un muy buen drive y mucha variedad en su juego. Esto lo convierte en un jugador impredecib­le, con una buena capacidad de sorprender a sus oponentes.

Mi particular percepción es que en la semifinal de hoy se exigirá al máximo, que no va a resignarse fácilmente, y coincido con mi sobrino en que será un partido complicado. Stefanos tiene la frescura de la juventud y la tranquilid­ad de las oportunida­des aún por vivir. Rafael tiene la ventaja de la experienci­a y de estar jugando a un muy buen nivel. Yo sigo pensando que mi sobrino es el favorito para ganarse el puesto en la final porque, a pesar, de los 12 años que lo separan del joven griego, él también sigue sin conocer la resignació­n.

El hecho de que aparezca un tenista pero se le escapó y por consiguien­te la posibilida­d de ganar su 24º gran trofeo y dar caza así a la australian­a Margaret Court, la tenista (hombre o mujer) más laureada de todos los tiempos.

Del 5-1 al 5-7

Todo iba sobre ruedas para ella, que en 2019 cumplirá 38 años y regresó el pasado año después de haber sido madre, tras un curso de ausencia. Todo iba estupendam­ente, porque pese a perder el primer set, había ganado el segundo y enfilaba la victoria en el tercero: 5-1 arriba, 40-30 y sirviendo para cerrar el duelo y sellar su pasaporte a las semifinale­s. Sin embargo, todo se torció. Primero el tobillo izquierdo, al devolver un revés en un intenso peloteo, y después el marcador. El contratiem­po la mermó de forma notable, tanto en los desplazami­entos como en el servicio, dolorida en la caída. La checa, mientras, se creció y se adentró por la rendija, por mínima que fuera esta. Salvó cuatro match points y desde entonces conectó seis juegos consecutiv­os.

“No me gusta poner excusas, ella fue mejor”, dijo Williams. “Jugó de manera increíble. Yo continué siendo agresiva, pero ella envió todas las bolas a las líneas. Hice todo lo que pude, no me rendí; simplement­e ella fue mejor”, prosiguió, antes de ser preguntada por el contratiem­po del tobillo y sobre la posibilida­d de haber parado el partido para solicitar la asistencia médica: “Odio llamar al médico en mitad de un partido, no pensé que fuera necesario y seguí adelante. Ahora está bien, lo que no sé es cómo estará mañana…”.

Y la apoyó su técnico, el francés Patrick Mouratoglo­u. “Estoy orgulloso de su comportami­ento. Estaba con mucho dolor y podía haber parado, pero decidió no hacerlo, ganara o perdiera. Ese no es su espíritu. No intenta romper el partido, a diferencia de otros jugadores. Gana por sí misma”.

Mientras tanto, su rival, Pliskova, entrenada por Conchita Martínez, celebraba la victoria con algo de incredulid­ad. “Estaba casi en el vestuario y ahora estoy aquí, hablando contigo”, le dijo a una reportera, a pie de pista. Había levantado lo imposible. O no.

como Stefanos es una gran noticia para nuestro deporte. Tiene un prometedor futuro, una buena estampa y, sobre todo, implicació­n y seriedad. Imagino, además, lo que supone para la sociedad griega el hecho de ver una irrupción así, en un deporte en el que no habían tenido a ningún jugador en el top-100.

Cuando en 2008 la selección española de fútbol ganó la Eurocopa y luego el Mundial en Sudáfrica, en 2010, la sociedad que estaba atravesand­o el peor momento de la crisis vivió, sin embargo, una alegría y una euforia compartida­s y generaliza­das, con las excepcione­s que se quieran y que son totalmente respetable­s. Con todos los defectos que pueda tener el mundo del deporte, a veces se le puede achacar despertar cierta ilusión en momentos desalentad­ores. A todos nos viene bien, de vez en cuando, sentirnos ganadores.

Imagino que la figura de Stefanos Tsitsipas debe ser, en estos momentos, una alegría para el pueblo griego, que ve a un chaval de 20 años que con entrega, perseveran­cia y pasión está abriendo la puerta de un futuro esperanzad­or.

 ?? / KIM KYUNG-HOON (REUTERS) ?? Serena Williams se lamenta durante el partido de cuartos contra Pliskova en Melbourne.
/ KIM KYUNG-HOON (REUTERS) Serena Williams se lamenta durante el partido de cuartos contra Pliskova en Melbourne.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain