Los testigos abruman a Miguel Ángel Millán
Una decena de exatletas comienzan a dibujar el mapa de los abusos sexuales supuestamente cometidos por el entrenador
Así hablan del rey del camuflaje, un personaje, un disfraz de respetabilidad extrema, construido y protegido por el silencio de sus víctimas durante décadas. Miguel Ángel Millán fue una figura irreprochable y admirable a los ojos de todos, un sinónimo de virtud y de ética, la representación carnal de los tan cacareados valores del deporte que dejaba a todos boquiabiertos por la profundidad de sus aportaciones cuando intervenía en las reuniones del comité técnico nacional de la federación de atletismo como responsable de pruebas combinadas.
Los padres de los chavales que entrenaba y de los que abusaba sexualmente, según sus confesiones posteriores, confiaban tanto en él que hasta le llevaban a su casa a los niños los días que no había entrenamiento del club porque Millán les daría un entrenamiento individual y privado para que mejoraran hasta cuando los demás descansaban. Era un honor ser el elegido. El padre de una víctima confiaba tanto en él que, cuando otro joven acudió a la policía para denunciarlo, no creyó que fuera verdad lo que decían de él y acudió a avisarle: “Millán, te han denunciado”.
En el registro de su domicilio en diciembre de 2016, la policía encontró ordenadores vacíos y una libreta verde en la que estaban anotadas las instrucciones para borrar completamente los discos duros. Una semana después, Millán fue encarcelado. Cumple desde entonces prisión provisional. El juicio que se sigue desde el martes en Tenerife por abusos sexuales a menores