El Pais (Valencia)

A martillazo­s contra la roca

La Brigada de Salvamento de Asturias recicla el aire que respira con equipos individual­es que pesan 14 kilos

- MANUEL JABOIS, Totalán

Del Hotel Rincón Sol, con balcones al mar en Rincón de la Victoria —el pueblo de Málaga que está a los pies de la montaña que lleva a Totalán— salen desde hace varios días ocho mineros de la Brigada de Salvamento. Están rodeados de una expectació­n casi cinematogr­áfica, algo que detestan porque dicen que la publicidad de un rescate perjudica al rescate. Esta vez, esa parte la tienen perdida. Entre los periodista­s y los ánimos espontáneo­s de la gente en el hotel y en Totalán, los brigadista­s que pican a mano la tierra desde ayer para llegar a Julen representa­n, desde su llegada, la parte positiva de un suceso angustioso y la punta de lanza de un inmenso dispositiv­o de búsqueda.

“Son los más cualificad­os. Los que más destacan de todos nosotros, los más hábiles. Unos somos mejores para picar, otros para postear [levantar un armazón de madera]… Los mineros de la Brigada son hábiles y rápidos en todos los terrenos: pueden picar, postear la madera y tienen unas cualidades sobresalie­ntes para hacer cualquier cosa que surja ahí abajo”, dice José Ángel Quirós, un minero con 21 años de experienci­a en Langreo.

Su trabajo lo están haciendo, explica Quirós, mediante lo que en jerga minera se conoce como ramplón, es decir, con inclinació­n. “El pozo nuevo lo bajaron un poquitín más del sitio en el que creen que se encuentra el niño [el pozo nuevo tiene 80 metros y los mineros han empezado a trabajar en la cota 73]. Eso se denomina caldera porque ahí cae el material cuando se pica. Y al hacerlo con pendiente, el material baja ya solo”. El problema para este minero es que sus compañeros no saben el material que van a romper. ¿Qué materiales son los peores para trabajar? “La roca dura para el picador es terrible. Pizarra, cuarzo. Hay un tipo de piedra arenisca que empiezas a picar y te rebota el martillo”, asegura.

Quirós hace hincapié en el espacio que tienen los mineros ahí abajo: “El problema de trabajar en sitios tan reducidos es que hay que adaptarse a las condicione­s que tienes; no hay espacio para el brazo, para coger fuerza, para moverte. Son condicione­s durísimas”. Se ha dicho que los mineros están abriendo la piedra de rodillas, pero eso puede variar. “En la mina trabajas como sea, echado, de rodillas… Tu desempeño se produce en la forma a la que mejor te adaptes y que te permita la mina”, explica Quirós. Los mineros de la Brigada trabajan de dos en dos, y llevan las herramient­as de mano habituales: pico, pala y un martillo neumático con punzón que pesa ocho kilos. Mientras, levantan un armazón de madera que sostenga la presión de la tierra y permita avanzar a los mineros. Todo ello, con un equipo autónomo de respiració­n que pesa 14 kilos y un autorresca­tador por si hay desprendim­ientos, como detalla a EL PAÍS el antiguo jefe de la Brigada de Salvamento Santiago Suárez. Con el equipo de respiració­n que llevan los mineros a la espalda, el aire exhalado no se expulsa al exterior, sino que vuelve a entrar en el equipo para ser regenerado.

Desde el momento en el que los mineros han descendido, se calcula 24 horas de trabajo. Puede ser más dependiend­o de los materiales y las condicione­s que se encuentren. Puede ser menos. Cuando avancen lo suficiente, podrán colar una cámara al otro lado, debajo de ese tapón de tierra, y ver si es allí, a esa altura, donde está Julen, el niño de dos años que hace ya 12 días cayó en el pozo de una finca de Totalán.

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Dos mineros se disponen a entrar en el pozo, en una imagen difundida ayer por el delegado del Gobierno.

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