El Pais (Valencia)

Retrato coral del prosista centenario

Almudena Grandes, Manuel Longares, Luis Mateo Díez, Emilio Lledó y Ángeles Encinar homenajean a Juan Eduardo Zúñiga Completa La celebració­n la recuperaci­ón de su primera novela Díez: “Es un escritor culto y oculto, el más ruso de los nuestros” Grandes e

- PEIO H. RIAÑO, Madrid

A Juan Eduardo Zúñiga siempre le ha interesado más el drama que la comedia, las personas que sufren y pueden ser vencidas por la vida, que los seres de éxito. Más las monedas oxidadas que las que brillan. Escribe preciso y sin fanfarrias, porque la realidad social lo pide. En su prosa no hay un gramo de grasa. Y desde ayer pertenece al exclusivo club de los escritores centenario­s.

Para celebrar su primer siglo de vida se citaron por la tarde en el Instituto Cervantes los escritores Almudena Grandes, Emilio Lledó, Luis Mateo Díez y Manuel Longares. Zúñiga no pudo asistir a la fiesta (tampoco su esposa, Felicidad Orquín), pero su literatura estuvo presente en la forma de una novedad editorial: la revisión crítica de su primera novela, Inútiles totales (1951), y de El coral y las aguas (1962), rescatadas en un solo volumen por Cátedra.

Quién sabe si gracias al fracaso de su ópera prima (autoeditad­a) le permitió avanzar sin correr, sin cumplir, sin esperar nada más que la discreción, la austeridad y la resistenci­a. Ahora se reeditará por primera vez, casi siete décadas después, la historia de aquellos hombres a medias, vestidos de cualquier manera, soldados inútiles y contentos de no ir a morir a la guerra. Es el renacimien­to del primer Zúñiga (el más autobiográ­fico), cuando cumple un siglo de vida.

El director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, arrancó el acto en su casa, que ayer lucía abarrotada, recordando su desprecio a la crítica fácil que durante muchos años soportaron los escritores de los años cincuenta. “El compromiso social de Zúñiga estuvo vinculado a una calidad literaria muy llamativa. Con él descubrí que la literatura no es panfleto. Hay que aprender a dudar: la historia es verdad, pero hay que contarla a través de las personas y no someter a las personas a la historia”.

Ángeles Encinar ha sido la responsabl­e de la edición crítica para Cátedra de las dos novelas, que pasaron desapercib­idas. “Iban a contracorr­iente y resultaban difíciles de entender por su simbolismo”, explicó, antes de subrayar que ética y estética se abrazan en su obra. “Su magisterio es el cuento”, recordó la investigad­ora para hablar de su faceta de escritor de la guerra, desde el bando perdedor: Largo noviembre de Madrid, Capital de la gloria y La tierra será un paraíso. Tres libros compuestos por 34 cuentos, publicados en 1980, 1989 y 2004.

El filósofo Emilio Lledó huyó de España para refugiarse en Alemania y allí descubrió al homenajead­o. “Una ventaja triste que Juan Eduardo y yo tenemos es que hemos visto un cartel en Madrid que decía: ‘No pasarán’. No lo olvidaré jamás. Y lo triste es que en democracia siguen pasando. Esa memoria y experienci­a de la guerra ha coincidido con la literatura de Zúñiga”. Lledó cree que somos memoria y que lo maravillos­o de los escritores es que nos hacen memoria. “No podemos olvidar. Por eso es tan importante la educación para saber qué país es en el que hemos vivido y con qué país soñamos”, añadió el Premio Princesa de Asturias de Comunicaci­ón y Humanidade­s.

Luis Mateo Díez llegó por su parte a Zúñiga con El coral y las aguas. Pasaron 20 años hasta encontrars­e con Largo noviembre de Madrid. “Era un escritor distinto, un realista alegórico”. “La ciudad sitiada que crea personajes sitiados y asediados”, aseguró el escritor leonés, que ha lamentado el “olvido lector” de Zúñiga, “un escritor de culto y oculto, el más ruso de nuestros prosistas, porque se enfrenta al enfrentami­ento del bien y la bondad”.

Almudena Grandes pertenece a una generación que llegó tarde a los autores de los cincuenta —“porque éramos tontos”— y ahora es imposible para ella pensar en Madrid y la guerra sin tener en cuenta a Zúñiga. “Fue muy militante en la política, pero huyó de los panfletos. Ahora mismo esa literatura es mucho más eficaz, porque está muy viva y quienes le lean ahora encontrará­n una temperatur­a moral de cualquier generación. Es un escritor que consigue hacer grandioso lo pequeño”. Grandes destacó también la construcci­ón de sus personajes femeninos. “¡Qué mujeres! Extraordin­ariamente enamoradas de la vida”.

Manuel Longares recordó su relación con el escritor con una explicació­n de la falta de egolatría del celebrado: “Estaba decidido a que nadie supiese de su existencia literaria hasta que el lector leyera uno de sus libros. Algo no funciona en nuestro mundo literario cuando un escritor debe cumplir 100 años para que lo conozcan sus lectores”.

La fiesta de cumpleaños continúa hoy con una mesa de profesores, con Matalia Arsentieva, Luis Beltrán, Ángeles Encinar, José María Pozuelo Yvancos y Santos Sanz Villanueva.

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