El Pais (Valencia)

El golpe heredado de Rocky Balboa

Michael B. Jordan, considerad­o el actor afroameric­ano del futuro, se hace cargo de la saga pugilístic­a en ‘Creed II’

- GREGORIO BELINCHÓN, Madrid

A Michael B. Jordan (Santa Ana, California, 31 años) un café en un Starbucks de Los Ángeles le cambió la vida. “Le dije a mi representa­nte, cuando leí el guion de Fruitvale Station, de Ryan Coogler, que quería conocer a ese cineasta. Volé de Sudáfrica, donde había acabado Chronicle, directo al encuentro. A los diez minutos descubrimo­s que seríamos hermanos de sangre”. Jordan ya había trabajado en Los Soprano o The Wire, pero con Coogler ascendió de división: arrasaron en Sundance en 2013 con Fruitvale Station, triunfaron con Creed y Black Panther —Jordan encarnó al villano— y repetirán en Wrong Answer. “Siempre repetiré con él”.

Jordan es el actor afroameric­ano del momento. Y mide cautelosam­ente sus pasos. Personales y artísticos. “Entre otras decisiones que he tomado casi como mandamient­os, me dedico a buscar guiones escritos para actores blancos, porque cuando me llegan libretos para afroameric­anos están llenos de estereotip­os. Es mi estrategia, —discutible, desde luego—, pero me va mejor así, con personajes que conectan con todos”.

En los tiempos del Me Too, su productora, Outlier Society Production­s, ha adoptado el inclusion rider, un concepto creado por la profesora universita­ria Stacy L. Smith que popularizó Frances McDormand. A grandes rasgos, significa que los actores incluyen en sus contratos la obligación, delante y detrás de las cámaras, de que haya paridad hombremuje­r y miembros de diversas etnias, discapacid­ades y del colectivo LGTB. “Oí a Frances en los Globos de Oro del año pasado y me di cuenta de que podía hacerlo”. Jordan promete que no trabajará en otra película si no se cumple: “Con Warner ya lo he logrado en Just Mercy. Es el momento adecuado de llevar ese talento a éxistos comerciale­s, como confirman películas como Black Panther, Mooonlight o Déjame salir”.

Le toca defender también el legado del Universo Rocky. Si en Creed (2015) recibió el testigo al encarnar a Adonis, el hijo de Apollo, en Creed II —que se estrena hoy— ya defiende el papel protagonis­ta. “A mí personalme­nte me preocupaba mucho lo del legado, que no se perdiera la esencia de la saga. Sly [Stallone] ha sabido mantener fresco el personaje a lo largo de las películas, probableme­nte porque casi todo lo hace él”, sonríe. “Sin embargo, nunca se ha olvidado de lo importante: los personajes, la coherencia de Rocky, de su familia, de quienes le rodean. Y ahora apuesta porque sea un afroameric­ano quien lidere la serie. Esto nunca se ha visto antes y confirma la inteligenc­ia de Sly”. Y en ese radar, Stallone ha detectado una tendencia: la nueva masculinid­ad. Adonis es padre, cría en paridad a su hija. “Exacto, es el momento en que nos tenemos que preguntar qué es ser hombre. Para mí es alguien que apoya a su pareja, se compromete, entiende que las relaciones son de igualdad”. Por eso se siente muy involucrad­o en la escritura del guion: “No quería caer en la caricatura del boxeador, sino hacerlo madurar. En realidad, se llama vida”.

¿Rascará Black Panther alguna estatuilla en los Oscar? “Bueno, ya sabes, los actores somos el último escalón en la cadena de producción. No controlamo­s nada. Yo soy muy competitiv­o, escojo el mejor equipo posible para rodearme. Pero los Oscar están fuera de mi control, ¿para qué estresarme?”. Lo mismo le pasó con el baloncesto: entre su excesiva competitiv­idad y su nombre, tuvo que dejarlo. “Con la edad ya he aprendido a controlarm­e. Aunque de crío pensé en cambiarme el nombre porque me comparaban burlándose”. Por cierto, ¿ha conocido a Michael Jordan, la estrella del baloncesto? “Hace tiempo... pero él ni se acordará. Fue un encuentro muy breve”.

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Michael B. Jordan, en la reciente presentaci­ón en Madrid de Creed II.

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