El Pais (Valencia)

La única diferencia es Messi

Valverde aplica el mismo libro que el último curso, pero el 10 ha pasado de ser el jugador con más minutos al séptimo

- JORDI QUIXANO, Barcelona / M. MORENATTI (AP)

Se sentó en el banquillo del Sánchez Pizjuán y poco más pudo hacer que cruzar los dedos a la espera de un milagro porque su once inicial parecía un chiste malo, un equipo tan descompens­ado como estrafalar­io cuando su frase de cabecera siempre se remitió al equilibrio táctico. No salió adelante la descabella­da apuesta de Ernesto Valverde, toda vez que su equipo recibió dos goles del Sevilla en la ida de los cuartos de la Copa, pero nadie en el Barça se echó las manos a la cabeza. El técnico no quiere otro sonoro batacazo como el que se llevó en Roma en el curso anterior —que enfureció a la directiva del mismo modo que destempló a la afición porque vio cómo el Madrid alzaba su tercera orejona consecutiv­a—, cuando el equipo azulgrana quedó apeado de los cuartos de la Champions tras desaprovec­har el expresivo 4-1 del Camp Nou. Y para que funcione el plan, al menos el europeo, todo pasa por Messi. La única diferencia del librillo técnico.

Desde que llegó al club, Valverde siempre ha ido de la mano de Messi porque prefirió darle altavoz antes que hacer como Guardiola, que trató de descifrar sus silencios. Ya en el curso anterior, cuando asumió el banquillo y Leo regresó de un amistoso con Brasil, se reunieron para hablar sobre el equipo y sus ideas futbolísti­cas. Poco después, tras el primer encuentro liguero, descifró su receta: “Estamos encantados de articular el juego sobre Messi. Lo que quiero es que participe en la construcci­ón y esté cerca de la finalizaci­ón, que es donde marca la diferencia”, respondió después Valverde. Por entonces, como ahora, Messi era el santo y seña del Barça, la bandera y el escudo azulgrana. La diferencia, sin embargo, estriba en su participac­ión en el terreno de juego; mientras que el año pasado, a estas alturas, sumaba 2.552 minutos —el que más del equipo—, en esta temporada es el séptimo con 1.914, por detrás de Piqué (2.430), Alba (2.353), Ter Stegen (2.340), Rakitic (2.311), Busquets (2.271) y Luis Suárez (2.133). Y esas ausencias marcan la diferencia. Al menos en la Copa.

Acusado de timorato con la gestión del filial, también se le señala a Valverde como un entrenador pragmático porque, se dice, no busca revolucion­es, sino resultados que garanticen su continuida­d. Hasta el punto de que en el Camp Nou se le reclamaba menos protagonis­mo en la Copa para definirse en la Liga y en Europa. Aunque la alineación frente al Sevilla indicó lo contrario y pareció toda una rebelión que en la rueda de prensa le hicieron notar, quizá contagiado­s por las palabras de Piqué —“intentarem­os remontar en la vuelta y delante de nuestra afición lo podemos conseguir, pero si no puede ser, otro año será”, dijo—, siempre portavoz del equipo. “Para mí no es un marrón la Copa. Cuando la ganas muchas veces puede parecer esto y no te das cuenta de lo que vale hasta que la pierdes”, se defendió el técnico.

Pero tan extraño resultó el once que debió explicarse: “Reconozco y sé que en la pasada Liga pagamos el esfuerzo de seguir en la Copa. Este año estamos rotando más jugadores porque pensamos que es lo mejor”. Ocurre, sin embargo, que la tesis no se sostiene: en la campaña anterior, a estas alturas, siete jugadores sumaban más de 2.000 minutos (en esta son seis); seis sumaban más de 1.000 (en esta, ocho); y siete más de 500 (tres). Así, la diferencia estriba únicamente en Messi.

“No me arrepiento de haberlo dejado en casa”, respondió El Txingurri tras caer en Nervión. Sobre todo porque lo quiere a tope para los duelos decisivos de Europa, también para el sprint final liguero. Y, si hace como en el año pasado, también para la vuelta de la Copa. Pero eso está por ver.

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Valverde, en el partido del miércoles ante el Sevilla.

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