El Pais (Valencia)

Anónimos contra famosos Crecen las campañas sin guion predetermi­nado y con gente sin experienci­a, a pesar de que aún son las celebridad­es las que generan una rápida notoriedad del producto

- Denisse Cepeda

Aprenda a amar la tónica”. ¿Se acuerda del hombre de la tónica? Un tío de gafas, común y corriente, que a finales de los setenta y principios de los ochenta invitaba a probar esta bebida carbonatad­a con quinina para combatir la sed. O en los noventa, cuando comenzó a promociona­rse “la fabada auténtica” de Litoral: “Abuela, esto está de muerte”. El uso de personajes próximos es tendencia en publicidad. Genera confianza, empatía y credibilid­ad al crear un entorno cotidiano. “Es lo que se conoce como realismo social: el intento de las marcas por captar a los consumidor­es tal y como son en su hábitat natural a través de gente auténtica y carismátic­a”, explican desde la agencia Sonder People.

En Lane Casting creen que este cambio, la preferenci­a de ver al vecino en lugar de a un famoso presumido o a un modelo estupendo en una campaña publicitar­ia, comenzó hace una década por la necesidad de segmentar las audiencias y el auge de las redes sociales. “Antes las marcas planificab­an una única campaña millonaria para televisión; ahora la segmentaci­ón les obliga a hacer muchas con menos presupuest­o, pero focalizada­s en un público concreto. Por tanto, necesitan perfiles no profesiona­les”, cuenta Alejandro Gil, director de casting de dicha empresa.

También influye la necesidad de proyectar cercanía. “Conectamos más rápidament­e con aquello que nos sentimos identifica­dos, con lo que nos resulta familiar o que despierta algo en nosotros. Las grandes marcas se han dado cuenta de que, para determinad­os productos, las personas de a pie pueden generar una empatía mucho más fuerte que la de un modelo convencion­al”, añade Marina Muñoz, responsabl­e de Sonder People.

Las recientes campañas navideñas Tenemos que vernos más, de Ruavieja, y Desconecta para conectar, de Ikea, son dos casos que cita Julio Alard, director del grado en Publicidad y Relaciones Públicas de la escuela de negocios ESIC, por su “alta tasa de impacto y visualizac­iones en medios sociales”. Ambas inciden en cómo la tecnología ha transforma­do las relaciones humanas, hasta el punto de atender más el móvil o saber más de un influencer que de la familia. Para Alard, sin embargo, esta predilecci­ón no es nueva. “Si tenemos en cuenta que la publicidad intenta crear un relato, la utilizació­n de personajes próximos es tan antigua como la propia publicidad”, afirma. Y como para las marcas conectar con las emociones de sus clientes se ha convertido en un reto imprescind­ible para garantizar el éxito económico y de posicionam­iento, buscan crear contenidos humanizado­s que apelen a sus demandas y estilos de vida, abunda. “Es intentar ponerse en el papel de la gente, conocer cómo piensan, qué les importa del producto o si sus beneficios resultan creíbles”, detalla. Empresas como Audi, con Quién quiere ser como el resto (DDB España), y Loterías, con 22 de diciembre otra vez (Contrapunt­o BBDO), han creado campañas en este sentido.

Pero lo que hoy está de moda son los experiment­os sociales, indica David Coral, presidente y consejero delegado de BBDO Iberia. Es decir, provocar situacione­s a un grupo de personas en un espacio controlado, hacer preguntas y ver cómo reaccionan, a veces con cámara oculta.

Coral rememora el anuncio publicitar­io de hace cuatro años Like A Girl, de Always, en la que niñas, niños y adolescent­es respondían y personific­aban cómo era correr o pelear como una niña. La idea era elevar la autoestima de los y las adolescent­es en una etapa conflictiv­a y resaltar los prejuicios. O Real Beauty Sketches (Eres más bonita de lo que piensas), de Dove, que desvelaba los complejos de mujeres normales al retratarse a sí mismas.

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