El perdedor del pulso Iglesias-Errejón
Espinar fue uno de los apoyos más incondicionales del secretario general pese a no cumplir sus aspiraciones En su mandato ha habido tres portavoces en la Asamblea
atrás una fama manifiestamente mejorable entre las corrientes enfrentadas al pablismo. Errejonistas y Anticapitalistas le tildan de soberbio, arrogante y de poner a la organización en Madrid al servicio exclusivo del líder del partido. Por contra, en el PSOE, con independencia de las formas, le reconocen como un interlocutor de palabra. “Lo que dice, lo cumple”, sentencian socialistas del Senado y la Asamblea de Madrid.
Si algo ha caracterizado a Espinar en sus poco más de dos años como secretario general en Madrid es su habilidad para elegir los tiempos y adaptarlos a sus intereses. Aunque para ello no se respetasen ni las festividades más arraigadas. Por ejemplo, a Espinar no le tembló el pulso en el cese de José Manuel López, afín a Errejón, como portavoz en el Parlamento madrileño la víspera de la Nochebuena de 2016. Le sustituyó Lorena Ruiz-Huerta. Al año siguiente, Espinar eligió el día de Nochebuena para remodelar la dirección, concediendo más presencia al errejonismo en detrimento de los Anticapitalistas. Su renuncia ayer es la última muestra: “Elige cómo irse; la otra opción era montar una alternativa a Errejón. Y nadie, hoy por hoy, quiere hacerlo”, afirman diputados regionales y del Congreso de Podemos.
Ironías de la política, Espinar probó su propia medicina en uno de sus días más felices: RuizHuerta dimitió por sorpresa en octubre, con Espinar a punto de estrenarse como padre. Pero tal vez el mayor problema era la incomodidad que a Espinar le podía suscitar el cuadro en el Parlamento regional de su padre, expresidente socialista de la Asamblea y que fue imputado por las tarjetas black. Un escándalo que colisionaba de lleno con los postulados de Podemos contra la casta.