Cs vota a favor de no pactar con la extrema derecha en Barcelona
Mariano Rajoy de La Moncloa, tuvo que dejar la coordinación general. Pese a ello, un 30% de la militancia del PDeCAT se mostró contraria a la manera como se había gestionado el cambio.
El entorno de Puigdemont no ha logrado hacerse con el control total del PDeCAT. Una muestra es la resistencia de una parte a aceptar que no se tramiten los Presupuestos Generales del Estado. El debate no se ha podido frenar en seco y cada día se escuchan voces disonantes. En el congreso donde salió Pascal, la militancia se mostró abierta a colaborar con La Crida, pero se aseguraron de que cualquier fórmula tuviera que ser refrendada.
El presidente del PDeCAT, David Bonvehí, siempre había puesto como línea roja que La Crida fuera un partido, algo que ya es. Una muestra de ello es la candidatura de Quim Forn al Ayuntamiento de Barcelona, en la que estará la portavoz Elsa Artadi. Las voces en contra de ceder ante Puigdemont, algunas del mundo municipal, son pocas. “La voluntad de sumar no puede ir nunca acompañada del miedo y el acomplejamiento de decir lo que piensas y lo que eres”, escribió Pascal en La Vanguardia esta semana. Por lo pronto, tampoco tienen un líder claro. El Ayuntamiento de Barcelona aprobó ayer con los votos de todos los partidos salvo el PP una proposición impulsada por ERC en la que la ciudad de Barcelona se compromete a aislar a la extrema derecha y en contra de que los partidos del consistorio pacten acuerdos políticos con los partidos de ultraderecha. El texto contó con los votos de Ciudadanos, que en Andalucía ha formado gobierno con el PP gracias a los votos de Vox.
Al concejal de Ciudadanos Koldo Blanco le llovieron críticas de todos los partidos por este acuerdo de su formación en Andalucía, pero negó reiteradamente haber pactado “con un partido ultra en Andalucía. Nosotros hemos pactado con el PP, no tenemos nada que ocultar”, se defendió. El concejal lamentó que el texto hable de aislar a la extrema derecha “pero no de la extrema izquierda, que puede ser igual de totalitaria” y reprochó al ex presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, que cuente con el apoyo de “ultras de Bélgica y Holanda”.
En su defensa del texto, la concejal de ERC Gemma Sendra defendió que Barcelona debe reafirmar “el compromiso con los valores democráticos y el rechazo al discurso del odio, y denunciar y aislar a la extrema derecha, al contrario de lo que han hecho Ciudadanos y el PP con Vox”.
Por parte del PP, también Alberto Fernández Díaz, reprochó a Puigdemont que tras huir a Bélgica “cuente con el apoyo de partidos europeos xenófobos” y rechazó también el apoyo de la CUP, “un partido antidemocrático”, a los gobiernos independentistas, así como que la izquierda independentista no condene actos que “respalden a radicales o se abracen con Otegi”.
que encadena y persigue a sus opositores políticos y a cualquiera que ponga en duda su modelo conservador, retrógrado e indisoluble”.
La alianza entre estas tres fuerzas ha provocado una nueva agitación en la política gallega. El histórico líder nacionalista Xosé Manuel Beiras, que abandonó el BNG para fundar el partido Anova y aliarse a Podemos y Esquerda Unida en la confluencia En Marea, dio un giro inesperado a su estrategia esta semana y abogó por sumarse a la coalición de gallegos, vascos y catalanes. Las palabras de Beiras levantaron nuevas tensiones en En Marea, ya sometida a una enorme crisis interna. La líder del BNG, Ana Pontón, rechazó tajantemente la posibilidad de integrar al grupo de Beiras.