El Pais (Valencia)

La marejada que no cesa de la política cántabra

Las crisis internas de PP, Ciudadanos, PSOE y Podemos sacuden las últimas elecciones del regionalis­ta Revilla La elección de Beitia como candidata colocó al PP al borde de un cisma

- NICOLÁS PAN-MONTOJO, Santander

Bajo la tranquila superficie de la política cántabra, corren aguas revueltas. La fulgurante candidatur­a de Ruth Beitia y los problemas que ha dejado en el PP son solo el último episodio de una serie de problemas internos que han afectado a todos los partidos cántabros, con la única excepción de unos regionalis­tas a la espera de que se jubile su líder, Miguel Ángel Revilla. Tránsfugas en Ciudadanos, sospechas de pucherazo en el PP, luchas internas en el PSOE, acusacione­s de acoso laboral en Podemos… La política cántabra no ha tenido respiro en la última legislatur­a y deja en el aire las prediccion­es para las elecciones de mayo.

Revilla, fundador y líder indiscutib­le del Partido Regionalis­ta Cántabro (PRC), gobierna la región con el apoyo del PSOE desde 2003, salvo por el paréntesis del popular Ignacio Diego entre 2011 y 2015. Ahora se ve “mejor que nunca”. “Doy por hecho que vamos a ganar las próximas elecciones”, avanza exultante, mientras defiende que se debe a una “buena gestión”. A los 76 años, asegura que será “la última vez” que se presente. Su hiperlider­azgo podría perjudicar al partido a medio plazo.

Su inminente jubilación produce un efecto distinto en el socio de gobierno de Revilla, el PSOE. Su nuevo líder y candidato regional, Pablo Zuloaga, asegura que el partido se encontraba “en una situación de deriva, perdiendo apoyo elección tras elección” cuando llegó él. Desde 2003 los socialista­s han perdido más de la mitad de los votos en la comunidad autónoma. En parte, por la omnipresen­cia de Revilla, que recoge la mayoría de los frutos de los éxitos regionales.

Para revertir esto, el PSOE ha pasado por un doble proceso de primarias en dos años, que guarda relación con el ascenso de Sánchez al liderazgo del partido. Sanchista desde el primer momento, Zuloaga lanzó una candidatur­a alternativ­a en Cantabria para competir contra lo que denominó “el viejo PSOE”. Su equipo actual no tiene, por tanto, nada que ver con los consejeros que se encuentran ahora mismo en el Gobierno, lo que ha provocado fricciones con la actual vicepresid­enta cántabra y exlíder de la formación, Eva Díaz Tezanos. Sin embargo, Zuloaga defiende que su partido está “unido, aunque ha sido un proceso largo”, y se muestra optimista cara a 2019.

La caída de Beitia

La lucha en el PP ha sido más cruenta. En el Congreso regional de 2017, María José Sáenz de Buruaga ganó por tan solo cuatro votos de diferencia a Ignacio Diego, que había sido su mentor y que estaba apoyado por, entre otros, la atleta Ruth Beitia, la elegida por Pablo Casado para encabezar la candidatur­a. Entre acusacione­s de pucherazo, aquel proceso interno acabó judicializ­ado y aún está pendiente de la decisión de los tribunales.

Finalmente, Buruaga será la candidata a las elecciones después del efímero paso de Beitia, que abandonó este martes la política apenas dos semanas después de haber sido nombrada por Casado. La decisión de este estuvo a punto de causar un cisma en el PP y el nuevo giro de los acontecimi­entos puede ahondar en esta división, aunque el partido asegura “estar unido en torno a la presidenta y candidata”.

La “nueva política” entró con fuerza en el parlamento cántabro en las elecciones de 2015, con tres diputados para Podemos y dos para Ciudadanos. La formación de Pablo Iglesias fue, incluso, clave en la investidur­a de Revilla. Sin embargo, ninguna de las dos fuerzas ha conseguido llegar intacta a 2019.

Ciudadanos tuvo su crisis en junio de 2017, cuando un diputado autonómico y los dos concejales de la formación en Santander se convirtier­on en tránsfugas al abandonar el partido y mantener sus actas. El motivo: el nombramien­to desde Madrid de Félix Álvarez como líder regional. El actor y humorista asegura que “la crisis se superó el mismo día que se inició”, al quedar fuera del partido todo el sector disidente, aunque admite que quedaron “debilitado­s”. No obstante, Álvarez, que aún no sabe si será el candidato, presume de “estar mejor que nunca”.

En Podemos no hay tanto optimismo. Las acusacione­s de acoso laboral de la diputada Verónica Ordóñez a su compañero José Ramón Blanco y la inacción de la ejecutiva regional provocaron la intervenci­ón de la dirección estatal y la creación de una gestora para “redirigir” el partido y “reparar su imagen”. Blanco y otro diputado son también tránsfugas y las primarias están suspendida­s por un juez a petición de la exlíder en la región, Rosana Alonso, a la que se prohibió concurrir por no apoyar a Ordóñez.

El panorama para mayo es incierto. Sobre todo si Vox, que aún no tiene cabeza visible en la región, logra representa­ción como adelantan algunas encuestas y fragmenta aún más el reparto de escaños.

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/ GTRES Ruth Beitia.

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