La montaña manda en el rescate de Julen
Los mineros avanzan con lentitud hacia donde creen que está el niño, a través de microvoladuras
—que cuenta con 26 profesionales— también incluía el uso de una cámara para introducirla un pequeño agujero e intentar ver el lugar donde está Julen.
La difícil tarea también contó con la participación de especialistas de montaña y espeleología de la Guardia Civil. Son los encargados de realizar las microvoladuras, que quiebran las rocas con explosivos cuya carga y mezcla deciden en función de las características del subsuelo. Se trata de una operación lenta, que requiere que los mineros realicen orificios en la piedra, que salgan del pozo para ceder su espacio en la estructura metálica a los agentes y que, una vez todos fuera, procedan a una detonación controlada. Es un proceso que ocupa algo más de dos horas y que requiere la extracción forzada del aire contaminado tras la explosión. Un helicóptero de la Guardia Civil tuvo que partir pasadas las once de la mañana hacia Sevilla para recoger más explosivos.
Junto a la plataforma habilitada para su aterrizaje hay espacio para otra aeronave sanitaria, así como una UVI móvil. También se retiraron ocho de las 12 máquinas con las que se han excavado 40.000 metros cúbicos de tierra en los últimos días. “Se han movido, además, 82.000 metros cúbicos en la ladera, lo que hubiera llevado meses en otras circunstancias”, explicó Juan Arrabal, coordinador técnico de dichos trabajos.
Además de los tres topógrafos, se incorporaron al dispositivo cuatro guardias civiles de Baleares y Cantabria, del Servicio de Montaña, que fueron trasladados desde sus lugares de residencia en helicópteros del Instituto Armado, según informó ayer Jorge Martín, portavoz de la Guardia Civil. “Quiero recordarles que cuando el grupo [minero] encuentre a Julen, quien rescatará al niño será de la Guardia Civil”, explicó Martín.
Todo estaba listo para el momento en el que se localice a Julen. Los mineros siguen realizando turnos de trabajo que alargan todo lo posible hasta que quedan exhaustos. “Ellos mandan, ellos saben mejor que nadie cuándo deben seguir o parar”, contó ayer Delgado Bonilla, que confiaba —sin garantías— en que se pudiera llegar al lugar donde se cree que está el menor lo antes posible. El objetivo de la brigada minera es conseguirlo cuanto antes. Por eso disponen de un campamento con camas, zona para comer e, incluso, secadora para su ropa de trabajo. Ninguno de ellos ha abandonado la ladera desde el jueves por la mañana. No lo harán hasta encontrar a Julen.