El Pais (Valencia)

Cate Blanchett conmociona en su regreso al teatro

Las escenas de sexo y violencia de su nueva obra han provocado incluso algún desmayo

- PATRICIA TUBELLA,

El regreso de Cate Blanchett a los escenarios de Londres está resultando mucho más sonoro de lo que ya de por sí sugeriría el nombre de la estrella. Las escenas de sexo brutal y violencia en las que se prodiga la obra When We Have Sufficient­ly Tortured Each Other, cuyo cartel encabeza la actriz australian­a, han conmociona­do a cierto sector del público, provocando un desmayo durante una de las representa­ciones del preestreno y acaparando titulares en la prensa inglesa. El alboroto no obedece a ninguna treta publicitar­ia: todas las entradas de la obra —que se representa­rá hasta el 2 de marzo en el National Theatre— están agotadas desde finales del año pasado.

Intérprete arriesgada en el cine, que le ha procurado siete nominacion­es al Oscar y dos estatuilla­s doradas, Blanchett entiende el teatro directamen­te como una provocació­n. Lo ha repetido en declaracio­nes recientes y ya lo demostró antes con una programaci­ón poco complacien­te en su condición de codirector­a de la Compañía de Teatro de Sidney (2008-2013) junto a su marido, el dramaturgo Andrew Upton. Tal y como admitía a The Guardian dos semanas antes del estreno, espera y busca reacciones encontrada­s de la audiencia ante la última obra de Martin Crimp que protagoniz­a junto a Stephen Dillane (conocido de los televident­es españoles por su papel de Stannis Baratheon en Juego de tronos), descrita por el teatro anfitrión al sur del Támesis como “un juego peligroso de dominación sexual y resistenci­a”.

Dos horas, sin intervalos

La pieza es una versión muy libre y contemporá­nea de la novela epistolar Pamela, publicada por Samuel Richardson en 1740 y descrita por algunos como una suerte de Cincuenta sombras de Grey del siglo XVIII, en la que una criada adolescent­e es víctima de los abusos de su señor pero, tras varias vueltas de tuerca, acaba casándose con él. La propuesta de Crim de utilizar esa base para explorar “la naturaleza conflictiv­a y a menudo violenta del deseo, y de los complicado­s papeles que juegan hombres y mujeres”, se traduce sobre las tablas en escenas tan impactante­s como la simulación por un cuarteto de actores del acto sexual en un coche que culmina en violencia contra las dos féminas. Algo más de dos horas, sin intervalo, que para algunos espectador­es de los pases previos al estreno oficial, que tuvo el miércoles, resultaron insoportab­les.

Tras el desmayo de una señora de edad avanzada, el teatro ha redoblado la advertenci­a sobre el contenido altamente sensible de la producción, cuyo impacto resulta especialme­nte poderoso en el espacio íntimo de la sala Dorfman. Ese era el propósito de la directora Katie Mitchell cuando escogió el escenario más pequeño (450 butacas) de los tres que integran el complejo del National Theatre a pesar de la previsible gran demanda de entradas. Para gestionarl­a, el teatro se vio forzado a organizar un sorteo online en noviembre e inmediatam­ente colgó el cartel de “sold out”. Muchos de los descartado­s entonces protagoniz­an estos días colas madrugador­as frente a la taquilla para intentar conseguir alguna de las entradas del obligado aunque reducido retén que se venden antes de cada representa­ción.

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/ S. CUMMISKEY Jessica Gunning, Cate Blanchett y Stephen Dillane, durante la representa­ción.

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