La pasarela reivindica la marca España sin Palomo Spain
Los desfiles del próximo otoño / invierno de la cita de la moda madrileña comienzan con una firme apuesta por reinventar los códigos nacionales y grandes ausencias
Mientras Madrid afrontaba la quinta jornada de la huelga de taxis, el interior del pabellón 14.1 de IFEMA acogía el primer día oficial de desfiles con una audiencia que respiraba aliviada por haber conseguido llegar a su destino. Este año la semana de la moda madrileña se adelanta a enero con la intención de concentrar más compradores y prensa extranjera, aprovechando la cercanía geográfica con la recién finalizada alta costura en París y evitando solaparse con otras citas internacionales.
La agenda de esta edición viene marcada por notables ausencias. Entre ellas, la de Alejandro Gómez Palomo, el cordobés capaz de reclutar en sus desfiles a Pedro Almodóvar o Lindsay Lohan gracias a las propuestas sin género de su firma Palomo Spain. “Desfilaremos en Nueva York porque tiene más sentido a nivel de beneficios”, explica a este diario el día antes de arrancar la cita. Buena parte de sus compradores están en los templos del lujo más exclusivo de Estados Unidos. “Adoro mi país, pero el problema es el de siempre: en España no hay cultura de invertir en moda y al final tenemos que mirar por nuestro negocio”.
María Escoté, su compañera de veredictos en el jurado de Maestros de la Costura (TVE) tampoco desfila: “Estamos preparando la presentación de la próxima colección fuera de la MBFWM, pero no descartamos volver”. El vacío se hace extensible a algunas de las firmas más jóvenes y estimulantes. El dúo María Ke Fisherman pone en duda que los desfiles tradicionales sean la mejor forma de conectar con el hicieron acto de presencia, pero “sin caer en la obviedad del folclore andaluz”. La traca final llegó cuando las modelos se subieron a una mesa de 30 metros para cerrar el desfile, asegurándose la foto de la jornada.
El día comenzaba con la misma intención. Oteyza, capitaneada por Paul García y Caterina Padeña, recuperó su influjo patrio con una propuesta bastante más explícita que la de Duyos. El capote segoviano o el sombrero cordobés se subieron a las tablas del Teatro Español en la plaza de Santa Ana, mientras el pintor Fernando Mastretta improvisaba una obra digital inédita como escenografía.
Más estimulante resultó la propuesta de Ana Locking, inspirada en Kaspar Hauser, un joven que, según la leyenda, vivió en cautiverio en la Europa del siglo XIX sin saber comunicarse. El mismo problema, dice la diseñadora, que comparten las nuevas generaciones una vez abandonan el mundo virtual. “Son capaces de decir 'te quiero' en mil emoticonos, pero cuando se enfrentan cara a cara con sus seres queridos carecen de sensibilidad”, reflexionaba. Con un caballo hinchable a lo Jeff Koons como telón de fondo —el tal Hauser jugaba con un caballito de madera—, la toledana presentaba por primera vez jerséis de punto y vestidos de noche que no se verán en los Goya. “Me llamaron para vestir a la presentadora [Silvia Abril], pero las fechas casi se solapan y es imposible llegar a todo”.
Numerosas firmas comparten el sentir de la diseñadora, dejando a la vista el principal contratiempo que ha provocado el cambio de calendario. Hannibal Laguna y Roberto Verino, sin embargo, no tiran la toalla y vuelven a presentar colecciones autorreferenciales repletas de vestidos concebidos para alfombras rojas y eventos varios. El tándem The 2nd Skin Co hizo lo propio, fiel a su ADN, y se negó a olvidar el encaje, los lazos y las lentejuelas. El traje de cóctel, viejo conocido de la moda española, se resiste a morir.