Menos debates y mandatarios, más negocios
La edición del WEF que se cerró ayer en Davos es una de las que menor presencia de líderes políticos ha tenido en buena parte de los 71 años de trayectoria del evento. Tanto que algunos analistas se preguntaban si Davos ha llegado ya a su cima e inicia el declive.
Pero si el éxito de la reunión se mide por la marcha de los negocios, no parece que se pueda hablar de fracaso. “Como la gente no tenía que escaparse a escuchar a los líderes hemos tenido más trabajo que nunca”, aseguraba una ejecutiva. “Para nosotros ha sido una de las mejores reuniones en años”, confesaba un ejecutivo español. dudas que provoca la guerra comercial han surgido en el 90% de las reuniones en las que he estado”, explica Carlos Pascual, antiguo embajador estadounidense y actual vicepresidente de la consultora de riesgos IHS Markit.
“Es lo que está moviendo el mercado del petróleo, por ejemplo. En octubre, con el barril en 86 dólares, el FMI alertó en Bali de que, si entraban en vigor todos los aranceles comerciales anunciados por Estados Unidos y China, estos restarían al crecimiento de la economía del gigante asiático 1,6 puntos porcentuales. Hoy el Fondo prevé un precio del barril de crudo entre 55 y 60 dólares para este año”, recalcaba en una pausa para el café.
Hacer frente a la situación
la vista de las intervenciones de esta semana, nada en el Foro Económico, ni fuera de él, hace prever una rápida resolución de este enfrentamiento.
Las autoridades de Pekín están convencidas de tener herramientas suficientes en la recámara para hacer frente a un agravamiento de la situación, si llega el caso. Por ejemplo, solo con reducir el coeficiente de reservas de los bancos —14,5% para las grandes instituciones financieras, 12,5% para las más pequeñas— puede suponer un importante impulso para la economía, mayor incluso, según Fang Xinghai, que una bajada de los tipos de interés.
Como ya hiciera en su día en el mismo escenario el presidente chino Xi Jinping, su segundo ha defendido esta semana en Davos el compromiso del gigante asiático para “construir la paz mundial, promover el crecimiento económico y defender el orden internacional”. Solo que el vicepresidente chino se ha brindado a hacerlo desde “el socialismo con características chinas”, es decir, globalización y apertura económica sí, en ningún caso política.
Uno de los ataques más duros contra China llegaba en la noche del jueves de la mano del especulador reconvertido a filántropo, George Soros, que en su cena anual en el Foro advertía del peligro que supone la China de Xi para las sociedades abiertas. Esta guerra sí que no ha hecho más que empezar.
Ersek, consejero delegado de Western Union en un panel del Foro. Aunque “el actual ambiente proteccionista no ayuda en nada a las empresas que tenemos actividad en diversos países”, admitía.
Para Mann, el mayor riesgo es que las guerras comerciales acaben limitando la inversión transfronteriza, lo que provocará un deterioro inmediato de la economía global. “La alternativa es promover acuerdos comerciales que aumenten la integración. Las guerras comerciales son consecuencia del freno en la globalización”, aseguraba la economista de Citigroup. “Los servicios representan entre el 60% y el 70% de la producción, el empleo y el consumo a nivel mundial. Desde el euro, no ha habido ningún acuerdo para abrir los servicios transfronterizos y ese debe ser el futuro”, concluía.