Una presa barata y poco segura
El desastre minero en el municipio de Brumadinho aumenta además el recelo con el que las organizaciones ambientalistas perciben al Gobierno de Jair Bolsonaro que, aunque finalmente ha decidido no retirarse del acuerdo de París contra el cambio climático, sopesó desmantelar el Ministerio de Medio Ambiente para fundirlo con el de Agricultura. La técnica utilizada para construir la presa que colapsó es, según los expertos, la más barata y menos segura.
“Si la ley prohibiera la construcción de represas ascendentes [hechas con los propios residuos] por encima de las comunidades humanas, como hacen muchos países, tendríamos menos desastres”, afirma Guilherme Meneghin, fiscal responsable del caso del desastre de Mariana, ocurrido hace tres años cerca también de Brumadinho.
Brasilia le impuso una multa de 250 millones de reales (58 millones de euros) y la Agencia Nacional de Minería le ordenó suspender sus operaciones en la mina.
“La empresa no puede salir impune, estoy orgulloso de trabajar en el valle, pero la gente necesita pagar por ello”, sostiene Diniz mientras sigue buscando algún indicio sobre el paradero de Lenilda. “Siempre hubo miedo de que algo sucediera en la represa”, añade. Brasil ha sufrido en las últimas décadas catástrofes como esta de Brumadinho. Solo en el Estado de Minas Gerais existen 450 presas de contención de residuos de la minería de los que 22 no tienen la estabilidad garantizada, según la secretaría de Medio Ambiente regional.
Permisos en regla