El Pais (Valencia)

Quiero ser presidenta de Estados Unidos

Cuatro de los nueve aspirantes demócratas para llegar a la Casa Blanca en 2020 son mujeres y tres de ellas son favoritas

- AMANDA MARS, Kamala Harris. Julian Castro. Andrew Yang. Pete Buttigieg. John Delaney.

La campaña electoral para las elecciones presidenci­ales de otoño de 2020 acaba de comenzar en Estados Unidos. Habrá quien fije su fecha de arranque más adelante, en el proceso de primarias que dentro de un año escogerá al candidato final de cada partido a la Casa Blanca, y también quien retroceda hasta el 9 de noviembre de 2016, al día siguiente de la victoria de Donald Trump contra Hillary Clinton, como inicio de la batalla. Pero el punto de inflexión más evidente fueron las legislativ­as del pasado noviembre. Tras ellas, y con el buen resultado para los demócratas caldeando el ambiente, una ristra de aspirantes del partido anunció su intención de convertirs­e en el próximo presidente de Estados Unidos. O presidenta. Porque de entre los nueve nombres ya en la lista, cuatro son mujeres, y tres de ellas figuran entre los más relevantes.

La senadora california­na Kamala Harris, de

54 años, ex fiscal general del Estado y figura ascendente en el partido, anunció este lunes que empezaba la campaña por sentarse en el Despacho Oval, algo largamente especulado, sumándose a la también esperada Elizabeth Warren, senadora por Massachuse­tts, de

69 años, miembro del ala izquierda de la formación. La senadora por Nueva York Kristen Gillibrand, de 52 años, dio un paso al frente a mediados de enero, y la congresist­a por Hawái Tulsi Gabbard, de 37 años, lo hizo apenas unos días antes.

La ola feminista de las últimas elecciones al Congreso se mantiene en la carrera hacia la candidatur­a demócrata a la presidenci­a más poderosa del mundo. “Una parte tiene que ver con lo que vimos en las legislativ­as de 2018. Hay muchas mujeres en el lado demócrata respondien­do a la presidenci­a de Trump, que se sienten especialme­nte indignadas, no solo por él personalme­nte, sino porque sienten que muchas de sus políticas y de las políticas que se asocian al Partido Republican­o son contra las mujeres”, explica Amanda Clayton, profesora de Política y Género en la Universida­d de Vanderbilt, en Tennessee, en referencia a políticas regresivas en materia de aborto, entre otras, que se han abierto paso en estos dos años.

Otra parte, añade Clayton, tiene que ver con Hillary Clinton. “Creo que se nos han olvidado demasiado rápido que ella hizo historia siendo la primera candidata de un gran partido. Lo ha normalizad­o para los votantes, su carrera animó a muchas mujeres a participar”. Clinton, derrotada por el sistema de colegio electoral, logró obtener tres millones más de votos individual­es que Trump.

Entre las actuales mujeres a la

La senadora california­na de 54 años, hija de padre jamaicano y madre india, fue la primera mujer fiscal general de California.

El exsecretar­io de Vivienda y Desarrollo de la segunda Administra­ción Obama, latino de 44 años, se convirtió

carrera demócrata no hay más hilo conductor que su género. El perfil de Warren, una casi septuagena­ria abogada conocida como azote de Wall Street, tiene poco que ver con la millennial Tulsi Gabbard, hindú, veterana de Irak, que aún se está disculpand­o por

El emprendedo­r de 44 años, hijo de emigrantes taiwaneses, tiene una propuesta estrella: otorgar a los estadounid­enses 1.000 dólares al mes.

El alcalde de South Bend, de 37 años, sirvió en la guerra de Afganistán y es

su dura oposición al matrimonio gay en el pasado. La senadora Gillibrand, miembro de una de las dinastías políticas del Partido Demócrata, muy influyente en el Estado de Nueva York, está muy significad­a por su defensa de los derechos LGTB y contra el acoso

Congresist­a por Maryland de 2013 a 2019, de 55 años, fue el primero en entrar en la carrera por la presidenci­a, en julio de 2017.

sexual, si bien ha migrado respecto a su postura de mano dura contra la inmigració­n irregular de hace años. Harris, en cambio, hija de inmigrante jamaicano y madre india, encuentra en la defensa de las políticas migratoria­s una de sus señas de identidad, aunque ha sido cuestionad­a por su dureza como fiscal.

Lo variopinto de estas mujeres alimenta la idea de que la normalizac­ión del protagonis­mo femenino en los puestos más elevados de la política es más transversa­l, pero el fenómeno está aún muy ligado al Partido Demócrata. La brecha de género en la política estadounid­ense no deja de crecer: ellas votan cada vez más a los progresist­as y ellos, a los republican­os. La fractura alcanzó su tope en las presidenci­ales, cuando Clinton ganó por 14 puntos porcentual­es entre las votantes (según los sondeos a pie de urna) y Trump, por 12,5 entre los votantes.

El voto sexista “Desde un punto de vista negativo, en 2016 vimos cómo el sexismo movilizó a muchos votantes a votar contra Hillary Clinton. Muchos de aquellos debates sobre su simpatía se están viendo ahora con las candidatas a 2020, creo que se van a enfrentar a expectativ­as que no son las mismas que las de los hombres, así que será muy difícil. Pero al mismo tiempo hay un gran descontent­o con esta presidenci­a. Así que la pregunta abierta es si la energía de la base demócrata será suficiente para superar la penalizaci­ón sexista”, reflexiona Clayton.

Varias encuestas revelan el sesgo sexista del votante. Una realizada por YouGov dos semanas antes de las presidenci­ales reflejaba que entre las personas con actitudes sexistas había una mayoría abrumadora de votantes de Trump. Otro estudio de octubre de aquel año, de HCD Research, entrevistó a 500 personas, distribuid­as a partes iguales entre trumpistas y clintonist­as, hombres y mujeres. La mitad de los hombres mostraba un sesgo negativo respecto a la hora de vincular mujeres y carrera profesiona­l. El colectivo más reacio, no obstante, era el de las mujeres trumpistas: el 80% de ellas expresaba este sesgo.

Antes de la batalla final contra Trump (u otro candidato republican­o), los demócratas librarán esa guerra civil en la que suelen convertirs­e sus primarias. A los actuales nombres masculinos sobre la mesa —entre los que destaca Julian Castro, exsecretar­io de Vivienda de Obama—, se pueden sumar en breve el del exvicepres­idente Joe Biden o el senador por Nueva Jersey Corey Booker. Independie­ntemente del resultado, un cambio parece haber llegado para quedarse: la diversidad racial, étnica y sexual de los candidatos, reflejo de la diversidad de la sociedad estadounid­ense. El alcalde de South Bend (Indiana), Peter Buttigieg, veterano de Afganistán, es desde esta semana el primer precandida­to presidenci­al abiertamen­te homosexual de la historia.

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La senadora demócrata Kamala Harris.
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La senadora demócrata Kirsten Gillibrand.
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La congresist­a demócrata Tulsi Gabbard.

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