El Pais (Valencia)

Última madrugada en Totalán

La casa en que estaban los padres de Julen se convirtió, tras el hallazgo del cuerpo, en el punto de reunión de decenas de personas

- MANUEL JABOIS,

Entre la una y las dos de la madrugada del domingo, el bar Arriba y Abajo de Totalán se vació de gente. Mucho antes se había quedado sin pan para seguir haciendo camperos, el bocadillo típico de la zona, pero siguió abastecien­do a sus clientes con pizzas

Ycaseras. No a periodista­s, o no solo. Alrededor de la medianoche, en ese bar vecino a un pino enfermo del que se desprendía­n procesiona­rias, había en el pueblo decenas de personas que no eran ni vecinos, ni periodista­s, ni familiares ni amigos de la familia de Julen Roselló, el niño al ahora, como suele ocurrir, ha llegado el momento de analizar por qué las noticias sobre el niño recibían tantas visitas en la Red; por qué el interés por los detalles técnicos de la excavación; por qué siendo la radio un medio que se escucha mientras se atiende a otra cosa conseguía con este relato que el oyente se quedara parado, como recibiendo el parte médico de un ser querido. ¿Por qué? Hay una razón poderosa: una vez que un medio decide convertir un suceso desgraciad­o en el núcleo de su jornada, ningún otro va a quedarse atrás.

Ni tan siquiera quien quisiera esquivarlo por aprensión, como es mi caso, ha podido escaparse: ha acaparado durante 13 días el espacio informativ­o. El elemento emocional se ha unido a la gesta de que se estaba buscando en un pequeño agujero de 113 metros. Estas personas se habían acercado desde Málaga y varias ciudades de Andalucía y el resto de España, como Madrid o Barcelona, para rezar y apoyar a los padres de Julen.

Cuando el bar iba a cerrar, algunos de los que estaban allí se fueron a hacer guardia alrededor de la casa en la que estaban los padres de Julen. Los vecinos, después de una última conexión con el programa de Ana Rosa Quintana que los mostró mirándose a sí mismos en la televisión, se fueron a sus casas. Y la mayoría de los periodista­s decidió pasear dos kilómetros hasta la curva desde la que los vehículos autorizado­s accedían al pozo en el que se realizaban los trabajos, a punto de concluir.

Una pista movía a la prensa a no moverse del lugar: la subdelegad­a del Gobierno en Málaga, María Gámez, se encontraba a esas horas en el pueblo. Otra se pudo ver en la retransmis­ión en

Gente llegada de otros lugares rezaba y apoyaba a la familia del niño

Tras hallar el cadáver, todos los que estaban allí se abrazaron

grandes profesiona­les que han logrado ponerse de acuerdo con una armonía inusitada en un país en el que a diario andamos a la gresca.

La pregunta ronda cualquier cabeza: si somos capaces de aunar esfuerzos en un trabajo de semejante sofisticac­ión, en el que se precisaba talento intelectua­l, esfuerzo físico y capacidad de improvisac­ión, ¿quién nos empuja y nos provoca para sucumbir al puñetero ambiente desquiciad­o que vivimos en España? ¿No ha sido este proceso contra reloj de rescate de un niño de dos años un episodio liberador que cuenta algo bueno de nosotros mismos?

Es fácil culpar ahora al pueblo de un exceso de sentimenta­lidad cuando no hemos hecho otra cosa que alimentar, con mayor o menor rigor, la emoción de este directo que se estaba haciendo a esas horas: numerosa gente se había empezado a mover en torno al pozo de Totalán, reuniéndos­e y hablando en grupos dispersos. Al día siguiente, el ingeniero que estaba a cargo de los trabajos, Angel García Vidal, dijo en Antena 3 que al saber que habían cuento desdichado. Tópico es regañar ahora a ese pueblo conmovido recordando que mientras un crío de Málaga contaba con la participac­ión de 300 profesiona­les para el rescate de un cuerpecill­o que ya suponíamos sin vida, morían niños en Siria, Afganistán o Yemen. La frágil psicología del ser humano no puede abarcarlo todo, igual que ha de selecciona­r los recuerdos para no sucumbir a un estado de hipersensi­bilidad sin tregua, y suele decantarse por el presente y por lo cercano.

Era muy fácil imaginar que Julen era un niño como el nuestro. Priorizar lo inmediato no responde a una exclusión, ni a una falta de sensibilid­ad sino a una natural empatía: se sufre más por aquello que se tiene delante de los ojos. ¿Por qué en vez de reprender a esos lectores, encontrado al niño muerto, se abrazaron todos los que se encontraba­n allí.

De noche, el cuerpo de Julen fue localizado por la Guardia Civil tras dejar expedito el camino los mineros a la 1.25. Una hora después, a las 2.21, se comunicó oficialmen­te la noticia. En medio, un coche de la Guardia Civil paró en la casa en la que se encontraba la familia de Julen, y las psicólogas se reunieron con los padres para anunciarle­s que su hijo pequeño (el mayor, Oliver, había fallecido en 2017 súbitament­e) había muerto tras precipitar­se en caída libre, según se supo después, por el pozo.

Primeros detalles

Al día siguiente, más allá de las explicacio­nes del delegado del Gobierno y del informe de la autopsia, se empezaron a conocer algunos detalles de una operación que ha tenido a miles de personas en vilo durante 13 días. Un bombero que prefiere mantenerse en el anonimato dijo a este periódico que el tapón de tierra que obligó a hacer otro pozo se encontraba seco el domingo en que cayó Julen, cuando ellos llegaron allí una hora después. Y que ya el lunes empezó a estar cada vez más y más húmedo; eso les hizo pensar que allí había agua. Un agente de la Guardia Civil presente en todo momento en el rescate, por su parte, confirmó que desde el primer momento los bomberos y agentes desplazado­s al lugar tuvieron “muchísimas dudas” de que un niño pudiese entrar por un lugar tan pequeño. Luego entendiero­n que, por raro que fuese, sí entraba.

Sobre el tapón de tierra que supone una de las grandes incógnitas de la caída de Julen, y origen de todo tipo de teorías, desde el dispositiv­o de rescate se cree que, a falta de las conclusion­es de la investigac­ión judicial intensific­ada tras la aparición del cadáver, es bastante probable que lo causara el propio niño con el rozamiento en la caída. De hecho, ellos mismos al meter mangueras y herramient­as fueron causando más desprendim­ientos al principio, ya que la tierra de las paredes laterales, al estar el pozo sin entubar, se caía con facilidad.

oyentes o espectador­es que hemos tratado de atraer de mil maneras, unas legítimas y otras perversas, estudiamos una vez más cómo abordar estos sucesos? Es lógico que el interés del pueblo se despierte cada vez que la vida de un niño esté en riesgo; pero cuando los medios optan por desbocar la emoción de los seguidores para sacar tajada están tomando una decisión ética que define su naturaleza periodísti­ca.

Lo esencial es no contribuir a ese espectácul­o carroñero que se ofrece a diario y con otros sucesos a un sector vulnerable de la población, que acaba por creer que vivimos en una sociedad amenazada y violenta.

El niño Julen se lo merecía todo, no hay que escatimarl­e el aliento de una sociedad conmovida. No fue en vano la búsqueda, su cuerpo sin vida también importa. Y ahora viene el duelo: el llanto sin consuelo de los padres; de nuestra parte, el silencio. Así debería suceder, pero no será. Vulnerarán de la peor manera posible el sagrado reposo del niño muerto.

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