El Pais (Valencia)

La tenista más buscada y filón para las marcas

- ALEJANDRO CIRIZA,

Es Naomi Osaka, toda una sensación, un torbellino que viene más y más fuerte y revienta barreras. 21 años, dos grandes ya en su expediente. Y el presente es suyo, y nada descartabl­e que el futuro lo sea también. Ganó hace cuatro meses su primer major, en Nueva York, aunque apenas pudo saborearlo porque Serena Williams emborronó su eclosión. Ayer, sin embargo, pudo desquitars­e en Melbourne pese a que Petra Kvitova le hiciera pasar otro mal rato y la condujera de nuevo al borde del llanto. En cualquier caso, la nipona se sostuvo y triunfó: 7-6, 5-7 y 6-4, en 2h 27m. Y, en consecuenc­ia, un impacto directo en la historia del tenis: ya es la primera jugadora asiática, hombre o mujer, que escala hasta el número uno del ranking mundial.

Marca Osaka un punto de inflexión, porque después de mucho vaivén y de un sube y baja constante —11 de las tenistas que están en activo se han sentado alguna vez en el trono—, el circuito femenino parece haber dado con una campeona sólida que llega dispuesta a quedarse en la azotea porque no sufre vértigos. Hacía cuatro años que una jugadora no lograba encadenar dos títulos mayores, entonces Serena; ahora, la que tiene el bastón de mando y gobierna es la japonesa, la 26ª número uno de la WTA, formidable soplo de aire fresco. Juega como los ángeles y confunde como nadie, porque detrás de ese tonillo infantil en el discurso y ese rostro amable esconde a una competidor­a feroz, que pretende comerse la historia a mordiscos.

Relevo de Halep

Además del US Open, el curso pasado festejó en Indian Wells y ha comenzado este 2019 como una flecha. Se impuso a la magnífica Kvitova (28 años) en una final que estuvo claramente partida en dos, emocionalm­ente muy exigente para ambas. En el segundo parcial la checa sorteó tres match points y la puso contra las cuerdas, encontrand­o una réplica excelente, litros de sangre fría y temple para finalizar la tarea. Más de uno temió por otro desenlace dramático para ella, otra vez lágrimas, como en Nueva York, pero no solo mantuvo el tipo sino que enfiló la victoria con la determinac­ión de las elegidas. Y ella, si no se tuercen mucho las cosas, lo es. De momento, el presente le pertenece, es suyo. Tiene 21 años, un juego que seduce al aficionado y un encanto que engancha a las firmas comerciale­s.

“Todavía no me creo lo que he conseguido, todo esto es muy extraño”, decía con incredulid­ad al recibir el trofeo de manos de la china Li Na, campeona en Australia (2014) y exnúmero dos. “Siento que estoy viva, pero que todo esto no es real del todo”, reconocía la joven, relevo de la rumana Simona Halep en el trono, inocente y vergonzosa durante el parlamento: “Hablar en público es cuestión de talento y a mí me gustaría ser mejor hablando, pero yo no suelo hablar mucho”.

No se cansa de crecer la japonesa, que también tiene la nacionalid­ad estadounid­ense —su padre es haitiano y su madre nipona—, Ni Roger Federer, ni Serena Williams, ni Rafael Nadal. En 2018, la tenista más buscada a través de Google fue Osaka. Ella fue la única jugadora en el top-10 de búsquedas, instalada en la séptima posición, por detrás del baloncesti­sta Kawhi Leonard y el futbolista Philippe Coutinho.

En cuanto a los patrocinio­s, Osaka (1,80 y 69 kilos) es un filón. Desde que ganó el US Open el pasado mes de septiembre ha firmado elevados acuerdos comerciale­s con marcas como Nissan (coches), Wowow (canal de cable), Citizen (relojes), Nissin (fideos) o Comme des Garçons (ropa). Además, mejoró su contrato con la marca Adidas hasta los 7,4 millones de euros anuales.

todo un fenómeno en su país y una gran noticia para la raqueta. Su cuenta ha ingresado más de nueve millones de euros en premios y es la sexta tenista que obtiene sus dos primeros grandes de forma consecutiv­a; la estadounid­ense Jennifer Capriati, en 2001, fue la última.

Hace un año ni siquiera figuraba entre las 70 mejores del mundo, pero su ascensión ha sido meteórica. Tiene saque, tiros ganadores, físico y movilidad. Tiene carisma. Y, sobre todo, toda la pinta de que lo suyo no es algo pasajero. “Nunca siento presión por jugar. Siento que hay un cierto grado de presión, pero viene de mí misma”, expresaba a comienzos de temporada. “Naomi está hecha de algo muy especial”, concede su entrenador, el alemán Sascha Bajin. “Lo que ella está haciendo es muy bueno para el tenis japonés. Juega bajo mucha presión, pero sabe controlarl­a”, le dedicó Kimiko Date, la jugadora más longeva de la historia, retirada en 2017 a los 47 años. Mientras, Osaka apenas acaba de comenzar, pero el futuro lleva bordado su nombre en letras de oro.

Con solo 21 años, la japonesa enlaza en Melbourne su segundo grande y se convierte en la primera número uno asiática

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/ QUINN ROONEY (GETTY) Osaka posa con el trofeo de campeona ante los fotógrafos, ayer en Melbourne.

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