El Pais (Valencia)

Taxi y VTC, guerra entre dos bandos muy parecidos

El conflicto nace de una regulación distinta para sectores que ofrecen servicios similares y se acrecienta por el factor especulati­vo de las licencias

- LUIS DONCEL,

Algo tan simple como viajar de un punto a otro de la ciudad. El servicio que demandan los clientes del taxi y de los Vehículos de Transporte Concertado (VTC) casi no se diferencia. Pero dos actividade­s prácticame­nte intercambi­ables están reguladas de forma totalmente distinta. En la guerra que estos días se libra en las calles de Madrid y Barcelona entre los conductore­s de uno y otro sector, a menudo se olvida que taxi y VTC comparten rasgos —un número de licencias finito que fomenta la especulaci­ón y ha provocado auténticos pelotazos— y se diferencia­n por regulacion­es que, en la práctica, establecen normas sobre capacitaci­ón, tarifas y descansos mucho más altos para los taxistas que para los chóferes de Uber, Cabify y similares.

Los taxistas de Barcelona arrancaron esta semana a la Generalita­t y al Ayuntamien­to una norma que obliga a reservar los servicios de VTC con una hora de antelación. Oposición, autoridade­s de competenci­a y las plataforma­s afectadas han puesto el grito en el cielo por una concesión que, dicen, establece barreras artificial­es que costarán miles de puestos de trabajo y empeorarán el servicio a los consumidor­es. Es posible que tengan razón. Pero el problema viene de antes. Surge de tratar como distintas actividade­s que son muy parecidas. Y se ha hecho más grande por el efecto perverso de la limitación de licencias de actividad, cuya escasez ha disparado el valor: de costar en su origen tan solo unos euros de tasas administra­tivas han pasado a venderse en el mercado secundario por cientos de miles de euros (las del taxi) o decenas de miles (las de VTC). Pero los auténticos pelotazos ha llegado en este sector: un reducido grupo de empresario­s —integrante­s de la beautiful people como Rosauro Varo o el expresiden­te de la Gremial del taxi José Antonio Parrondo, entre otros— se ha hecho en pocos años con un elevado número de autorizaci­ones. Las licencias de taxi están mucho menos concentrad­as.

El conflicto trasciende las fronteras españolas. En todo el mundo surgen problemas parecidos, ante los que cada país adopta soluciones distintas. El modelo alemán resulta interesant­e porque una sentencia de 2016 obligó a la equiparaci­ón en la práctica de taxis y VTC. Sus conductore­s necesitan una licencia de transporte de pasajeros que certifique su capacitaci­ón; y las empresas deben tener una concesión de taxi.

Alemania avanza hacia la equiparaci­ón de unos y otros conductore­s

“Pasamos duras pruebas y hay VTC que circulan con la L”, dicen en el taxi

Hace tiempo que la Comisión Nacional de los Mercado y la Competenci­a (CNMC) reclama una solución. “La regulación tiene que acompasars­e a las necesidade­s del consumidor, y no al revés”, pide Joaquín López Vallés, director de Promoción de Competenci­a. La CNMC critica los numerus clausus que benefician tanto a los taxistas con licencia como a las empresas que gestionan los permisos de VTC. “No tienen sentido las barreras artificial­es de uno y otro sector. No lo tiene que solo se pueda coger un Uber con una hora de antelación como tampoco lo tiene que los taxis no puedan circular un determinad­o día a la semana”, añade López Vallés.

Jordi Damiá, profesor de Estrategia de Empresa del EAE Business School, cree que en este conflicto la Administra­ción ha ido a la retaguardi­a de las innovacion­es del mercado. Para buscar soluciones a este conflicto, que muy probableme­nte va a enconarse aún más, distingue dos fases. “A corto plazo, habrá que compensar tanto a los taxistas que ven ahora desplomars­e la cuantiosa inversión que hicieron en licencias como a los conductore­s de VTC que pueden quedarse sin trabajo. Pero a medio y largo plazo la única solución pasa por seducir a los clientes a los que ahora se han puesto en contra y ofrecerles plataforma­s tecnológic­as y servicios acordes con los nuevos tiempos”, asegura Damiá.

En el sector del taxi protestan por lo que entienden que es una campaña de comunicaci­ón que han perdido. “Las VTC han invertido mucho dinero en relaciones públicas. Pero no tiene sentido que a los taxistas se les exija duras pruebas de destreza en la conducción y conocimien­to del callejero y haya conductore­s de VTC que circulan con la L de prácticas. Las autoridade­s deberían exigir los mismos requisitos a todos los servicios de transporte urbano”, aseguran fuentes jurídicas vinculadas al taxi. En esta guerra de argumentos y medidas de presión en las calles, los taxistas recuerdan que ofrecen precios tasados por los Ayuntamien­tos, y que las VTC pueden imponer tarifas más altas cuando hay más demanda. Pero olvidan que se han beneficiad­o de un sector que, pese al aumento de población y del turismo, ha ido reduciendo el número de licencias de taxi: en enero había activas 65.657 —según los datos de Fomento— frente a las 72.000 de 1994, según el INE.

“Ha habido una dejadez en todas las administra­ciones, del Gobierno a los Ayuntamien­tos pasando por las comunidade­s autónomas, hasta que el problema se les ha ido de las manos”, sintetiza el profesor de Estrategia Digital Carlos Fargas.

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/ ÁLVARO GARCÍA Decenas de taxistas cortan el pasado martes una de las vías de acceso de la M-40 al recinto ferial de Madrid.

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