El Pais (Valencia)

No lo dudes

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que den contexto, aunque sean un poco aburridas.

A algunos, con las pantallas, tres párrafos se nos hacen bola.

Pero eso es como el ejercicio. Es algo a lo que nos tenemos que forzar, y gozar. En este mundo de programaci­ón, donde todo es un algoritmo, ir a una librería y escoger un libro es una forma de hackear el sistema que nos programa. ¿Leer es hoy antisistem­a?

Es superpunki. Pero no leer un libro o ver una película que te sugiera Amazon, que te controla, sino elegir una random. Salirnos de la inercia intelectua­l a la que nos llevan es la gran rebeldía y puede hacer saltar todo por los aires.

Como crítico de televisión le fascinaba Terelu Campos. ¿Qué podemos aprender de ella? Si buscas la verdad y quieres salir de dudas, existe un remedio infalible. Cómprate una pistola y realiza prácticas de tiro. Cuando aciertes en el blanco, que es tu propio seso, habrás alcanzado la verdad con absoluta certeza. Existe otra solución menos dramática para demostrar que estás en posesión de la verdad: pon cara de asno cabreado, expresa tu razón con una frase corta muy ruda y úsala como arma con la mirada puesta en las estrellas. En el Discurso del método, el filósofo Descartes afirma que al pensamient­o se llega a través de la duda metódica. Dudar equivale a pensar. Y a la vez el pensamient­o es la única prueba de que uno existe en realidad. Pienso, luego existo. Pero este discurso es pura falacia, porque hoy si dudas estás muerto, ya que en la opinión pública ahora mandan los fulanos que están siempre en lo cierto. El pensamient­o dubitativo te lleva a emitir juicios llenos de matices, lo que te convierte en un ser moderado, equidistan­te y contradict­orio, muy sospechoso. Ya me contarás adónde vas con esa mochila si te dedicas a la política o eres un líder de opinión. Cualquier juicio ponderado que emitas provocará insultos y desprecio como si fueras un débil mental o tonto de baba. Pese a que la duda lleva el oxígeno de la sangre hasta ese bulbo recóndito del cerebro donde reside la doble cara de la verdad, no te servirá de nada. Deberás hacer un esfuerzo sobrehuman­o para defender tus dudas como el último reducto de la inteligenc­ia. En cambio, la certeza es señal de que la fe cargada de emoción ha producido una obstrucció­n en algún punto del fluido del pensamient­o, lo que obliga a gritar desaforada­mente para que la yugular siga bombeando sangre al cerebro antes de que reviente como una palpitante babosa. Solo los muy débiles están seguros de todo, porque hay que ser muy fuertes para no estar seguros de nada.

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