“Lo subversivo es ser feliz”
Escritor y crítico de televisión
Recibe en la sede de #0 a las afueras de Madrid, donde acampa de lunes a jueves para “cocodirigir” el programa de Buenafuente y preparar su propia homilía semanal junto a su “jefe y maestro”. El resto del tiempo vive en Barcelona con su marido “catalombiano” (colombiano-catalán) la etapa “más feliz” de su vida. Lejos de los trajes rosa chicle y las camisas de daltónico que luce en pantalla, en vivo parece un prodigio de minimalismo. Pantalón gris, camiseta negra, colorido pañuelo entre palestino y pamplonica, y gruesas gafas verde loro como escudo antiintrusos. Eso cree él. Mirándole al fondo del ojo se le ve todo. O casi.
¿El hábito hace al monje? Lo digo por esas pintas que me lleva.
¿No estoy mono? Visto fuertecito, sí. La ropa es a la vez una forma de enfrentarse al mundo y una barrera de protección frente al mismo. Vestirse es un editorial.
O sea, que trabaja hasta vistiéndose. ¿No desconecta nunca? Solo cuando follo.
Eso son 20 minutos.
Habla por ti. Un buen polvo es hora y media o dos muy ricas.
Bob Pop era su alias en su blog. ¿Es un bloguero venido a más?
Soy un venido a más en todo. Yo lo que hago es cabaré ideológico. Soy una vedette intelectual.
¿Y un predicador? Sus vis a vis con Buenafuente parecen un sermón ¿a los corintios?
Sí, pero no son para los míos, o los nuestros; no para los convencidos. Es un sermón para infieles. En realidad, yo tendría que montar una secta y forrarme. ¿Cómo ve el panorama fuera? Desafiante. Es un panorama ante el que nos tenemos que movilizar y posicionar. Y asumir que la política no la hacen los demás, sino que la hacemos todos. ¿Cómo la hace usted? Pensando, escuchando, leyendo, Así se presenta Roberto Enríquez (Madrid, 1971), Bob Pop para la tele. Su sermón semanal en Late Motiv, de #0, es un personalísimo escáner de la realidad. Él se quita mérito. “Soy el subdirector gay. Tenemos otro hetero. Para el bi y el trans no hay presupuesto”.
haciendo radio, tele, prensa. Protestando. La rabia es política. Nos hace falta la rabia, porque si no, nos adormecemos y nos conformamos con el mal menor. ¿Qué es lo subversivo hoy? Ser feliz. Nos quieren desconfiados, desesperanzados, tristes. Ante eso, la rebeldía es la felicidad rabiosa, contra la inercia. ¿Siempre nos queda la ironía? Siempre, pero casa mal con Twitter. Deberíamos olvidarnos de hablar en titulares, y tener conversaciones
Me fascina porque tiene eso de caerse y levantarse y volver a caer. Esa idea de “todo lo que me cabe es mi talla” que yo estamparía en camisetas. Es una filosofía de vida magnífica. Terelu somos todas.
¿Qué le ha parecido el despliegue por el rescate del niño Julen?
Me espanta, me parece pornografía. En general, el tratamiento de los sucesos me horroriza. Es un porno ya clásico que, además, se usa para vender cosas y ofrecer un entretenimiento terrible. ¿Vox le da miedo o pereza? Sobre todo me dan miedo sus cómplices. El fenómeno Vox, o cómo lo tratan los medios, es el mayor desmovilizador de la solidaridad porque hace pensar que el infierno son los otros. Que el señor de al lado, tan clase trabajadora como tú, es facha y está contra ti.
¿No le ha salido ninguno en el grupo familiar de WhatsApp?
Es que no tengo relación con la familia. Por pura autoprotección. Mi familia es la elegida, y a esa la cuido mucho, y me cuida.
Parece que, además de pañuelo, lleva mochila. ¿Cuánto pesa?
Sí, ¿quién no? Pero no pesa, porque no la cargo. La tengo en el armario. Como salí en su día, la guardé. Cuando haga mudanza, la saco. O igual la dejo para siempre.