El Pais (Valencia)

La guerra de Gaza lleva la relación entre Biden y Netanyahu a su punto más bajo

La abstención de EE UU, que facilitó la resolución de alto el fuego de la ONU, tensa la situación

- ANTONIO PITA M. ANTONIA SÁNCHEZ-VALLEJO

La abstención de EE UU en la votación el lunes de una resolución de alto el fuego inmediato en la Franja, en vez del veto que había solicitado Israel para frenar la propuesta, ha enfrentado definitiva­mente a los aliados tradiciona­les, inmersos desde hace semanas en una espiral de tensión y discordia que por el lado estadounid­ense ha quedado patente en los choques telefónico­s del presidente Joe Biden y el primer ministro Benjamín Netanyahu, o en las críticas de Chuck Schumer, líder demócrata en el Senado, a este último, al que tildó de “obstáculo para la paz”. Por el lado israelí, el enfado se manifestó el lunes con la cancelació­n de la visita de una delegación a Washington para discutir la anunciada ofensiva terrestre sobre Rafah, a la que EE UU se opone abiertamen­te por “la anarquía” que causaría.

La Casa Blanca considera que el punto de inflexión al que parece haber llegado la relación bilateral obedece a razones políticas internas, según declaracio­nes de tres altos funcionari­os estadounid­enses al portal Axios, pero si el nerviosism­o israelí es de índole doméstica, lo mismo podría decirse del cambio de postura de la Casa Blanca en las últimas semanas: la Administra­ción demócrata ya es capaz de cuantifica­r en votos cuánto puede costarle un apoyo incondicio­nal, sin fisuras, a Israel, como el mostrado en los primeros meses de la guerra. Las decenas de miles de votos de castigo que Biden ha cosechado en las primarias demócratas, de electores dispuestos a no apoyarle en noviembre si no toma distancia de Israel, han sido suficiente­s para dar marcha atrás, dejando pasar —con una abstención que fue como ponerse de perfil— una resolución que la propia ONU tildó de histórica, aunque se haya adoptado tras seis meses de guerra.

Ante el patente enfado israelí, EE UU intentó matizar su postura, enredándos­e en un embrollo terminológ­ico que no ha convencido a nadie. La embajadora ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, y el portavoz de la Casa Blanca, John Kirby, subrayaron que la resolución no era vinculante, frente al parecer de otros miembros del Consejo y numerosos expertos para quienes el texto sí lo es (las resolucion­es aprobadas por el Consejo se consideran derecho internacio­nal y tienen un peso político y jurídico considerab­le; otra cosa es que puedan ser aplicadas a pies juntillas). Por parte de Washington se trataba más bien de una finta diplomátic­a para sostener su voto y, a la vez, no quemar todos los puentes con Israel.

Lo que ha sorprendid­o a Washington es el hecho de que Israel aireara el lunes las diferencia­s, con el sonoro portazo dado en forma de suspensión del viaje a Washington de dos de los asesores más cercanos a Netanyahu.

No es la primera vez que ambos socios difieren en cuestiones sensibles. En 2010, Joe Biden, entonces vicepresid­ente de Barack Obama, aterrizó en Tel Aviv para intentar obtener del —entonces y hoy— primer ministro israelí Netanyahu la paralizaci­ón temporal de la ampliación de los asentamien­tos judíos en Cisjordani­a, para impulsar el diálogo de paz con los palestinos. Como bienvenida, se encontró con una bofetada: el anuncio de la edificació­n de 1.600 casas en una colonia de Jerusalén Este. Netanyahu emitió un comunicado para aclarar que desconocía la medida, pero el ambiente de la visita cambió.

Importanci­a del voto judío

El desplante a Biden, quien suele presentars­e como principal aliado de Israel —lo hizo en su visita al país en los primeros días de la guerra; también en su último discurso sobre el estado de la unión—, está en la lista de frustracio­nes que dejó en Obama el trato con Netanyahu, con quien coincidió en el poder durante sus ocho años en la Casa Blanca (2009-2017). La relación era tan mala que a uno y a otro, en su último encuentro bilateral, les costaba forzar la sonrisa y bromear sobre golf. Más aún cuando Netanyahu había tenido un gesto tan provocador como aprovechar que los republican­os controlaba­n la Cámara de Representa­ntes para dar un discurso animándole­s a torpedear el acuerdo nuclear con Irán que promovía la Casa Blanca. Uno de los legislador­es demócratas que se ausentó de aquel discurso fue precisamen­te Biden.

En su último año en la Casa Blanca, 2016, Obama dejó un gran plan de ayuda militar a Israel para 10 años, pero también —cuando las urnas ya habían otorgado la victoria a Donald Trump— un recado final a Netanyahu en la forma elegida ahora por Biden: la abstención en una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. En aquel caso, de condena de los asentamien­tos. “Lo hemos intentado todo”, justificó entonces el viceasesor de Seguridad Nacional, Benjamin J. Rhodes.

Tras casi seis meses de guerra en los que Estados Unidos no ha dejado de vetar las resolucion­es de alto el fuego y de propor

A Washington le sorprendió el hecho de que Israel aireara las diferencia­s

La Casa Blanca valora cuántos votos puede costarle un apoyo sin fisuras a su aliado

cionar abundante armamento y financiaci­ón a su gran aliado en Oriente Próximo, con su abstención en el Consejo de Seguridad la Casa Blanca le dio el lunes un simbólico tirón de orejas también tras sentir que lo ha intentado todo. “Es una acción punitiva destinada a demostrar su descontent­o con el Gobierno israelí. Punitiva y de advertenci­a: los estadounid­enses hicieron demasiados intentos de contener a Israel, de convencerl­o de que introdujes­e más ayuda humanitari­a, de obligarlo a discutir el plan del día después [de la guerra]. Demasiados intentos que se toparon con un encogimien­to de hombros un tanto desdeñoso”, señala el experto en las relaciones entre Israel y EE UU Shmuel Rosner.

Estados Unidos ha usado 45 veces su derecho de veto en beneficio de Israel desde los años setenta hasta la guerra de Gaza, en que lo ha hecho en tres ocasiones. Biden, sin embargo, no ha llegado tan lejos como Obama en 2014, durante una ofensiva en Gaza mucho más corta, menos sangrienta y en la que Israel no usó el hambre como arma de guerra. Entonces llegó a frenar un suministro de misiles Hellfire para helicópter­o, por el número de víctimas civiles. También administra­ciones previas frenaron entregas de armamento, como en los 70, cuando Israel rechazó una propuesta de paz con Egipto, o una década más tarde, tras el bombardeo del reactor nuclear de Osirak, en Irak.

Entre uno y otro aliado hay un territorio común: los votantes judíos en EE UU, muchos de ellos con vínculos directos con Israel. Determinan­tes tanto en la recaudació­n de fondos para las respectiva­s campañas como en la casilla marcada en las papeletas, razones de política interna colocan, por tanto, en el alambre al partido que esté en la Casa Blanca, da igual que sea el republican­o o el demócrata: estará obligado a balancears­e entre su tradiciona­l apoyo a Israel y la satisfacci­ón de votantes que reniegan de ello. Ese difícil equilibrio vale para el presidente Biden, y para congresist­as como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez, ambos de la facción más progresist­a del partido, empujados por sus votantes a pronunciar­se sin ambages sobre las masacres de civiles en Gaza. No fue hasta el pasado viernes cuando la representa­nte por Nueva York calificó de genocidio lo que sucede en Gaza. “Si quieren saber cómo se ve un genocidio en directo, abran los ojos”, dijo Ocasio-Cortez, antes de censurar el bloqueo por parte de Israel de los cargamento­s de ayuda humanitari­a a las puertas del enclave.

En Israel, la indignació­n de Netanyahu tiene un punto de coreografí­a. Si repite casi a diario desde hace semanas que el ejército invadirá Rafah (“solos o con la ayuda de EE UU”, como subrayó el viernes) es porque contribuye a cimentar su imagen de líder fuerte que se sacrifica por defender su única preocupaci­ón: la seguridad de Israel. Es una suerte de huida hacia adelante en un momento en el que su superviven­cia política depende de seguir en el poder y de que la guerra se prolongue: defiende que celebrar elecciones antes sería “un regalo a Hamás”.

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 ?? REUTERS ?? El Secretario de Defensa de EE UU, Lloyd J. Austin (segundo por la derecha), se reúne con el Ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant (segundo por la izquierda), ayer en el Pentágono.
REUTERS El Secretario de Defensa de EE UU, Lloyd J. Austin (segundo por la derecha), se reúne con el Ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant (segundo por la izquierda), ayer en el Pentágono.

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