EE UU insiste en la urgencia de aliviar la crisis humanitaria en la Franja
Las relaciones de Israel y EE UU pueden haber alcanzado un punto de inflexión, pero no de ruptura porque su carácter es “inquebrantable”. Así las definió ayer el secretario de Defensa, Lloyd J. Austin, tras reunirse ayer con su homólogo israelí, Yoav Gallant, un día después de que Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí y jefe de filas de Gallant en el Likud, arremetiera contra la Casa Blanca por permitir la aprobación de una resolución de alto el fuego inmediato en Gaza, la primera en seis meses de guerra, y cancelara en clara señal de enfado la visita a Washington de dos asesores suyos para estudiar alternativas a la ofensiva sobre Rafah.
En su segundo día de reuniones en EE UU, Gallant, en cuya agenda figuraban cuestiones de colaboración militar y refuerzo de la capacidad aérea de su ejército, tenía previsto entrevistarse con el director de la CIA, William J. Burns, un veterano diplomático con buen conocimiento de la región y que la semana pasada participó en Doha en las negociaciones entre Israel y Hamás, copatrocinadas por EE UU, Egipto y Qatar.
Las fricciones entre los dos aliados por las presiones de la Casa Blanca al Gobierno de Netanyahu han llevado la relación bilateral a mínimos en mucho tiempo. La insistencia de Washington en que Israel aminore la intensidad de su ofensiva sobre Gaza para minimizar el sufrimiento de la población civil recorrió también el encuentro entre Gallant y Austin. “El número de víctimas civiles es demasiado elevado y la cantidad de ayuda humanitaria, demasiado escasa”, declaró Austin antes de la reunión. “Gaza está sufriendo una catástrofe humanitaria y la situación está empeorando aún más”, dijo el secretario de Defensa, que subrayó también que Israel tiene derecho a defenderse y EE UU siempre estará a su lado. “EE UU es el amigo más cercano
de Israel y eso no cambiará”, añadió. Washington proporciona miles de millones de dólares anuales en ayuda y suministra armamento a su socio privilegiado en Oriente Próximo, seguido por Egipto.
El urgente alivio de la crisis humanitaria en la Franja, abocada a la hambruna por el bloqueo terrestre de los convoyes de ayuda, fue ayer un nuevo aldabonazo al Gobierno israelí. El presidente Joe Biden ha advertido a Netanyahu de que una incursión contra Rafah, en el sur de la franja de Gaza, solo provocaría más caos.
Por su parte, Gallant hizo hincapié en las amenazas que pesan sobre Israel y afirmó que en la reunión abordarían las formas de destruir a Hamás y conseguir la liberación de los rehenes israelíes, así como los planes para devolver a sus hogares a los residentes desplazados de los límites con la Franja y de las localidades fronterizas con Líbano.
En un medido ejercicio de comunicación para templar el sonoro enfado israelí de la víspera, ambos ministros fueron cautos a la hora de valorar los objetivos de su encuentro. Austin no mencionó las amenazas de limitar o condicionar la futura ayuda militar a Israel a la mejora de la situación humanitaria en Gaza, una demanda creciente entre miembros del Congreso como el senador Bernie Sanders, que ha instado a suspender toda ayuda militar a Israel. Gallant solo dijo que la reunión abordaría la importante cooperación entre los dos países para “asegurar la ventaja y las capacidades militares de Israel”, incluido el hipotético refuerzo de su aviación.