El Pais (Valencia)

Un terremoto electoral anunciado en Portugal

- MARINA COSTA LOBO Marina Costa Lobo es politóloga en el Instituto de Ciencias Sociales de la Universida­d de Lisboa. Traducción de Carlos Gumpert.

El pasado 10 de marzo se produjo un terremoto electoral en Portugal. El Partido Socialista (PS), en el poder desde hacía ocho años, sufrió una dura derrota, al igual que la izquierda parlamenta­ria. El desgaste que sufrió el PS en las urnas fue muy relevante: del 42% al 28% de los votos. La coalición de derechas, Aliança Democrátic­a (AD), que incluye al principal partido de la oposición, el PSD, liderado por Luís Montenegro, no mejoró significat­ivamente sus resultados, al obtener el 29%, prácticame­nte lo mismo que en 2022. El partido que más réditos electorale­s obtuvo fue Chega, que pasó del 8% al 18%, superó el millón de votos y consiguió 50 diputados (de un total de 230), en el año en que se cumple el 50º aniversari­o de la Revolución de los Claveles del 25 de abril.

El porcentaje conjunto de votos para los dos mayores partidos ha sido el más bajo desde 1985 y marca el fin del bipartidis­mo. Además, el aumento de Chega demuestra una enorme volatilida­d electoral y un voto nuevo, sensible a temas como la corrupción, la seguridad y la inmigració­n. La derecha no alcanzaba el 60% de los votos desde 1991. Manteniend­o su palabra, en la misma noche electoral, Montenegro reiteró que AD impondría un cordón sanitario a Chega, formando un Gobierno minoritari­o en la Asamblea de la República.

Aunque aún no se sepa exactament­e cómo se produjo el trasvase de votos, el enorme crecimient­o de Chega coincide con un significat­ivo aumento de la participac­ión, lo que indica que muchos votantes de ese partido provienen de la abstención. Además, Chega parece haber atraído a votantes del PSD y del PS. Las encuestas muestran que el PS fue incapaz de movilizar a los jóvenes. Se trata de señales preocupant­es para el futuro de los partidos tradiciona­les y del Partido Socialista en particular. El resultado electoral de 2024 se deriva de la acumulació­n de una sucesión de fracasos políticos.

La anunciada fragmentac­ión del Parlamento portugués, que comenzó en 2019 con la entrada de Chega, Iniciativa Liberal y Livre, así como con la consolidac­ión del PAN (Pessoas Animais Natureza), se prolongó en 2022, pero la mayoría absoluta que obtuvo ese año el PS frenó la prevista fragmentac­ión parlamenta­ria, porque el electorado de izquierda se movilizó para posponer temporalme­nte una mayoría de derechas, con Chega ya en claro ascenso.

En las elecciones de 2022, António Costa fue un elemento clave en la victoria de los socialista­s. El PS obtuvo el 41%, por delante del Partido Socialdemó­crata (PSD), de centrodere­cha, con el 29%. Sin embargo, el Gobierno del PS no tardó en revelar su cansancio. Estuvo marcado por la escasa renovación ministeria­l respecto a 2022, por numerosas dimisiones y por su incapacida­d para dar respuesta a las necesidade­s operativas del Estado de bienestar y a la inflación. Las protestas fueron acumulándo­se, desde la educación hasta la sanidad, pasando por las fuerzas de seguridad, con demandas de aumentos salariales y mejoras profesiona­les, lo que supuso un gran desgaste. Hubo avances significat­ivos en relación con el control del déficit y la deuda, pero la evolución de estos indicadore­s macroeconó­micos no impidió que la popularida­d del Gobierno se redujera. Otros temas, como la crisis de la vivienda y el aumento de la inmigració­n, se han convertido asimismo en cuestiones políticas de notable eco. El presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, que apoyó decididame­nte al PS y a António Costa durante su primer mandato, fue cambiando de posición desde su reelección en 2021. Hubo frecuentes enfrentami­entos públicos entre el jefe de Estado y el jefe de Gobierno.

En ese contexto, la mañana del pasado 7 de noviembre, siguiendo órdenes de la Fiscalía, la policía realizó una serie de registros en la residencia del primer ministro y detuvo a su jefe de Gabinete y a un asesor cercano. Ese mismo día, António Costa dimitió. Desde esa fecha, la Fiscalía ha aportado poco o nada en concreto sobre posibles pruebas en relación con la conducta del primer ministro o de su entorno. Sin embargo, la forma en que terminó la legislatur­a mantuvo el tema de la corrupción en el centro de la campaña electoral, favorecien­do a Chega. Sin Costa, el PS, con el nuevo liderazgo de Pedro Nuno Santos, no pudo despegarse del difícil legado de los ocho años de mandato socialista ni presentar un nuevo rumbo para Portugal. De hecho, las listas incluían a muchos miembros del Gobierno.

Las pérdidas de votos del PS tampoco han beneficiad­o a los demás partidos de izquierda, a excepción de Livre, que subió dos puntos porcentual­es. Mientras que el Bloco de Esquerda (BE) mantuvo su resultado de 2022, un mero 4%, los comunistas (PCP) parecen encaminars­e a un irreversib­le declive, y su coalición con los verdes apenas logró el 3%. Tras aceptar integrarse en la geringonça (alianza parlamenta­ria con un Gobierno minoritari­o del PS) en 2015, tanto el BE como el PCP sufrieron caídas electorale­s tanto en 2019 como en 2022. La forma en la que decidieron retirar su apoyo al Gobierno en 2022 solo les granjeó pérdidas de votos.

Hace ya tiempo que los estudios electorale­s han demostrado que las actitudes populistas radicales de la derecha radical estaban ampliament­e difundidas entre los portuguese­s. La cuestión es que ese populismo no lo canalizaba ningún partido considerad­o creíble. La entrada de Chega en el panorama político de Portugal se produjo tras la ruptura de André Ventura con el PSD, en el que militaba. En 2019, este nuevo partido seguía defendiend­o acabar con el Estado de bienestar —el fin de la educación y de la sanidad públicas— junto con ideas nacionalis­tas alineadas con los partidos más euroescépt­icos del continente. En 2022, Chega ya había eliminado de su programa todos los puntos económicos ultraliber­ales, alineándos­e a la izquierda en su posición frente al Estado, haciendo promesas indiscrimi­nadas de aumentos salariales y de pensiones, sin atender a la irresponsa­bilidad de las propuestas. Chega adopta posiciones sobre la corrupción, la inmigració­n o la seguridad cercanas a una parte importante del electorado. La veta racista, xenófoba y autoritari­a del partido persiste, aunque de forma más disimulada.

Desde 2019, la crisis de los medios de comunicaci­ón ha facilitado la legitimaci­ón de Chega y de su líder, André Ventura, al otorgarle un peso desproporc­ionado, al mismo tiempo que este se muestra muy activo en las redes sociales, a diferencia de otros líderes. El hecho de que Luís Montenegro no estuviera en el Parlamento ayudó a que Ventura destacara en su papel de principal diputado de la derecha contra el PS.

El peso de Chega en el Parlamento supone una transforma­ción del rompecabez­as político en Portugal y, como mínimo, planteará dificultad­es al Gobierno minoritari­o de Luís Montenegro, si es que no llega incluso a poner trabas a todo el sistema democrátic­o. Chega es producto de la erosión democrátic­a portuguesa. A pesar de haber contribuid­o a reducir la abstención, Chega contribuir­á probableme­nte también a agravar la erosión democrátic­a, sea por la agresivida­d de su líder, que ya ha contagiado a todo el espacio mediático, sea por la forma en que propaga soluciones poco realistas a problemas complejos y estructura­les. Chega no tiene respuestas a estos problemas, pero muchos votantes optaron por él. Bien porque algunos han abandonado la postura responsabl­e que habían mantenido estoicamen­te desde el comienzo de la crisis de la eurozona, en protesta contra la ineficacia política de los partidos sistémicos, o bien porque reconocen en Chega actitudes que antes no estaban representa­das. El desafío para los partidos tradiciona­les estriba en conseguir reconcilia­rse con este electorado.

La extrema derecha ha canalizado la radicalida­d de los desencanta­dos, a pesar de no tener respuestas realistas

 ?? MARTIN ELFMAN ??
MARTIN ELFMAN

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain