La inversión empresarial no despega en España
Los tipos de interés altos y la aversión a la deuda impiden al país alcanzar los niveles anteriores a la pandemia
La economía española de los últimos dos años ha marchado con más fuerza de lo anticipado por todas las proyecciones previas. El mercado laboral, las exportaciones y hasta el consumo público han demostrado ser resilientes. Pero no la inversión, que sigue sin poder restablecer los niveles previos a la pandemia. En 2019, la formación bruta de capital fijo en España, que es la manera en la que se mide la inversión, superó los 255.000 millones de euros, según los datos de Eurostat. Para 2023, la cifra seguía casi un 4% por debajo, pues no alcanzaba los 246.000 millones. Es uno de los países de la UE, junto a Alemania, que sigue sin recuperar en este terreno los niveles precovid, posicionándose como el gran obstáculo a batir para garantizar en el futuro un aumento sostenido del PIB.
Si se mira a detalle la fotografía que se extrae de los datos de contabilidad del INE, se observa que todos los sectores que conforman la formación bruta de capital sufren la misma incapacidad para alcanzar los niveles anteriores a la pandemia. La diferencia en el caso de la construcción es de un 6,3% si se compara el cierre de 2019 respecto al de 2023; en la maquinaria, bienes de equipo y sistemas de armamento, la brecha es del 11,3%; y supera el 16% en lo que se denomina recursos biológicos cultivados, que son todas las plantas y animales a partir de los cuales se producen otros productos. El desfase respecto al conjunto de la UE es enorme.
En el caso de la construcción de viviendas y otros edificios, los niveles de inversión de los Veintisiete en conjunto se han incrementado un 3% en los últimos cuatro años, según Eurostat. El repunte es mayor en el caso de la maquinaria y bienes de equipo, alcanzando el 7%. En este caso, un informe publicado en enero por Funcas alerta de la preocupante evolución en este sector, pues España es el país de la UE donde más ha caído la inversión en bienes de equipo respecto a 2019. “Por comparación, la inversión en Grecia, Italia y Portugal se ha incrementado por encima del doble dígito”, señala el documento. La tarea pendiente para todo el bloque es la inversión en el sector primario, pues la tasa de los recursos biológicos sigue un 10% por debajo. Pese a ello, España también está peor posicionada ahí.
El bache amenaza con convertirse en socavón. El retraso persiste pese a que España es el segundo país receptor de fondos europeos y de que el nivel de endeudamiento de las empresas nacionales es inferior a la media europea, lo que según Funcas debería permitir mayor margen para financiar la inversión a través de nuevos
El encarecimiento de los costes lleva al sector inmobiliario a un escenario sombrío
préstamos. Eso también alivia el impacto negativo que tiene la subida de los tipos de interés sobre los resultados empresariales.
En este punto cabe precisar que el volumen de deuda viva — la totalidad a pagar— es mayor en términos nominales a la del año previo a la pandemia, pero cuando se compara la ratio sobre el PIB, esta se sitúa en el 65,5%, según las cuentas del Banco de España. El dato corresponde al acumulado hasta el tercer trimestre de 2023 y supone la tasa más baja desde 2002. La media de la eurozona hasta el segundo trimestre del año era algo mayor, hasta el 68,8%, según Eurostat. No obstante, las compañías del conjunto del bloque siguieron apostando por asumir préstamos a fin de aumentar sus inversiones, mientras que las españolas actuaron de manera opuesta, destinando su excedente financiero a recortar más su pasivo. La inversión extranjera también ha caído casi un 20%, según los datos publicados la semana pasada por la Secretaría de Estado de Comercio. Se rompe así la tendencia de crecimiento que llevaba el país en los últimos años y que llevó a que en 2022 se alcanzara la segunda mayor tasa de toda la serie histórica, que data de 1993.
El momento de debilidad que vive la inversión no tiene un solo responsable. Las causas son múltiples: algunas coyunturales y otras que están en el ADN de la economía española. Por un lado, el aumento de los tipos durante los últimos dos años ha impactado de manera negativa en el acceso al crédito, lo que limita la inversión tanto en bienes de equipo como en la construcción, en particular en obra residencial. Esto, sumado al encarecimiento de los costes, ha llevado a buena parte del sector inmobiliario a un escenario sombrío. A cierre del año pasado, la producción cayó un 7% en Alemania y un 13% en España, según Eurostat.
El único país vecino que ha sorteado el batacazo es Italia gracias a los fuertes incentivos fiscales en torno a la construcción. El economista jefe de BBVA Research para España, Miguel Cardoso, opina que la ley de Vivienda española ha aumentado la inseguridad jurídica de las empresas y ha desincentivado la creación de vivienda nueva. De acuerdo con el analista, tampoco juega a favor de la inversión que las empresas dueñas del suelo urbano aún sin edificar mantengan el espacio retenido, mientras que en la UE es una práctica poco recurrente. En el caso de la inversión en maquinaria y bienes de equipo, en el último trimestre esta cayó un 4,8%, por encima de lo previsto por el Banco de España. De seguir así, podría poner en jaque el crecimiento del país.
Italia sortea el batacazo por los incentivos fiscales a la construcción