No fue solo una gotera
Ayuso se mofa de las consecuencias de la reforma que hizo su pareja, pero un vídeo muestra los destrozos en el negocio
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y su equipo han evitado pronunciarse acerca de la noticia de EL PAÍS sobre la obra sin autorización en el piso donde vive ella, a pesar de que puede calificarse como una infracción urbanística muy grave. Sin embargo, ayer ridiculizaron un detalle que aparecía en esa información: el daño que causó esa reforma a los vecinos y a un restaurante, insinuando que solo sufrieron una “gotera”. La realidad es que los desperfectos supusieron la ruina de una familia. Este periódico ha accedido a fotos y vídeos que muestran los destrozos en el negocio ubicado en los bajos de su edificio, que acabó cerrando y declarándose en quiebra.
“¿Por qué cerró el bar de la casa que reformaba mi pareja antes de que fuera a vivir, cuya placa, arriba, era de la vivienda oficial de la época de Franco que tacha decenas de miles de inmuebles de todo Madrid?”, se preguntó ayer la presidenta mientras la acompañaban las risotadas de los diputados del PP. “¡La trama de corrupción del novio de Ayuso!”, siguió. “¿Puso suelo radiante o calefacción central convencional? ¿Orientó el aire acondicionado mirando al norte, al sur o la azotea? ¿De verdad es el periodismo de investigación? ¿Creen que tenemos que llegar a algo tan absurdo?”, cuestionó. “Les animo a que me fiscalicen por mi gestión, y no por mi vida sentimental, que no le compete a nadie”.
La historia de este restaurante es bien conocida por el vecindario porque el negocio, llevaba abierto desde 2013. Era regentado por una pareja de mediana edad con experiencia en hostelería que alquilaban el local a un gran propietario. Se trataba de una pequeña taberna con poco espacio interior y mesas exteriores, ubicada en una calle tranquila del distrito de Chamberí.
El local se inundó de aguas fecales en agosto de 2022, al poco de comenzar la obra en el piso que había comprado la pareja de Ayuso, Alberto González Amador, en la planta sexta. Según dos conocedores de lo sucedido, que piden anonimato, un obrero dejó caer cascotes y ferralla por la tubería bajante. Estos escombros rompieron el techo del local y lo inundaron. El negocio se encontraba cerrado por vacaciones y las imágenes a las que ha tenido acceso EL PAÍS fueron tomadas días después de los daños. Se había roto la manta acústica que cubría el techo y paredes para evitar que el ruido molestara a los vecinos, según fuentes cercanas al negocio. También se dañaron el aparato de aire acondicionado, la televisión, mesas y lámparas. Además, resultó afectada por humedades una de las paredes de la vivienda de la portera del edificio.
La pareja tuvo que enfrentarse a una costosa reforma de 8.000 euros y al cierre del negocio durante más de un mes, hasta finales de septiembre, el tiempo que les tomó adecentar el local, según estas fuentes. Esto supuso un lucro cesante que calcularon en otros 14.000 euros. En total, reclamaron 22.000 euros a su seguro. Estas fuentes añaden que el seguro solo les cubrió 6.000 euros.
A la clientela le costó regresar porque todavía olía a aguas fecales, cuentan las fuentes cercanas.
Los dueños trataron de paliar este tufo manteniendo ventanas y puertas abiertas. Poco después, Ayuso y su pareja fueron vistos consumiendo en el local. Cuando llegaron las Navidades, se produjo una segunda inundación, esta vez de agua corriente. En esta ocasión, se mojaron los comensales durante una cena. También entró agua en los salones de las viviendas. Esta nueva avería fue la puntilla para los empresarios, que no volvieron a abrir.
La normativa del Ayuntamiento califica como muy grave “la presentación de declaraciones responsables o solicitudes de licencias que incluyan documentación falsa, o que omitan datos o información de carácter esencial”. Esta infracción prescribe a los tres años —en este caso en noviembre de 2025— y conlleva una sanción de hasta 3.000 euros.
El restaurante se inundó de aguas fecales en agosto de 2022
En Navidades, un segundo siniestro llevó a los dueños al cierre