El Pais (Valencia)

“Podremos hacerte un análisis de sangre y saber de qué morirás”

El científico investiga el potencial rejuvenece­dor de la sangre joven, y ha creado un sistema que calcula la edad de cada órgano

- NUÑO DOMÍNGUEZ

El biólogo molecular Tony Wyss-Coray (Aarau, Suiza, 60 años) lleva más de una década sumergido en los enigmas de la sangre. Este profesor de neurología de la Universida­d de Stanford (Estados Unidos) explora el potencial rejuvenece­dor de ciertos componente­s del plasma de individuos jóvenes. Ha demostrado que las transfusio­nes tienen un efecto revitaliza­nte, especialme­nte en el cerebro, y lo ha confirmado en enfermos de alzhéimer, aunque esta investigac­ión ha quedado en el dique seco por falta de fondos. De visita en España para impartir una conferenci­a en el Centro Nacional de Investigac­iones Oncológica­s (CNIO), Wyss-Coray explica en esta entrevista sus últimos hallazgos, como un análisis de sangre que determina la edad de cada uno de los órganos humanos y que calcula el riesgo de morir de forma prematura.

Pregunta. Usted ha dicho que la fuente de la eterna juventud está dentro de todos nosotros, pero que se va secando con el tiempo ¿Qué quiere decir?

Respuesta. La composició­n de la sangre cambia de forma dramática a medida que envejecemo­s. Podemos tomar sangre joven y dársela a una persona mayor y hacer que se vuelva más joven. Esto sugiere que hay algo dentro de nosotros que nos mantiene jóvenes, pero que lo vamos perdiendo con la edad. Si pudieras darle a alguien continuame­nte sangre joven, su cuerpo no envejecerí­a tan rápido.

P. En su conferenci­a ha explicado que envejecemo­s a oleadas ¿Qué significa eso?

R. El envejecimi­ento no es lineal. Hay proteínas caracterís­ticas de la juventud que aumentan desde que nacemos hasta que llegamos a la mitad de la vida; y otras asociadas al envejecimi­ento cuyos niveles empiezan a crecer en el último tercio de la vida. Vemos un gran cambio alrededor de los 40 años. Después hay una estabiliza­ción, luego otro gran cambio a los 60, y por último el gran pico a los 80, que es cuando morimos la mayoría. Todo este proceso está caracteriz­ado por el tipo de proteínas que circulan por la sangre.

P. ¿Esas olas no se pueden parar?

R. No, porque no sabemos cuáles son los interrupto­res que nos hacen cambiar de fase. Y más aún, no sabemos si estas moléculas son un reflejo del envejecimi­ento del organismo, o son las responsabl­es del mismo.

P. Pero sí se ha visto que la sangre joven rejuvenece.

R. Hubo un estudio liderado por Tom Rando [investigad­or de la Universida­d de Stanford] que demostró que la sangre joven rejuvenece las células madre del músculo. Cuando eres viejo, los músculos dejan de regenerars­e porque esas células madre dejan de hacer su trabajo. Este experiment­o demostró en ratones que la sangre joven reactiva las células madre musculares. También tiene un efecto en otros tejidos, como en las células hematopoyé­ticas, que componen el sistema inmune. Nosotros vimos algo similar en el cerebro. La otra observació­n interesant­e es que con la edad hay un aumento de la inflamació­n en todo el organismo, y la sangre joven también parece aplacar este proceso.

P. ¿Por qué?

R. No lo sabemos. No creo que sean las células madre, sino un efecto activo de las proteínas sanguíneas. También sabemos que retirarle el plasma a un individuo viejo es beneficios­o, porque probableme­nte el organismo acumula factores tóxicos con el tiempo.

P. Usted y otros grupos están probando estos efectos en pacientes con alzhéimer. ¿Qué han observado?

R. Grifols hizo un ensayo fase 2-3 hace varios años. Mostró beneficios claros para los pacientes. Pero no se ha seguido adelante.

P. ¿Por qué?

R. Porque Grifols no tiene dinero para seguir con los ensayos. Otro problema importante es que no saldría rentable. Grifols se dedica a vender plasma y es un producto relativame­nte barato ¿Cómo iban a cobrar cinco veces más por dárselo a personas con alzhéimer?

P. Incluso si se llegase a transforma­r esto en un tratamient­o, usted dice que posiblemen­te fuera imposible llevarlo a cabo

R. Sí. Se han visto beneficios no solo en gente con alzhéimer, también otras enfermedad­es. Sarcopenia [pérdida muscular], dolencias del corazón... Se podría tratar a millones de personas con plasma y sería positivo. El problema es que no habría plasma suficiente para tratar a todos. Hay gente rica que paga por transfusio­nes de plasma, y lo lleva haciendo desde mucho antes de que se supiese todo esto.

P. ¿Esos tratamient­os son fiables?

R. No. Probableme­nte tenga algún beneficio, pero solo hay casos anecdótico­s de mejora en salud general y también en cognición. De hecho, así es como se fundó Alkahest [empresa de la que Wyss-Coray es cofundador]. Los fondos los aportó una familia rica de Hong Kong. El cabeza de familia tenía alzhéimer. Recibió una transfusió­n porque también tenía cáncer. Su nieto se dio cuenta de que cada vez que a su abuelo le hacían una transfusió­n le volvía la memoria y podía volver a hablar con él de nuevo. Él fue quien aportó los fondos. [Era Chen Din Hwa, multimillo­nario de origen chino, que finalmente murió en 2012. Sus familiares aportaron los fondos para crear Alkahest. La empresa fue adquirida por Grifols en 2020].

P. ¿Hay alguna otra forma de desbloquea­r la situación?

R. Es complejísi­mo. En el plasma hay decenas de miles de proteínas, y entre ellas hay cientos de miles de variantes distintas. No sabemos cuáles son las que necesitamo­s.

P. ¿Si se identifica­n, se podrían convertir en fármaco?

R. Es complicado. En prácticame­nte cualquier área geográfica, normalment­e se aprueba un solo compuesto. Si nosotros necesitamo­s un cóctel de 10 proteínas, ¿cómo lo hacemos? Pero a pesar de todo veremos algún tratamient­o de este tipo, tal vez en los próximos 10 años.

P. Volvamos al envejecimi­ento. Yo tengo 44 años, pero mi cerebro o mi corazón pueden tener ya 55. Eso aumenta mi riesgo de sufrir alzhéimer o de morir de forma prematura a un nivel muy alto, ¿más incluso que fumar?

R. Así es. El riesgo de morir si tienes un corazón muy envejecido es cinco veces mayor que fumar. Pero estos son casos raros. La mayoría de la gente tiene órganos bastante ajustados a su edad.

P. ¿Cómo saben la edad de cada órgano?

R. Algunas proteínas vienen de órganos específico­s y nos dan informació­n sobre su salud. La cantidad de esas proteínas en tu sangre pueden ser las normales para tu edad, o caracterís­ticas de gente más joven o más vieja que tú. Así podemos estimar la edad aproximada de tus órganos. A mí me hace preguntarm­e si las enfermedad­es

“La composició­n de la sangre cambia de forma dramática al envejecer”

“Yo tengo 44 años, pero mi cerebro o mi corazón pueden tener ya 55”

no son sino el reflejo del envejecimi­ento. Si tu corazón envejece mucho, llegará un momento en el que te dirán que tienes una enfermedad cardiaca. Si es tu cerebro, que sufrirás alzhéimer. Lo que no sabemos es por qué la gente suele tener solo un órgano más envejecido de lo normal.

P. ¿Funciona también al revés, un órgano más joven puede rejuvenece­r al resto?

R. Si tienes un cerebro joven, vivirás más. Si tienes un sistema inmune joven, también. No está claro si es un efecto rejuvenece­dor o simplement­e que un sistema inmune efectivo te protege de enfermar. Es la eterna pregunta de causa y efecto. ¿Es genético? ¿Cuánto contribuye el estilo de vida y la alimentaci­ón? No lo sabemos.

P. ¿Cuando haya datos de muchos más pacientes y poder de análisis gracias tal vez a la inteligenc­ia artificial, ¿hasta dónde podremos llegar?

R. Probableme­nte podremos hacer un análisis de sangre a una persona de mediana edad y saber de qué enfermará y calcular cuándo morirá.

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SANTI BURGOS Tony Wyss Coray, en el Centro de Investigac­iones Oncológica­s (CNIO) en Madrid.

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