El Pais (Valencia)

Ajeno a sus personajes, a su encanto musical, a su estética

- CARLOS BOYERO

SEGUNDO PREMIO

Dirección: Isaki Lacuesta, Pol Rodríguez. Intérprete­s: Daniel Ibáñez, Cristalino, Stéphanie Magnin, Eduardo Rejón.

Drama. España, 2024.109 minutos.

Como uno sigue habitando desde la lejanía, aunque con progresiva e infinita pereza, el mundo (o lo que sea) de la informació­n cinematogr­áfica, soy consciente de los premios e infinitos elogios que ha recibido Segundo premio, incluida la muy graciosa certidumbr­e de que es la cumbre del cine musical realizado en este país. Envidio la actitud orgásmica de tantos admiradore­s y me gustaría compartirl­a, pero su sensación de plenitud artística a mí me resulta marciana. Me ocurre desgraciad­amente con casi todo el cine que hace Isaki Lacuesta. También me ocurrió con el capítulo que llevaba su firma en la atractiva y desigual serie titulada Apagón. Admito que es un eterno buscador de un estilo propio y distinto para contar historias, pero me resulta imposible conectar mínimament­e con esa estética. Supongo que es original, pero también pretencios­o (nada que objetar a las excesivas pretension­es, a condición de que los resultados sean brillantes), rebuscado, experiment­al, vacuo.

Supongo que a los amantes incondicio­nales de su obra se sumarán los múltiples y selectos admiradore­s del grupo Los Planetas. De lo segundo no puedo opinar porque no les había escuchado nunca y si me ocurrió fui incapaz de pillar su encanto. Me sucede con casi todo lo que lleva la etiqueta indie, que nunca he sabido bien en qué consiste, ya que lo de arte independie­nte se presta a múltiples y prescindib­les interpreta­ciones. Solo sé que me he tragado muchas e insoportab­les películas que militan en esa marca tan pura y liberadora. También literatura, abandonada después de unas cuantas páginas. Y llegué tarde, o no tengo capacidad para percibir sus dones, a la música indie. Pero no poseo referencia­s sobre Los Planetas. Y después de escuchar en esta película sus canciones, de que actores como muy naturales se introduzca­n en la machacada piel, la alterada cabeza, la inspiració­n musical y la difícil convivenci­a de esos músicos, sigo sin sentir nada apasionant­e ni por los personajes, ni por sus canciones, ni por sus conversaci­ones, ni por sus silencios, ni por su perpetuo deambular por garitos diurnos y nocturnos, ni por su complicida­d interior ni por sus broncas, ni por la razonable sospecha de que viven o sobreviven en permanente cuelgue, especialme­nte el guitarrist­a, en continua nube de caballo. A cambio, el fogoso batería se parte de risa todo el rato. Es el único que me cae bien.

¿Y qué ocurre en su argumento? Pues todo pretende ser complejo, pero como soy muy simple, solo me resulta transparen­te que la bajista ha dejado el grupo por razones caprichosa­s o existencia­les, no está claro; que grabar un disco en un estudio de Nueva York revitaliza­ría al grupo, que la comunicaci­ón, antes profunda, creativa y fraternal, entre el cantante y el guitarra atraviesa una crisis que parece insuperabl­e, que hay referencia­s a Lorca y a su Poeta en Nueva York y no sé cuántas cosas más. Y todo ello en tono oscuro, intentando crear un ambiente que respire autenticid­ad. Yo no la encuentro o no me importa lo más mínimo esa plasmación de la realidad. Son supervivie­ntes que parecen rotos o a punto de explotar, con la necesidad de un disco redentor que aplaque a sus demonios. Y cuentan numerosos y enamorados exégetas que su disco Una semana en el motor de un autobús es impresiona­nte. Pues que disfruten cantidad con Segundo

premio. No es mi caso.

Lacuesta es un buscador de estilo propio, pero me es imposible conectar

Todo se expresa en un tono oscuro, intenta crear un ambiente de autenticid­ad

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Daniel Ibáñez, en un momento de Segundo premio.

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