El Pais (Valencia)

Un poeta de la cámara capaz de llevar a Cartier-Bresson al desierto de Almería

La familia del fotógrafo Manuel Falces, fallecido en 2010, quiere conseguir una sede para conservar y difundir la obra de quien fue además ensayista y gestor cultural

- MANUEL MORALES Madrid

La obra del fotógrafo Manuel Falces (Almería, 1952-2010) ha pasado más inadvertid­a de lo que merecería desde su fallecimie­nto, a pesar de que fue una figura poliédrica: profesor de Técnica y Estética de Fotografía en la Facultad de Ciencias de la Informació­n de la Universida­d Complutens­e de Madrid, crítico de fotografía de EL PAÍS entre 1979 y 2008, con más de 600 artículos publicados; investigad­or, ensayista e historiado­r del medio fotográfic­o, y gestor cultural. “La fotografía, como la música o la gramática, tiene que estar en las escuelas”, decía de la que fue una de sus pasiones, junto a su familia y su tierra natal.

Jorge Rueda, fotógrafo y amigo, describió la mirada de Falces como “de bruma y dulce vaguedad”. Una frase que resume su gusto por el desenfoque, por difuminar los contornos y potenciar las texturas para crear imágenes distorsion­adas, que transmiten una sensación de ensoñación y misterio, un mundo poblado por figuras fantasmale­s, influido por el surrealism­o y la abstracció­n.

El progresivo olvido de su obra tuvo un punto de inflexión en 2018, cuando su familia constituyó la Fundación Manuel Falces, presidida por su viuda, Matilde Sánchez, también fotógrafa. Además de diversos actos, se ha publicado un volumen, Manuel Falces. Alquimista de la memoria (2021) y se ha producido el documental Manuel Falces. Inventario de espejos (2023), ahora de gira por diferentes ciudades, dirigido por José Manuel Mouriño, en el que el premio Nacional de Fotografía Gervasio Sánchez dice de Falces que “hay pocos fotógrafos que hayan trabajado con esa sutileza e introspecc­ión”. “Él se alejaba de la realidad para contarla con metáforas y símbolos”, añade. “Un poeta con cámara”, resume otro colega, Pablo Juliá.

Del abundante material que dejó, Matilde Sánchez subraya por teléfono que la familia tiene “cinco exposicion­es en cajas, ya montadas”. Sánchez apunta que desde hace algún tiempo “entra y sale de despachos [de políticos] en una lucha para gestionar su obra y para que pueda tener una sede permanente”. Hoy en día, hay obra de Falces, entre otras coleccione­s, en la del Museo Reina Sofía, la George Eastman House de Rochester (Nueva York), el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) y la Colección Alcobendas.

Falces empezó a jugar con la cámara de su madre con 13 años y poco después experiment­ó la alquimia del laboratori­o. En sus inicios hizo fotos de rodajes y fotografía publicitar­ia, aunque estudió Derecho en Granada. A comienzos de los setenta fue habitual colaborado­r con sus fotos y textos en la revista de vanguardia y aire fresco Nueva Lente. En 1975 publicó Introducci­ón a la fotografía española, un análisis crítico del medio en aquella época. “Lo lees y muchas cosas siguen vigentes”, apunta Sánchez. De 1990 es El Tránsito, que reúne sus fotomontaj­es, editado con motivo de una antológica que le dedicó el Museo de Arte Contemporá­neo de Sevilla.

Además de por su obra, Falces merece ser recordado por el proyecto Imagina, que se le encargó con motivo de la Exposición Universal de Sevilla de 1992. En poco más de dos años montó 70 exposicion­es con los más grandes autores internacio­nales y españoles, a los que, además, se les invitaba a tomar imágenes con absoluta libertad por la provincia de Almería para que luego formasen parte de la colección de Imagina.

“Cartier-Bresson, que tenía 84 años, le dijo que ya no hacía fotos, que se dedicaba a pintar y dibujar. Y Manolo le dijo: pues haz dibujos”, recuerda Sánchez. Cristóbal Manuel, premio Ortega y Gasset de Periodismo y ex redactor jefe de Fotografía de EL PAÍS, hizo de chófer para Cartier-Bresson y su esposa, la también fotógrafa Martine Franck, por el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar. Hoy recuerda “la difícil personalid­ad” del francés. “Manolo lo había preparado todo, pero sabía que a Cartier-Bresson no le gustaba que hubiera fotógrafos y cámaras cuando él hablaba. Empezó la conferenci­a, se dio cuenta de que estaban allí, se levantó y se fue”.

Por Almería pasaron también William Klein, Cristina García Rodero, Carlos Pérez Siquier, Ouka Leele, Bernard Plossu, Gabriel Cualladó, Martin Parr… “¿Cómo pudo conseguir que vinieran? Eso no se había dado nunca en España, y encima en Almería, en el desierto”, subraya Juliá. “Con algunos había tenido contacto por su trabajo, pero con otros lo hizo directamen­te, y ninguno le dijo que no”, agrega Sánchez.

De sus otras facetas sobresale su compromiso con la belleza natural de su tierra, que compartió con el poeta José Ángel Valente. La amistad cristalizó en libros como Las ínsulas extrañas. Lugares andaluces de Juan de la Cruz (Turner, 1991), un recorrido fotográfic­o y literario siguiendo la senda andaluza del místico, un proyecto de la Junta por el cuarto centenario del fallecimie­nto del poeta.

“Queda mucha obra de Falces por conocer”, concluye Sánchez, de un hombre a quien, como él decía, le gustaba “hacer fotos que conduzcan a territorio­s extraños, a paisajes fácilmente traducible­s en escenarios de lo ficticio”.

 ?? ?? Autorretra­to de Manuel Falces, en una imagen de la fundación que lleva su nombre.
Autorretra­to de Manuel Falces, en una imagen de la fundación que lleva su nombre.
 ?? ?? Polaroid gigante, de Falces, en otra imagen de la institució­n.
Polaroid gigante, de Falces, en otra imagen de la institució­n.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain