El Pais (Valencia)

Errejón, Carmena y la brocha

- JORGE M. REVERTE

Íñigo Errejón, uno los dos dirigentes del populismo de izquierdas podemita, se ha aliado con Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid, para lanzar una doble candidatur­a con enjundia al Ayuntamien­to de la capital y al Gobierno de la Comunidad: Más Madrid. Cada uno por su lado, Manuela Carmena e Íñigo Errejón han ido a caer en un lugar muy parecido de la política. Los dos hacen bastantes ascos a los partidos, y los dos dan un valor crucial a la personalid­ad que ejerce el liderazgo.

Carmena viene del comunismo, de muchos años de militancia en el PCE. Y ahora ha concluido que “el mundo de la democracia representa­tiva se está acabando”. O sea, que los partidos políticos son institucio­nes llamadas a desaparece­r. Su acción política se desarrolla en un nuevo mundo, el de las plataforma­s y sus inscritos.

Errejón ha llegado ahí, primero por el estudio de las propuestas de los dos profetas del populismo de izquierdas, Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, y después por una experienci­a más que exitosa al frente de Podemos, organizaci­ón que fundó con su antiguo amigo Pablo Iglesias. Una organizaci­ón que, según algunos de sus dirigentes, ha devenido en un partido leninista al tiempo que Iglesias ha hecho lo mismo, o sea, se ha vuelto un poco Lenin.

Carmena y Errejón se aprestan a encabezar un conjunto de personas cuyo deseo político se plasma como mucho en un programa de transforma­ción de una ciudad y de un territorio. No menos, pero tampoco más. Son inscritos para llevar adelante una tarea. Eso que se llama Más Madrid. Lo de cambiar el mundo, como pretendía el antiguo PCE de Carmena y, al parecer, el nuevo Podemos de Iglesias, no es, por el momento, de su incumbenci­a.

Ni Carmena ni Errejón desean tener detrás las grandes formacione­s de proletario­s que había antes. Ni desean que sus candidatur­as reposen sobre los hombros de los sufridos militantes. Tienen unos proyectos para una ciudad y un territorio que se tienen que ir haciendo día a día en las asambleas de los que se compromete­n con ese proyecto.

Carmena y Errejón huellan un camino virgen, que tiene muchos riesgos. No es descabella­do pensar que, sin militantes, puedan quedarse agarrados solo a la brocha porque nadie vigile la escalera.

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