Una iniciativa necesaria (y revisable)
Poco después del cese del terrorismo, las instituciones vascas se vieron sorprendidas por diversos estudios demoscópicos que revelaban la existencia entre los jóvenes universitarios de un gran desconocimiento del problema que marcó la vida de Euskadi desde la muerte de Franco: ETA. Las encuestas reflejaban que un 50% de los jóvenes universitarios ignoraban el mayor atentado de ETA, el de Hipercor de Barcelona en 1987, y otro 40% el asesinato de Miguel Ángel Blanco en 1997. Fue un acicate para que el Gobierno vasco ensayara un programa de presencia testimonial en las aulas de víctimas para vacunar a los jóvenes contra el terrorismo a través de un conocimiento de primera mano de la tragedia vivida. El éxito de la iniciativa animó al Ejecutivo autónomo a encargar una historia de Euskadi desde 1960, centrada en el terrorismo de ETA, para estudiantes entre 14 y 18 años: el programa Herenegun (Anteayer), con la pretensión de ensayarlo desde abril. Una iniciativa necesaria para paliar el grave déficit de conocimiento del terrorismo vasco.
Herenegun, resumido en cinco vídeos de 20 minutos y unas fichas complementarias, y supervisado, entre otros, por un historiador prestigioso, Juan Pablo Fusi, no tiene objeción desde la perspectiva del rigor histórico y de su honestidad intelectual. Lo confirman los informes de las universidades vascas —UPV, Deusto y Mondragón— y del Consejo Escolar de Euskadi.
Pero el caso Herenegun ha revelado que una propuesta válida desde la perspectiva del rigor histórico es insuficiente para cubrir la alarmante falta de memoria de los jóvenes vascos. De ahí que las asociaciones de víctimas, desde Covite a la Fundación Buesa, hayan rechazado unánimemente Herenegun y resaltado su ausencia de contundencia en la deslegitimación de ETA porque no se trataba de introducir una nueva clase de historia en las aulas sino de una cuestión de convivencia: educar a las generaciones jóvenes en que ETA no tuvo justificación.