El Pais (Valencia)

Kvitova-Osaka, por el título y el trono

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carreras y destructor de muchas otras más. Nadal, ahora, ha emprendido la aventura y en Australia propone una incursión tras otra, especialme­nte en el careo con Tsitsipas. Todo está ligado: la mejora del servicio hace recular al rival, que cede metros y espacios, y sufre más en la devolución.

Le ocurrió al griego, cuyo juego —y sobre todo, ese revés a una mano tan goloso— le invitó a ir hacia adelante al balear. Ayer, Nadal se descolgó de la línea de fondo 22 veces, acertando en 18 de ellas (un 82% de acierto); frente a Frances Tiafoe, en la ronda anterior, fueron menos, pero no estuvo lejos del pleno (9/11); ante Tomas Berdych se contuvo, pero durante el desaguisad­o australian­o en las tres primeras estaciones (James Duckworth, Matthew Ebden y Alex De Miñaur) dejó otras 48 subidas (16, 18 y 14, respectiva­mente), de nuevo con buenos resultados: 10, 12 y 11 aciertos. Es decir, registros notables del 63%, 67% y 79%.

Reivindica­tivo

“Estoy siendo agresivo porque juego bien”, expuso el finalista, que de ganar el título se convertirí­a en el primer tenista de la Era Abierta que conquista al menos dos veces los cuatro Grand Slams, algo que hasta hoy solo han conseguido en épocas más pretéritas Rod Laver y Roy Emerson, ambos australian­os. “Mucha gente piensa que no soy agresivo y se equivoca completame­nte. Siempre intento buscar cómo hacer daño a mi oponente, lo he hecho durante toda mi carrera. No puedo jugar como Federer sin su servicio ni sin poder generar golpes ganadores a las primeras de cambio, pero trato siempre de golpear todas las bolas con peso”, reivindicó Nadal, de 32 años.

Colmillos fuera, el mallorquín abordará la final del domingo (9.30, Eurosport) después de haber completado un trazado apacible, sin haber sufrido el menor susto ni haber sido expuesto a ninguna situación de apuro. Desembarca­rá sin haber cedido un solo set, economizan­do al máximo su estancia en la pista (12h 12m) y habiendo dejado atrás a una batería de adversario­s de los que ninguno figura entre los 10 mejores del circuito Melbourne será testigo mañana (9.30, Eurosport) del cruce de dos trenes. Uno de vuelta, el de Petra Kvitova, magnífica tenista que a sus 28 años se conoce al dedillo todos los entresijos del circuito, habiendo ganado ya dos grandes (Wimbledon 2011 y 2014) y cinco años después en otra

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