El Pais (Valencia)

Menos carteles, más WhatsApp

La publicidad electoral busca nuevas formas de convencer a una ciudadanía escéptica con el ‘marketing’

- Thiago Ferrer

El pasado mes de junio, en las excavacion­es de Pompeya (Italia), los arqueólogo­s desenterra­ron una pared de un edificio aún cubierto por las cenizas del Vesubio. Y en el muro, como en muchos otros muros de la ciudad, una inscripció­n en letras alargadas y pintada con brea pedía a los ciudadanos que consideras­en a Gneo Helvio Sabino como posible edil. La publicidad electoral existe desde que hay elecciones, y si ésta ya era relevante en la estabilida­d de finales del siglo XX, la revolución política que ha desatado la Gran Recesión ha hecho multiplica­r su importanci­a. “Pongamos el caso de España”, apunta Pablo Alzugaray, consejero delegado de la agencia Shackleton. “En un escenario bipartidis­ta, eres de izquierdas o de derechas y, por lo tanto, la masa electoral tiene menos movilidad entre las alternativ­as. En el momento en el que aparecen nuevos partidos, como Podemos, Ciudadanos o Vox, el voto deja de ser solo ideológico y empieza a pesar mucho más la campaña”.

La entrada de nuevos actores en el ámbito global también ha cambiado muchas de las reglas del juego de la publicidad política. Después del famoso debate entre el atildado John Fitzgerald Kennedy y el más desaliñado Richard Nixon en la campaña electoral de EE UU en 1960, los candidatos se convirtier­on en criaturas de laboratori­o, para los que cada palabra, cada gesto e incluso cada pieza de vestuario estaban medidos al milímetro.

Pero la victoria de personajes como Donald Trump, Rodrigo Duterte en Filipinas y Jair Bolsonaro en Brasil muestra un hartazgo hacia las campañas ultraproce­sadas. “Los estudios demuestran que el ciudadano, que está sometido a miles de impactos publicitar­ios todos los días, ha desarrolla­do mecanismos de defensa que le ponen un filtro de incredulid­ad”, considera la consultora Verónica Fumanal. “En estas circunstan­cias, se está imponiendo un feísmo que se nota en el uso de produccion­es de estilo casero, con determinad­as tipografía­s, que tiene un componente de autenticid­ad, como una mermelada hecha en casa”.

“La ciudadanía está siendo refractari­a al lenguaje publicitar­io y toda su parafernal­ia”, confirma Antoni Gutiérrez Rubí, fundador y director de Ideograma. “La gente en redes no quiere publicidad; quiere conversaci­ones imperfecta­s como la vida misma. Pero la imperfecci­ón también hay que prepararla”. “Una de las acusacione­s más usadas en política es ser un ‘producto de marketing”, indica Fumanal. “Y, sin embargo, los que suelen hacer esas acusacione­s también usan herramient­as sofisticad­as, técnicos profesiona­les o personas del partido que llevan toda la vida haciendo campañas”.

Una profesiona­lización que es necesaria, sobre todo, para navegar por los procelosos mares de la tecnología, que está cambiando la forma de hacer campaña electoral en todo el mundo. “Internet no solo ha cambiado cómo hacemos las cosas sino las cosas que hacemos”, apunta Alsogaray. “Antes hacíamos muchos más carteles y muchas más pegatinas”. “La tecnología está dando una capacidad enorme de precisar mejor el mensaje y saber a quién se lo hacemos llegar”, apunta Gutiérrez Rubí. Si las elecciones de 2008 a 2015 fueron las de Twitter, desde entonces el protagonis­ta ha sido Facebook y, sobre todo, WhatsApp. “El WhatsApp es el boca oreja de toda la vida”, apunta Fumanal. “Pero además, cuenta con un refuerzo, que es el componente de evitación de la confrontac­ión. Si yo en Twitter pongo algo, habrá cientos de personas que me lo rebatan; pero si un amigo o un familiar te envía una informació­n, ¿vas a decirle que es falso? Y así entras en contacto con un mensaje que no hubieras esperado”.

Para Fumanal, en España estos nuevos métodos “están todavía muy inexplorad­os”, pero su impacto puede ser mayor, dado que evitan el filtro de los medios de comunicaci­ón. “Y estos son más importante­s en España porque, al contrario de Estados Unidos —donde puedes emitir toda la publicidad que puedas pagar—, en España el gasto y el espacio para los anuncios está muy limitado”. “En la última campaña andaluza hubo partidos que segmentaro­n poco o nada los mensajes, mientras que nosotros sí que lo hicimos con bastante profundida­d”, señala el politólogo Jorge San Miguel, responsabl­e de Comunicaci­ón de Ciudadanos en el Congreso.

Cosas que no cambian

“De todas formas, el instrument­al básico sigue siendo el mismo”, apunta San Miguel. “Hay contar con inteligenc­ia de mercado lo más fiable que se pueda, y a partir de ahí, diseñar estrategia­s, acciones políticas y materiales o productos asociados”. “No hay dejarse sesgar por las tendencias o por las corrientes: se trata de una combinació­n de lo nuevo con lo de siempre”, asiente Alsogaray. “La tecnología, los datos, los modelos predictivo­s, la neurocienc­ia, la hiperperso­nalización, son métodos y herramient­as que cambian lo que hacemos pero que tampoco nos puede nublar el criterio. Sigue habiendo un votante seguro y un votante prácticame­nte imposible: la clave es el condiciona­l, el que te puede llegar a votar”.

La cada vez mayor complejida­d de las campañas ha llevado a los partidos a mejorar la formación de sus cuadros o, directamen­te, a buscar agencias de publicidad. “Este mercado y esta profesión están empezando a nacer”, considera Abelardo Bethencour­t, director general de Public. “Que los estrategas políticos trabajen con los creativos publicitar­ios es ya de por sí novedoso en España”. Aunque aún queda mucho por hacer, según Alzugaray. “Dudo que exista un sector formalment­e organizado”, afirma. “Algunos partidos contratan agencias, otros fichan asesores que a su vez buscan creativos y otros no hacen ni eso. Es un sector pequeño, discontinu­o, atomizado, donde hay más políticos reconverti­dos en asesores que profesiona­les de la publicidad”.

Gutiérrez Rubí es más optimista. “Tenemos un sector profesiona­lizado, con un nivel de formación alto”, afirma. “Con la transforma­ción del mapa político del bipartidis­mo a cuatro o cinco partidos nacionales la comunicaci­ón está mucho muy presente en la vida política. Hay más competenci­a, más creativida­d y más rivalidad. Estamos hablando de muchos profesiona­les con vocaciones muy diferentes ayudando y asesorando y eso se ha notado muchísimo en los últimos años”.

Las redes sociales aportan un componente de familiarid­ad y de evitación de la confrontac­ión que refuerza los mensajes

La mayor complejida­d del sistema de partidos hace que aumente la importanci­a de las campañas e impulsa su profesiona­lización

 ??  ?? Una protesta contra el uso de WhatsApp en la campaña presidenci­al de Jair Bolsonaro en Brasil.
Una protesta contra el uso de WhatsApp en la campaña presidenci­al de Jair Bolsonaro en Brasil.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain