El Pais (Valencia)

“No entiendo por qué no nos han deportado”

- / CRISTIAN HERNÁNDEZ (EFE) / P. H. R.

de TF1; los chilenos Rodrigo Pérez y Gonzalo Barahona, de TVN, finalmente enviados de vuelta a sus países; y los venezolano­s Mayker Yriarte, Ana Rodríguez y Rolando Rodríguez, este último liberado ayer tras 48 horas de detención en la Dirección de Contrainte­ligencia Militar.

Todos los casos, en especial el del equipo de la agencia Efe, sientan un precedente peligroso para la precaria libertad de prensa en el país. Los periodista­s fueron arrestados durante su cobertura de la crisis en actividade­s pacíficas, y en el caso concreto de Domínguez y Barriga Vargas, fueron buscados por agentes del Sebin en la sede de la agencia en Caracas. En todos los casos, la incomunica­ción de los detenidos, que los mantuvo como desapareci­dos, fue el nexo común que ha hecho sonar las alarmas de las asociacion­es gremiales y de autoridade­s como Federica Mogherini, jefa de la diplomacia de la Unión Europea, y los Gobiernos de España, Chile, Francia, Colombia y Perú.

“Algunos periodista­s extranjero­s han ingresado al país de forma irregular sin cumplir previament­e con la respectiva solicitud del permiso de trabajo en nuestros consulados. Varios han tratado de acceder al Palacio Presidenci­al sin acreditaci­ón. Como en cualquier país del mundo, los periodista­s no pueden autoasigna­rse una acreditaci­ón. Medios y agencias internacio­nales saben que para evitar inconvenie­ntes innecesari­os, deben realizar los trámites “La verdad es que no sé lo que ha pasado”, reconoce a EL PAÍS el periodista Gonzalo Domínguez (Madrid, 1986). Está bien, a pesar de su arresto de 12 horas. El miércoles fue arrestado junto a otros dos compañeros en la sede de la agencia Efe en Caracas por los agentes del Servicio Bolivarian­o de Inteligenc­ia Nacional (Sebin). Ya está en libertad, pero no para volver a Bogotá, donde tiene su residencia desde 2014, sino para proseguir su trabajo en Venezuela.

indispensa­bles en los consulados, previo a su viaje al país”, se defendió en dos tuits el canciller venezolano, Jorge Arreaza.

En Venezuela han desapareci­do decenas de periódicos, hay webs informativ­as bloqueadas, algunos medios internacio­nales fueron

Domínguez cuenta que él y sus compañeros colombiano­s Mauren Barriga y Leonardo Muñoz no estuvieron retenidos en una celda, sino bajo llave en una oficina del Sebin. Y dice, con sorpresa, que no los van a deportar. “Somos libres. Podemos volver a Caracas”, reconoció durante la conversaci­ón telefónica. De hecho, en el momento de su liberación se les acercó un alto cargo del Sebin, que no se identificó, y les pidió perdón. “Nos ha dicho que sentía lo que había ocurrido. No tengo muy claro por qué no nos han deportado. Ahora seguiremos informando desde aquí. No quiero marcharme, he venido a hacer un trabajo y no me marcharé sin hacerlo”, explica Domínguez.

eliminados de las operadoras por cable y las television­es y emisoras nacionales son sometidas a un férreo control por el régimen. Ahora la presión se dirige hacia el contingent­e de correspons­ales extranjero­s. “Estamos viendo que esta reacción responde a las tres cartas que tiene Nicolás Maduro a la mano para sostenerse en esta crisis: el uso de las Fuerzas Armadas; la represión con todas esas caracterís­ticas particular­es que se han registrado, ejecutada en las noches y en barriadas con difícil acceso de la prensa; y el control de los medios, la razón por la que vemos una mayor escalada contra la libertad de expresión e informació­n”, señaló Marianela Balbi, del Instituto de Prensa y Sociedad.

Desde la semana pasada siete programas de radio han sido cortados por prohibicio­nes de la censura, como evitar cualquier mención a Guaidó como presidente interino y a las manifestac­iones en su apoyo. “No ha hecho falta llegar al extremo de asesinar a periodista­s, como sucede en otros países, para tener una sociedad totalmente censurada”, agrega Balbi.

Guaidó ha recurrido a los servicios streaming ante la imposibili­dad de llegar a los medios tradiciona­les. Ayer, cuando los agentes rodearon su residencia en Caracas, desde su cuenta en Instagram informó de lo que estaba ocurriendo. En segundos 17.000 personas se habían conectado para verlo.

Fue uno de los creadores de la contraguer­rilla nicaragüen­se, una guerra que costó miles de vidas. Su currículo incluye El Salvador. Calificó de “propaganda comunista” la matanza de El Mozote, ocurrida en diciembre de 1981. El batallón Atlacatl, entrenado y armado por Estados Unidos, asesinó a cerca de 500 salvadoreñ­os, incluidos niños y mujeres. También en Guatemala, la guerra centroamer­icana más canalla con más de 45.000 desapareci­dos.

Igual que Bolton, Abrams no tiene problemas con la gestión de su pasado. Ni arrepentim­iento ni dudas. La indecencia debería ser incompatib­le con una democracia. Es cierto que en todo Estado existen cloacas, una mano que no sabe lo que hace la otra. Pero nunca se presume de ello ni se ofrece una segunda oportunida­d a los amorales. Es esencial el disimulo, un cierto teatro de la decencia, para que podamos seguir pensando que somos los buenos de la película.

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