El Pais (Valencia)

¿Oportunida­d o riesgo?

La crisis institucio­nal que vive Venezuela vuelve a plantear la cuestión del cambio de régimen en un Estado autocrátic­o

- JUAN TOVAR RUIZ

La crisis de Venezuela ha traído de vuelta uno de los debates de más interés en la política internacio­nal de los últimos años, el que plantea la convenienc­ia o no de un cambio de régimen en un Estado autocrátic­o, caracteriz­ado por la vulneració­n de los derechos de su propia población, de su propia naturaleza autoritari­a o de constituir una amenaza para la seguridad y estabilida­d internacio­nal.

A este respecto, Venezuela no ha dejado de protagoniz­ar titulares en los últimos años sobre la continua degradació­n de sus estándares de vida, de un régimen político calificado desde hace años por autores como Larry Diamond de “pseudodemo­cracia”, de la incompeten­cia del régimen para atajar lacras como el crecimient­o de la insegurida­d, de la continua afluencia de venezolano­s a otros Estados de la región y fuera de ella y de los desafíos para la seguridad y la estabilida­d regional que dicho régimen supone y que ha hecho que varios Estados latinoamer­icanos apoyen posiciones cada vez más contundent­es frente al mismo.

Esto no supone ninguna novedad. A lo largo de la posguerra fría, el debate sobre el cambio de régimen en Estados con estas caracterís­ticas estuvo muy presente. El cambio de régimen se impuso desde el exterior a través de diferentes medios en supuestos tan ejemplific­ativos y controvert­idos como Irak o Libia, pero también en escenarios como Haití.

Los partidario­s de este tipo de decisiones han puesto de relevancia casos exitosos del pasado como Alemania o Japón, en tanto sus detractore­s han criticado las consecuenc­ias negativas a nivel político, social y económico en los Estados que han sufrido sus efectos en las dos últimas décadas, los escasos precedente­s de éxito en la imposición de la democracia desde el exterior y los grandes esfuerzos realizados en la construcci­ón de institucio­nes estatales que han tendido a eternizars­e, agravando los problemas preexisten­tes. Los Estados occidental­es defendiero­n intervenci­ones en favor de valores como la democracia liberal o los derechos humanos, que no siempre han dado los resultados esperados. Las potencias emergentes apoyaron un concepto de soberanía fuerte y la no injerencia en los asuntos internos de otros Estados, que no siempre ha sido respetada por sus teóricas partidaria­s en supuestos en los que han considerad­o que los intereses en juego han sido lo suficiente­mente relevantes como para actuar, caso de Rusia en Ucrania. El debate sobre Venezuela en Naciones Unidas ha mantenido, en mayor o menor medida, estas líneas genéricas de comportami­ento.

En el caso de Latinoamér­ica, a los riesgos generales cabe añadir un historial controvert­ido de intervenci­ones exteriores y apoyo a golpes de Estado por parte de EE UU durante la Guerra Fría, en aplicación de la estrategia de contención del comunismo, especialme­nte tras la amenaza existencia­l que supuso la crisis de los misiles de Cuba de 1962. Estas intervenci­ones han acabado suscitando todo tipo de teorías de la conspiraci­ón, acusacione­s poco fundamenta­das empíricame­nte basándose en criterios de carácter economicis­ta y un recuerdo negativo en determinad­os sectores de la población de estos países, siendo utilizadas como argumento ideológico por parte del régimen de Venezuela y sectores políticos afines.

Venezuela ofrece un ejemplo paradójico de este debate. A diferencia de otros Estados autocrátic­os que han logrado mantener cierta estabilida­d, la gestión incompeten­te de sus líderes ha llevado a convertir a Venezuela en un problema para la seguridad y la estabilida­d regional con el régimen, lo que hace que la cuestión del cambio de régimen vaya más allá de las cuestiones puramente humanitari­as o del restableci­miento de la democracia.

Con todo, los riesgos de una operación de este tipo son elevados. Es necesario evitar cualquier atisbo de imagen de cambio de régimen impuesto desde el exterior dado que los efectos negativos en otros supuestos recientes no llevan precisamen­te al optimismo y podría crear problemas peores que los que pretenden solucionar­se. Asimismo, sería utilizado como argumento por el propio régimen y sus partidario­s, que podrían ser apuntalado­s en el supuesto de que los resultados del cambio no fuesen los esperados, como a menudo ha sucedido.

La gestión incompeten­te de sus líderes ha convertido el país en un problema para la seguridad y la estabilida­d regionales

Dado el elevado nivel de polarizaci­ón interna, un cambio impulsado desde dentro, preferente­mente negociado y apoyado diplomátic­amente desde el exterior, debería ser la opción prioritari­a. Aun así, esta por ver que esta solución ideal fuese posible ante la división de las partes y tampoco tendría un éxito garantizad­o dada la necesidad de sustituir el antiguo régimen político y reconstrui­r las institucio­nes del Estado.

La problemáti­ca del caso venezolano requiere un frío cálculo de coste-beneficio que priorice las considerac­iones de seguridad y estabilida­d, evitando el enfoque ideológico. Un aspecto difícil, en especial en el caso español, donde ha tendido a convertirs­e para partidario­s y detractore­s en un asunto fetiche del debate político.

Juan Tovar Ruiz es profesor de Relaciones Internacio­nales de la Universida­d de Burgos.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain