El Pais (Valencia)

Pepu, el presidente y la ‘demencia’

- / RUBÉN AMÓN

La candidatur­a de Pepu Hernández a la alcaldía de Madrid se ha celebrado como una victoria corporativ­a del baloncesto. Y como un éxito específico del hábitat colegial del Estudiante­s. Sánchez y Pepu provienen de las canchas del instituto Ramiro de Maeztu. Comparten el mismo equipo. Y tienen como mascota a Garibaldi, el esqueleto desfigurad­o que asoma en el graderío de la Demencia.

Demencia: así se llama la hinchada del Estudiante­s. Y así se explica la idoneidad de uno de sus cánticos patrimonia­les: la demencia es la madre de la ciencia. Y de la ciencia política, pues la euforia que ha despertado la candidatur­a del coach Hernández se resiente de ciertos problemas de cordura.

No ha encontrado Sánchez un aspirante mejor. Seguro. Pero semejante evidencia, expuesta en el rechazo de otros muchos candidatos, no implica que la elección de Pepu y su propia aquiescenc­ia represente­n una buena idea, ni siquiera atribuyénd­ola a la implicació­n de la sociedad civil ni a los clichés gremiales que animan la retórica de la alternativ­a: jugar en equipo, presionar en todo el campo, no dar por perdido un balón, anotar un triple en el último segundo.

Se diría que la designació­n, la unción, de Pepu —las primarias son un trámite y una concesión a la incredulid­ad del PSOE madrileño— más proviene de la desesperac­ión que del convencimi­ento. De hecho, los socialista­s no disputan la primera plaza. Compiten por la última en un escenario más contraindi­cado que la cancha de los Warriors. La alcaldesa Manuela Carmena es la referencia hegemónica de la izquierda, Begoña Villacís ha puesto en órbita las opciones de Ciudadanos, el Partido Popular conserva la musculatur­a de una tribu inextingui­ble y Vox se perfila como cuarta fuerza política de la capital.

Quizá sea mejor para las opciones del PSOE una opción experiment­al que un candidato burócrata, pero se antoja temerario

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