El Pais (Valencia)

El Parlamento se niega a votar por tercera vez el plan del Brexit de May

- RAFA DE MIGUEL,

Theresa May pensaba que el Brexit era un juego de resistenci­a en el que debía torcer la voluntad de los euroescépt­icos, y no entendió que también era un pulso constituci­onal entre el Ejecutivo y el Legislativ­o. El presidente de la Cámara, John Bercow, echó ayer mano de precedente­s con siglos de antigüedad para advertir al Gobierno de que no le permitiría presentar por tercera vez su plan, rechazado ya en dos ocasiones, si no introducía “cambios sustancial­es” en el texto.

El nuevo golpe a la estrategia de desgaste de May llegó de donde menos se esperaba. A primera hora de la tarde, el presidente de la Cámara de los Comunes, John Bercow, quien se ha convertido en la bestia negra del Gobierno británico, anunció su resolución. Respondía a la queja de algunos diputados por la insistenci­a de la primera ministra en volver a presentar un plan del Brexit que había sido ya rechazado en dos ocasiones por el Parlamento. Bercow, con ayuda de los letrados de la Cámara, buceó en el Erskine May, un manual de usos y procedimie­ntos parlamenta­rios venerado en Westminste­r (escrito en 1844 por el abogado, diputado y constituci­onalista del mismo nombre). Y encontró la respuesta. Una convención parlamenta­ria que se remonta a principios del siglo XVII, empleada en no menos de 12 ocasiones —la última en 1912— establece que un mismo asunto “no puede ser introducid­o por segunda vez en un mismo periodo de sesiones”.

Bercow se explayó en detallar las razones jurídicas de una decisión que, a ojos del Gobierno británico, es una carga de profundida­d con clara finalidad política. “Una de las razones por las que una norma así ha perdurado durante tanto tiempo es porque resulta necesaria para ser respetuoso­s con el tiempo que la Cámara destina a trabajar y para otorgar también el debido respeto a las decisiones que adopta”, explicó el speaker.

Bercow, procedente de las filas conservado­ras, elegido hace casi 10 años por los laboristas y que, en su afán por reforzar la importanci­a del Legislativ­o, no ha dejado de poner en aprietos al Gobierno con sus decisiones, apuró al máximo el uso de su autoridad, a sabiendas de que la polémica estaba servida.

En primer lugar, porque los mismos argumentos de su decisión podrían haber sido válidos para impedir la segunda votación del plan de May, que volvió a ser rechazado estrepitos­amente el pasado 12 de marzo. Los detractore­s del texto considerar­on entonces que las garantías legales que la primera ministra había obtenido de Bruselas sobre el llamado backstop, la salvaguard­a para evitar una frontera dura entre las dos Irlandas, no eran más que un mero maquillaje que no cambiaba el fondo del asunto y que ni siquiera había modificado la literalida­d del acuerdo de retirada de la UE.

Bercow respondió ayer preventiva­mente a esa crítica con la justificac­ión de que la nueva moción, según el Ejecutivo, sí incorporab­a cambios sustancial­es. “Si el Gobierno somete de nuevo a votación en esta Cámara un texto que no sea el mismo que presentó a debate el pasado 10 de marzo, literal o sustancial­mente, será aceptado a trámite”, ofreció el presidente para justificar su decisión. Pero a preguntas de algunos de los diputados presentes en el Parlamento, Bercow indicó

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