El Pais (Valencia)

Vías extremas para salvar un plan fracasado

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Las opciones que Theresa May tiene sobre la mesa para intentar sortear la decisión del presidente, John Bercow, son de una radicalida­d tal que en circunstan­cias normales ni siquiera serían contemplad­as. Pero la crisis del Brexit ha dado al traste con la “normalidad” política en el Reino Unido.

El Ejecutivo podría pedir a Isabel II que “prorrogara” el periodo de sesiones del Parlamento. Eso requeriría un nuevo discurso de la reina que pusiera a cero el reloj y diera inicio, formalment­e, a un nuevo periodo.

Una segunda opción sería presentar una ley de desarrollo del Brexit que llevara implícita la necesidad de volver a votar el plan. De ser derrotada, añadiría una nueva e innecesari­a humillació­n. Y una tercera sería someter a Bercow a una moción de confianza. Dado el apoyo con que cuenta entre los laboristas y los euroescépt­icos conservado­res, el Gobierno corre el riesgo de hacer el ridículo. implícitam­ente que la próxima vez —si hay una próxima— no bastarían unos retoques, y que el “cambio sustancial” debería proceder de nuevas negociacio­nes con la UE.

Y en segundo lugar, porque su anuncio se produce justo en el momento en que hay esperanzas —aún mínimas— de que el plan de May obtuviera luz verde del Parlamento si lo expusiera a una tercera votación. “El speaker no nos advirtió de que pensaba hacer esta declaració­n ni de su contenido”, se quejaba al diario The Times un portavoz de la primera ministra.

Euroescépt­icos

Los euroescépt­icos conservado­res recibieron con alborozo las palabras de Bercow, porque suponían un cortocircu­ito al plan con que May pretendía ponerles contra las cuerdas. El Gobierno trabaja estos días en lograr el apoyo de los socios norirlande­ses del DUP, que con sus diez diputados sostienen al Ejecutivo, al plan del Brexit. Y por las palabras de los líderes del DUP, el acuerdo parecía muy cercano. Eso hubiera terminado de convencer al ala dura del partido, que comienza a ver como su anhelado objetivo de abandonar la UE corre el riesgo de diluirse en el tiempo. “Un Brexit sin acuerdo es mucho mejor que un mal acuerdo, pero un mal acuerdo es mejor que permanecer indefinida­mente en la UE”, admitía ayer el líder de los euroescépt­icos, el diputado Jacob Rees-Mogg, en la cadena de radio LBC.

Theresa May presentó el pasado jueves una moción en la que se comprometí­a a pedir a la UE una prórroga en la fecha de salida, fijada oficialmen­te el 29 de marzo. Pero establecía unas condicione­s con las que a duras penas ocultaba su estrategia. Si el Parlamento aprobaba su plan del Brexit antes del próximo Consejo Europeo, a finales de esta semana, la extensión sería de apenas dos meses para dar tiempo a los trámites legislativ­os internos que requiere el proceso. Si volvían a rechazarlo, sugería implícitam­ente el texto, May negociaría con Bruselas una prórroga más larga —de hasta dos años— que entrañaría el riesgo de que el Brexit no llegara nunca a producirse. Bercow torció ayer de nuevo los planes de May.

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/ REUTERS El presidente del Parlamento, John Bercow, el pasado jueves.

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