El Pais (Valencia)

El secreto mejor guardado de Washington

- PABLO GUIMÓN,

El secreto mejor guardado de Washington lo protege un grupo de unos 20 investigad­ores en un edificio cualquiera de hormigón y cristal en un anodino distrito de oficinas del suroeste de la capital del país. Sus pesquisas han ensombreci­do los dos años de presidenci­a de Donald Trump y pueden determinar su futuro político. Llenan cada día ríos de tinta en todos los medios. Constituye­n la investigac­ión federal más sensible y de perfil más alto desde, al menos, el Informe Starr sobre Bill Clinton presentado en septiembre de 1998. Pero el fiscal especial Robert S. Mueller y su equipo se las siguen arreglando para trabajar en la oscuridad.

“Los que saben no hablan, y los que no saben no paran de hablar”, resumía en The New York Times Antonia Ferrier, exdirector­a de comunicaci­ón del presidente del Senado, el republican­o Mitch McConnell, poco después de que, hace unas semanas, se extendiera por las redaccione­s el rumor de que la presentaci­ón del informe era prácticame­nte cuestión de horas.

Washington aguarda con inusitada ansiedad el resultado de dos años de investigac­ión sobre si el presidente obstruyó a la justicia o si conspiró con Rusia. Las camisetas de “Es la hora de Mueller” han convertido el grave rostro del veterano fiscal en una especie de icono popular. Las cámaras hacen guardia ante el cuartel general de los investigad­ores, en los juzgados y hasta en la casa de Virginia del fiscal general, William Barr, a quien Mueller habrá de entregar su informe cuando lo concluya. El jueves pasado, la Cámara de Representa­ntes votó abrumadora­mente (por 420 a favor y ningún voto en contra) una resolución que pedía a Barr que el contenido del informe se haga público.

Puede que la espera sea de apenas unos días. Podrían ser meses. Puede ser extenso o de unas pocas páginas. El contenido podría ser extraordin­ario o decepciona­nte. Pero lo único que parece claro, a pesar de la enorme expectació­n, es que el informe de Mueller no será el final de nada sino el principio de algo.

Caben tres desenlaces. Uno, que el informe concluya que hay delito. Entonces el fiscal general debería decidir si procesa a Trump, algo muy improbable, o si sigue la doctrina del Departamen­to de Justicia que dice que solo el Congreso, mediante un impeachmen­t, puede procesar al presidente mientras ocupa su cargo. Entonces remitiría las pruebas a la Cámara de Representa­ntes, de mayoría demócrata, a la que la Constituci­ón otorga la iniciativa en ese juicio político.

La segunda opción es que Mueller diga que en sus dos años de investigac­ión no ha hallado prueba alguna de que el presidente haya cometido los delitos que investiga. Ese escenario alejaría el impeachmen­t y dificultar­ía políticame­nte a los legislador­es demócratas defender que deben dedicar toda su energía y tiempo a investigar al presidente, a pesar de que existen otros delitos posibles, otras líneas de investigac­ión abiertas que nada tienen que ver con el Informe Mueller. El tercer escenario es que diga que hay evidencia de mal comportami­ento, pero que no considera que es suficiente para imputar al presidente. Algo parecido a lo que hizo en julio de 2016 el exdirector del FBI, James Comey, con la entonces candidata demócrata a la presidenci­a Hillary Clinton. Las duras críticas que recibió Comey hacen difícil que Mueller elija esa tercera vía.

El de Trump es la gran incógnita política de 2019. La persona que tiene el botón rojo es Nancy Pelosi, la líder de la mayoría demócrata en la Cámara baja, y esta semana ha dicho con claridad lo que venía sugiriendo desde hace ya meses. “No estoy por el impeachmen­t”, dijo Pelosi en una entrevista en The Washington Post. “A no ser que haya algo tan convincent­e y abrumador para los dos partidos, no creo que debamos seguir ese camino, porque divide al país”.

Pelosi, que lidera a una mayoría de legislador­es demócratas, se decanta por continuar investigan­do a Trump desde el Congreso hasta las elecciones de 2020, en ámbitos que van más allá del limitado encargo de Mueller. Al fin y al cabo, un 64% de los estadounid­enses,

Es improbable un procesamie­nto del mandatario mientras esté en el cargo

Los demócratas quieren seguir con la investigac­ión en el Congreso

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