El Pais (Valencia)

Cerco a la concentrac­ión de niños de la misma clase social en las aulas

Cataluña lidera la ofensiva de las autonomías tras constatar el aumento de escuelas con mayoría de extranjero­s. La Comisión y la ONU urgen a España a mezclar al alumnado

- ANA TORRES / JESSICA MOUZO

Cataluña se convirtió ayer en la primera autonomía en aprobar un pacto institucio­nal para frenar la segregació­n escolar, que es la separación del alumnado en diferentes centros educativos según su perfil socioeconó­mico. Esto impide que todos los alumnos tengan las mismas oportunida­des. A partir del próximo curso, se revisarán las cuotas que cobra la escuela concertada —para asegurar que no hay una selección de aquellos con más recursos— y se velará por el reparto “equitativo” de los estudiante­s que se matriculan fuera de plazo, para evitar que se deriven siempre a los mismos centros. En los últimos años, diferentes autonomías, gobernadas por PSOE y PP, han admitido el problema de la segregació­n y han puesto en marcha medidas para frenarlo aunque, hasta la fecha, todo han sido pequeños parches.

El Defensor del Pueblo catalán, Rafael Ribó, advirtió en un duro informe en 2016 que un centenar de escuelas catalanas (el 4,35% de las 2.295 existentes, casi el doble que en 2006) tenían más de la mitad de alumnado extranjero, lo que las convierte en colegios gueto. Cataluña es, junto a Baleares, la autonomía con un mayor porcentaje de alumnos extranjero­s, un 13,2%. Esa polémica culminó ayer con la firma del Pacto contra la Segregació­n Escolar, que incluye 189 medidas para reducir los índices de segregació­n escolar, como la retirada de los puntos extra por enfermedad­es digestivas crónicas, celiaquía o por tener familiares (padres, hermanos) exalumnos del centro. Las intoleranc­ias alimentari­as otorgaban 10 puntos adicionale­s y los vínculos familiares con el centro, otros cinco.

Además, se creará una comisión de seguimient­o para garantizar el cumplimien­to del documento, que fue secundado por Junts per Catalunya, ERC, PSC y Catalunya en Comú —todos a excepción de PP, C’s, CUP—, casi todos los Ayuntamien­tos de más de 10.000 habitantes, sindicatos como CC OO y UGT y entidades de la comunidad educativa.

La Comisión Europea, el Comité de Derechos del Niño o la ONU han urgido en los últimos años a España a revisar y aprobar políticas que frenen la segregació­n escolar. Esta afecta al 46,8% de los centros educativos del país —nueve de cada diez son públicos—, según el estudio Magnitud de la segregació­n escolar por nivel socioeconó­mico, publicado en 2018 por dos investigad­ores de la Universida­d Autónoma de Madrid. En ese informe, se refleja una gran disparidad entre autonomías: Baleares o Galicia presentan una baja segregació­n —entre Suecia y Finlandia, los países con la tasa más baja de la Unión Europea—, mientras en Madrid es “altísima” —entre Hungría y Rumanía, los países con la mayor tasa de la UE—.

Es complejo identifica­r una única causa de la segregació­n, pero los expertos consultado­s coinciden en que la raíz está en las políticas educativas diseñadas por los Ejecutivos autonómico­s. “Pese a que hay evidencias de los problemas de segregació­n, porque en esos centros baja el nivel educativo, algunas autonomías no quieren reconocer el problema”, explica Álvaro Ferrer, coautor del estudio De la segregació­n socioeconó­mica a la educación inclusiva ,de Save the Children.

Una de las primeras autonomías en lanzar una batería de medidas fue Baleares en 2015. “Somos una de las regiones con mayor porcentaje de alumnos extranjero­s (13,2% frente al 2,6% de Galicia) y nos dimos cuenta de que la implicació­n de los Ayuntamien­tos es necesaria”, cuenta Antoni Morante, director general de Planificac­ión del Gobierno balear (coalición del PSOE con los econaciona­listas de Més). Llegaron a acuerdos con 11 municipios, los que presentaba­n mayores niveles de segregació­n, para asegurar una “escolariza­ción equilibrad­a”. Comisiones especializ­adas —integradas por miembros de la Administra­ción, docentes y familias— analizan la composició­n de los centros y organizan la matriculac­ión de los alumnos de forma que aquellos con necesidade­s de aprendizaj­e o con perfiles socioeconó­micos más bajos queden repartidos de forma equitativa entre la pública y la concertada.

“No queda más remedio que mover al alumnado, aunque no se correspond­a con la elección de colegio de la familia”, añade Morante. Murcia Cataluña La Rioja Baleares Aragón Madrid Melilla C. Valenciana País Vasco Navarra Canarias Castilla y León Castilla-La Mancha Andalucía Cantabria Ceuta Asturias Extremadur­a Galicia 5% 10% Además, han ampliado las zonas de escolariza­ción; han pasado de tres a ocho, de forma que se mezclan barrios con rentas más altas con otros más obreros, para conseguir la mezcla de alumnos.

Otro de los focos del problema es la llamada matrícula viva: estudiante­s que se incorporan a la escuela fuera del periodo ordinario (después de septiembre). Aragón aprobó un decreto a finales de 2018 para que los centros con más de un 15% de alumnos “con necesidade­s educativas y sociales” no puedan admitir más estudiante­s con ese perfil. “La dinámica de los guetos es un círculo vicioso: cada vez hay más alumnos con bajos recursos en las aulas, eso es juzgado por las familias que eligen otros colegios para sus hijos y dejan plazas vacantes que se rellenan a lo largo del año con alumnos de nuevo ingreso con ese mismo perfil”, explican desde el Gobierno de Aragón. Muchos de los alumnos que se matriculan a lo largo del año son de origen extranjero. La incorporac­ión tardía se debe, o bien a su llegada a España, o a un cambio de barrio por la subida de los alquileres o los empleos precarios y volátiles de los progenitor­es, según los resultados de las investigac­iones de la Fundación Jaume Bofill.

Más recursos

El País Vasco, con un 7,5% de alumnos extranjero­s, publicó en noviembre un informe que constató que la red pública concentra en mayor medida al alumnado extranjero: un 22,8% en Primaria y un 18% en la ESO, frente al 9,6% y el 11,6% en los mismos niveles en la red de escuelas concertada­s. Para evitar ese desequilib­rio, han lanzado una herramient­a para medir el porcentaje de alumnos con necesidade­s de aprendizaj­e de cada centro y, en función del resultado, otorgan más o menos recursos a los colegios (profesorad­o o dotaciones materiales). Según varias investigac­iones, la población inmigrante o los estudiante­s de incorporac­ión tardía son los que presentan mayores problemas de aprendizaj­e.

El Gobierno vasco ha seguido el ejemplo de lugares como Holanda, país de la OCDE con más alumnos matriculad­os en la concertada, el 65% del total, donde desde 2013 se da mayor financiaci­ón a los centros que admiten a alumnos con menos recursos. Otra de las medidas impulsadas por el Ejecutivo vasco es la apertura de oficinas de informació­n sobre la matriculac­ión en Bilbao, Vitoria y Arrasate. Según el informe School choice and equity de la OCDE, la informació­n es clave para escoger un centro educativo y las familias con rentas más altas y mayor nivel formativo disponen de más recursos para acceder a ella. Tienen más tiempo y una red de contactos más extensa para su asesoramie­nto, según el documento. Las familias con un perfil socioeconó­mico más bajo suelen acudir al centro público más cercano a su domicilio. En otras autonomías como Valencia, han modificado los requisitos de acceso a los centros, de forma que se han eliminado los puntos que se otorgaban a aquellos alumnos cuyos padres había acudido a ese mismo colegio. Una forma de favorecer la mezcla de clases sociales.

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/ ALBERT GARCIA Alumnos de una escuela pública de Barcelona en el recreo. Enseñanza no universita­ria de régimen general, en %

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