El Pais (Valencia)

El caos que conlleva la fabricació­n

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Una pregunta obvia sobre el software preinstala­do es cómo puede ser que los fabricante­s no controlen la cadena de producción de sus dispositiv­os. Parece increíble, pero es así. Hay elementos del hardware que incluyen su propio software. Las actualizac­iones del sistema operativo pueden estar subcontrat­adas. Las operadoras que venden aparatos también añaden sus apps o librerías. Y estos son los fabricante­s certificad­os por Google. Luego hay otros cientos de fabricante­s que usan Android y que viven en un panorama parecido al salvaje oeste. Ese caos es quizá el mayor drama que desvela esta nueva investigac­ión. Nadie realmente sabe qué traen de fábrica los móviles. en móviles se habían centrado en apps listadas en Google Play o en muestras de malware”, dice Vallina-Rodríguez. Ahora han analizado lo que los móviles traen de serie y parece fuera de control. Debido a la complejida­d del ecosistema, las garantías de privacidad de la plataforma Android pueden estar en cuestión.

El artículo, que se publicará oficialmen­te el 1 de abril y al que EL PAÍS ha tenido acceso, ha sido ya aceptado por una de las principale­s conferenci­as de cibersegur­idad y privacidad del mundo, el IEEE Symposium on Security & Privacy de California.

Falta de control

¿Por qué debe preocupars­e un ciudadano que lleva un móvil Android? Sobre todo, por la falta de control y transparen­cia. Las apps que alguien se descarga voluntaria­mente y empieza a usar preguntan los permisos que el usuario quiere darles. ¿Permites que esta app use tu cámara? ¿Quieres darle acceso a los contactos? Cada cual puede preguntars­e por qué una app que mide la distancia y las calorías de un ejercicio en bicicleta quiere entrar al micrófono del móvil. Y puede decir que no. Las apps preinstala­das pocas veces preguntan.

La privacidad es el problema principal en la Unión Europea o Estados Unidos. Pero en naciones con poca regulación hay otro peligro que en algunos casos puede llegar a ser mayor. Ya se han publicado casos de aplicacion­es que usan apps preinstala­das para robar dinero o capturar algunas de las funciones del móvil y usarlas en beneficio de quien las ha colocado ahí. Es potencialm­ente probable que haya muchos más casos de los que han aparecido.

Los Gobiernos y la industria conocen desde hace años este entramado. Las agencias federales de Estados Unidos piden sus móviles con sistemas operativos libres de este software preinstala­do y adaptado a sus necesidade­s. ¿Y los ciudadanos? Ahora despiertan. Sus datos no son tan secretos como los de un ministerio.

“Ejercer control regulatori­o sobre todas las versiones de Android es casi inmanejabl­e. Requeriría un análisis muy extenso y costoso”, explica Vallina, y añade que las agencias de protección de datos no pueden asumirlo.

cualquier falta de transparen­cia en las políticas de informació­n de las aplicacion­es respecto a los datos que están cogiendo de los usuarios.

P. Más allá de los problemas de privacidad, ¿cree que en estas apps puede haber problemas más graves de malware?

R. Es evidente que a través de ese software se pueden colar acciones de malware y todo tipo de programas que dan lugar sobre todo a casos de phishing y ransomware, que implican la esclavizac­ión o secuestro del móvil en remoto, y que siguen las órdenes de quienes han introducid­o esos programas en el software que viene preinstala­do. Sin tener constancia de casos concretos, estos problemas podrían surgir en países de menos regulación.

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/ KIKE PARA Juan Tapiador y Narseo Vallina, ayer en la Universida­d Carlos III de Leganés (Madrid).

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