El Pais (Valencia)

Paternidad cuando se vive en otro país

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Andreu Jerez Ríos. Periodista. Una hija de un año. “Tenemos 14 meses para compartir entre la pareja. Yo usé 8. Recibes el 70% del salario medio del año anterior y, en Berlín, 190 euros mensuales hasta que cumple 25 años. El Estado se hace cargo de la guardería”.

Yago Pico de Coaña. Investigad­or, una hija de cinco meses. “Tenemos un año para compartir mi mujer y yo, con un 80% del salario, y otros seis meses con un poco menos de sueldo. Y los 15 días de paternidad con el sueldo completo. Recibes un dinero al mes por hijo, entre 60 y 70 euros. Y si tienen una pequeña enfermedad tienes días para tomarte”.

Italia. Julio Fortis. Informátic­o. Un hijo de 4 años. “En Italia no hay ayudas. Tuve solo dos días y el resto los cogí de mis vacaciones. Mi compañera se tuvo que quedar en el hospital porque fue por cesárea. Nos apoyamos en los abuelos”.

Francia. David Tomás. Gerente, una hija de dos años. “Tuve 14 días y mi mujer 16 semanas, ambos con el 100% del salario. Recibimos una prima de unos 1.000 euros y cada mes nos pagan un porcentaje para la asistente maternal. Pero tengo amigos que se han ausentado por enfermedad de los niños y se lo descuentan del sueldo”.

Austria. Alberto Gómez. Recepcioni­sta de hotel. Dos hijos de un año. “No son muchos los padres que cogen su baja. Hay dos modelos; en uno te dan entre 12.000 y 15.000 euros para repartir en un número limitado de meses. Y en el otro, hay una reducción del 80% del salario (que queda en un máximo de 2.000 euros) sin tope temporal. Mi mujer y yo tomaremos 35 meses. Hay ayudas de 160 euros al mes”. / SARA ROSATI

Desde hace un año, solo trabaja una tarde a la semana. “Los niños están en una edad en la que necesitan modelos para educarse, no solo cuidadores, o a su madre como taxista de una actividad a otra”, opina. “Lo hemos notado todos: nos reímos más, dormimos mejor... Ganando menos vivimos mejor”, asegura. Su esposa, Cristina Peraleda, funcionari­a, lo confirma: “Nos partimos las tareas, y tenemos más tiempo para estar juntos. Y me he tenido que habituar a tener tiempo para mí”.

Pese a que los expertos coinciden en que los hombres se quieren implicar más, “este deseo no se traduce en que usen las medidas de conciliaci­ón”, constata José Andrés Fernández Cornejo, profesor de Economía Aplicada en la Universida­d Complutens­e de Madrid. Mientras que la presión social empuja a que las mujeres lo hagan so pena de ser juzgadas como “malas madres”, en los hombres pesa más el que los vean como “menos ambiciosos o comprometi­dos en su trabajo”, explica.

La implantaci­ón de un permiso de paternidad intransfer­ible, que se pierde si no se disfruta, está siendo decisivo para vencer esta presión y “construir la idea de que los cuidados también correspond­en a los hombres”, afirma la socióloga Constanza Tobío. Desde los 13 días de 2007, ha aumentado a cinco semanas, que subirán a ocho el 1 de abril y se equiparará­n a la prestación de maternidad en 2021 si el Congreso convalida el decreto aprobado por el Gobierno este mes. En 2018, la mayoría de los padres, 255.531, usaron el permiso, frente a 252.706 madres, disparidad que se explica por la mayor participac­ión masculina en el mercado laboral. Solo 4.731 mujeres compartier­on sus 16 semanas con su pareja (el 1,87%).

La gran acogida del permiso de paternidad muestra que los hombres quieren cuidar. “Se dan cuenta de que no son como sus padres: el proveedor, que imponía autoridad y castigaba, era un personaje muy antipático. Y descubren que el cuidado da muchas satisfacci­ones”, dice Tobío.

Sergio Simarro, de 41 años, tiene intención de experiment­arlo el próximo año. Consultor de Internet autónomo, acaba de tener a su primer hijo. Cuando la madre se incorpore a su puesto en una empresa, trabajará desde casa mientras cuida del bebé. Simarro, que vive en Alicante, calcula que sus ingresos se reducirán más de un 50%. “Nos sale más barato dejarlo en una guardería. Pero nos apetece que esté con nosotros más de cuatro meses. Me quedo yo, que tengo flexibilid­ad”.

Luis Martínez Domeño, padre primerizo de 35 años, también cuenta con flexibilid­ad, en este caso, de horarios de entrada y salida, como los demás empleados de Repsol. Jefe de Análisis y Control de Trading, Martínez destaca el “incentivo” que suponen este tipo de medidas. “Mi jefa tiene reducción de jornada. En mi equipo hay dos personas que teletrabaj­an. Nadie te mira mal, y redunda en el ambiente y el compromiso”, asegura. Martínez teletrabaj­a los jueves. Así le da tiempo a dejar en la guardería a Luis, de 10 meses, y a recogerlo y llevarlo a natación. “La alegría que me da mi hijo no me la da nadie”, afirma.

Esta figura del hombre implicado es además valorada por sus parejas, como se desprende de un estudio que publicó Fernández Cornejo en 2018: las madres con compañeros más involucrad­os perciben una menor penalizaci­ón en su desarrollo laboral. En el caso de Ángel Castro fue clave. “El hecho de que Ángel cogiera la reducción de jornada me ha permitido crecer profesiona­lmente”, reconoce Elena Arcos, ya que logró un ascenso que hubiera sido difícil de haber recortado su horario. Mientras, Castro se siente recompensa­do con el tiempo extra que pasa con los niños. “Ser partícipe de su día a día es lo que me llena”.

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/ ULY MARTÍN Ángel Castro, en su casa con sus hijos, David y Elena. Alemania. Suecia.

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