Agricultura intenta frenar la invasión de miel china
El Ministerio de Agricultura tiene en fase de información pública el proyecto de real decreto por el que se exigirá que en la etiqueta de los envases figure el origen y el porcentaje de miel procedente de cada país. Esta medida responde a una demanda histórica de los apicultores: ofrecer la máxima información a los consumidores para que sepan realmente lo que están comprando y frenar la mezcla fundamentalmente con mieles chinas de baja calidad.
España es uno de los principales productores de la UE con una media de 31.000 toneladas producidas y 2,8 millones de colmenas. La buena calidad y diversidad de la miel española hace que las exportaciones alcancen una media de 25.000 toneladas. Sin embargo, en dirección opuesta España importa otras 33.500 toneladas, de las que 16.000 se corresponden con otros países comunitarios como Portugal, Polonia o Rumanía, mientras que las compras de terceros países en 2017 ascendieron a 17.500, con la cifra récord de 22.00 toneladas en 2015.
En esas compras de fuera de la UE, países tradicionalmente suministradores como Argentina o Uruguay han ido perdiendo peso en beneficio de las importaciones de miel china que en 2015 llegaron a las 17.000 toneladas, para bajar a 10.000 en 2017 tras pasar un periodo de prohibición de entrada en la UE por falta de calidad.
El sector ha denunciado además que parte de la miel procedente de algunos países comunitarios como Polonia o Portugal es en realidad de origen chino, como en su día sucediera con las importaciones de ajos vía países del este o Marruecos. La normativa sobre el etiquetado parte de una directiva comunitaria de 2001, por la que se habilita a cada Estadomiembro para adoptar una posición más o menos rigurosa. Países como Italia optaron porque en la etiqueta figurase el país de origen. En el caso de España, en contra de las demandas del sector, se optó por permitir varias opciones.
Hoy se puede calificar como “mezcla demieles originarias de la UE”, “mezcla de mieles no originarias de la UE” o “mezcla demieles originarias y no originarias de la UE”, sin otras informaciones complementarias, simplemente con que la misma tuviera un 1% demiel procedente de la UE. Los apicultores denunciaban que esa opción permitía comercializar una miel de mezcla con un 99% de materia prima de China.