Nuevo frente en un polémico nombramiento
Irak, Cuba, Irán, Corea del Norte… No hay causa en la que el nuevo consejero de Seguridad Nacional no haya levantado polémica. La última, sin embargo, le ha llegado desde un frente inesperado: el escándalo de la empresa Cambridge Analytica y la fuga de datos de Facebook.
En las legislativas de 2014, Bolton contrató por 1,1 millones de dólares los servicios de la compañía. Su objetivo era perfilar votantes y enviarles publicidad electoral. Bolton fue uno de los primeros en hacerlo en EE UU por su vinculación con Robert Mercer, el gran financiador del portal ultranacionalista Breitbart y principal inversor en Cambridge Analytica. La utilización electoral de sus servicios dio tan buen resultado que la empresa también fue empleada luego por la campaña de Donald Trump. Pese a la polvareda levantada, un portavoz de Bolton le desvinculó del caso y señaló a The Washington Post que el comité electoral que contrató a la firma desconocía por completo de dónde había obtenido los datos. Norte y había luchado por mantener vivo el pacto nuclear con Irán. Todo eso saltó por los aires el pasado 14 de marzo con su despido y la designación del director de la CIA, Mike Pompeo, como su futuro sustituto.
Pompeo y Bolton, junto con Navarro, forman ahora la tríada emergente en la Casa Blanca. Solo resiste el secretario de Defensa, el teniente general James Mattis. Amparado en su enorme prestigio militar, el jefe del Pentágono es considerado el último moderado. Pero su capacidad de maniobra, con los nombramientos y la nueva orientación política, se ha debilitado. “Hay pocas personas más apropiadas para llevar al país a una guerra que Bolton. Junto con la designación de Pompeo, Trump está dejándose llevar por sus peores instintos nacionalistas”, ha editorializado The New York Times.
El pasado de Bolton en la Administración de Bush hijo le avala como un belicista nato. Defendió la invasión de Irak y ahora mismo se declara favorable a una intervención en Corea del Norte si en el cara a cara de mayo no hay desnuclearización inmediata. Tampoco el pacto con Irán, uno de los mayores logros de la era Obama, le convence. Locuaz y muy dado a esquematismo, su perfil se aproxima mucho al del primer consejero de Seguridad Nacional, Michael Flynn, un general de reflexiones cortas y respuestas incendiarias. El estilo que le gusta a Trump.