El Supremo descabeza el ‘procés’
El juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena envió ayer a prisión a cinco de los principales líderes del proceso independentista catalán que se suman a los que ya están
El vendaval que ha azotado la vida política catalana los últimos cinco años adquirió ayer dimensiones de huracán con la entrada en prisión de Jordi Turull, que hoy debía someterse a una nueva sesión de investidura como presidente de la Generalitat. Esta investidura estaba condenada al fracaso de antemano por la falta de apoyos, pero Turull y los suyos querían utilizarla para continuar el proceso independentista, aunque abandonando la vía unilateral.
El independentismo tendrá que replantear ahora toda su estrategia y poner orden dentro de sus respectivos cuarteles generales. Los dos principales partidos secesionistas se encuentran en situación de emergencia absoluta.
El PDeCAT, la formación heredera de Convergència Democràtica, ha perdido buena parte de su influencia en la vida política catalana tras quedar diluida en la candidatura Junts per Catalunya, con la que el expresidente Carles Puigdemont acudió a las elecciones del pasado diciembre. El partido tiene ahora a Puigdemont fugado en Bruselas y sin posibilidad de ser investido presidente. Pero el procés también le ha dejado sin el que era su líder principal, Artur Mas, que quedó inhabilitado hace un año por el impulso del seudoreferéndum del 9 de noviembre de 2014.
Buena parte de los dirigentes de la formación que estaban llamados a liderar la vida política catalana de los próximos años también están inhabilitados o en prisión. Es el caso del citado Jordi Turull y del exconsejero Josep Rull. Ambos fueron pesos pesados de la antigua Convergència y firmes defensores de que el partido abandonara la senda del nacionalismo moderado para abrazar un independentismo sin ambages. Turull y Rull fueron ayer enviados a prisión procesados por rebelión y malversación.
Situación dramática
En Esquerra Republicana, el partido que hace un año todos los analistas y encuestas situaban en posición de liderar la vida política catalana, la situación no es menos dramática. Su líder Oriol Junqueras está en prisión desde noviembre y, desde ayer, procesado también por rebelión y malversación. La número dos de la formación, Marta Rovira, que tenía el encargo de tapar el vacío dejado por Puigdemont, optó ayer por fugarse a Suiza para eludir, precisamente, tener que comparecer ante el juez Llarena. En su caso se la ha procesado por un delito de rebelión y tiene activada una orden de detención internacional.
Los anticapitalistas de la CUP, que han sido claves para la radicalización encarcelados desde noviembre. El candidato a presidir la Generalitat, Jordi Turull, y otros cuatro de los exconsejeros del fugado Carles Puigdemont pasaron ya la noche en prisión. La consecuencia práctica de esta decisión judicial es que se aparta de las instituciones de autogobierno catalán a toda una generación de dirigentes nacionalistas que desde 2012 han impulsado la proclamación de la independencia. Si el año pasado ya fue inhabilitado el expresidente Artur Mas, ahora son sus herederos los que se han visto apeados de la vida política. El independentismo tendrá que buscar nuevos líderes.