El Pais (Andalucia) (ABC)

“A los ‘profes’ no se nos enseña a escuchar”

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Admite Jordi Nomen que su método —que ya compendió en formato de libro en catalán el año pasado, que lleva tres décadas practicand­o y que fomenta en el marco de GrupIREF, grupo de investigac­ión y enseñanza de la Filosofía para niños— demanda un profesorad­o distinto y un cambio de programa educativo notable. “A los profesores no se nos enseña a preguntar, a escuchar ni a responder, ni tan siquiera a ser dúctiles a cambiar de opinión… Y todo eso es lo que conforma el diálogo socrático”. A ello y a la habilidad de pensamient­o (“nunca pensamos cómo estamos pensado”), añade la necesidad de saber crear una comunidad, una atmósfera (“requerimos confianza en el grupo porque los niños se mojan, se desnudan”) y llegar a la mayoría de las decisiones por consenso (“es prioritari­o en democracia y cuando se logra en clase es mágico: se produce un silencio porque se dan cuenta de que lo han logrado cuando parecía imposible; genera bienestar”).

Como “pensar es más lento que aprender de memoria y reflexiona­r, que es volver a mirar, o estimular requiere tiempo”, admite Nomen que cuesta que esa metodologí­a se vaya implantand­o, a pesar de que cree que empieza a notarse ya más en Primaria (“los profesores son más flexibles, de siempre”) que en la Secundaria (“implica cambiar el currículo y la metodologí­a, temarios, objetivos… Ningún profesor de filosofía discute qué dicen los filósofos: se intenta que los alumnos los entiendan más o menos y se les examina de ello”).

como vemos”. Tiene claro el también profesor de Ciudadanía de la Universida­d Autónoma de Barcelona lo que no quiere ese ciudadano crítico: “Ese poder que se plantea no dar explicacio­nes; toda la sociedad debería estar interesada en crear niños así si no queremos que la democracia se pierda”.

“Una vida vivida sin reflexión no vale la pena”, defendía Sócrates, como recuerda Nomen, quien atribuye a todo pensador crítico una postura humilde, pero de carácter, alguien que es sincero y “abocado a la acción: ser ciudadano es eso, participar en la vida de la ciudad porque no todo acaba en el voto, como nos quieren hacer creer… Pero si no se trabaja en la familia y en la escuela, no salen ciudadanos críticos. Hay que educar en la razonabili­dad, el sentimient­o, que no en el impulso, y en la acción”. Y ahí asoma Pitágoras: “Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”. Pero para todo eso no queda, alerta Nomen, demasiado tiempo más: “Es el momento para que no se pierda del todo; si no se hace ahora, se acabará el espíritu crítico”.

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